Opinión
Ligas fantásticas, apuestas... el nuevo maná de ingresos en el deporte
26 ene 2015
El deporte empezó como una actividad que se limitaba al recinto en el que se practicaba. Con el paso de los años, la televisión fue desplazando a los estadios como la principal fuente de ingresos de muchos clubes, y ahora todo hace pensar que Internet volverá a suponer un vuelco a las tradicionales vías de ingresos de esta industria. En la anterior entrada de este blog ya hacíamos mención de la carrera que habían iniciado los grandes clubes, del deporte que sea, por estar presentes en las redes sociales y alcanzar audiencias masivas, de aquellas que llenarían un estadio 400 veces. El objetivo es, en una segunda fase, empezar a monetizar estos seguidores, y aquí parece que los negocios vinculados a las apuestas son el primer cliente.
En las últimas semanas se ha producido un goteo constante de noticias de equipos de primer nivel que cedían sus derechos de imagen a Mondogoal, una empresa británica que ha desarrollado una liga fantástica. Su objetivo, como admiten, no es otro que aprovechar los millones de seguidores que tienen el FC Barcelona, el Chelsea FC o el Manchester City para atraer a los usuarios a su plataforma, en la que cada jugador diseña su equipo y puede competir por premios económicos diaria o semanalmente. ¿Cómo lo hará? Pues insertando publicidad en las páginas web de cada entidad con la que ha firmado el acuerdo y promocionándose en sus redes sociales. No deja de ser lo mismo que hace la Liga de Fútbol Profesional (LFP) con Sportium, animando a los seguidores a consultar cómo están las apuestas.
El caramelo es goloso si se atiende a las cifras que mueve el sector y se constata que una parte de los pagos que recibirán los clubes van en función de los ingresos que lleguen a través de sus portales. La consultora Spil Games estima que en el mundo hay 1.200 millones de personas que participan en juegos online, mientras que Morgan Stanley prevé que sólo en EEUU este tipo de actividades mueva 1.800 millones de dólares en 2017. Otros estudios, como el de la consultora IBIS World, prevén que esa cifra se alcance en 2018, pero sólo contabilizando las citadas ligas fantásticas. Según esta misma firma, estos juegos vinculados a la evolución real de los deportistas ya generó más de 1.000 millones de dólares en 2012.
Pero no todo acaba en los cánones que pueda cobrar cada entidad (la NBA, directamente, ha entrado en el capital de una tecnológica de este negocio), ya que hay una derivada. Si este juego está ligado a la realidad, ¿por qué no permitir al usuario ver el partido desde la propia página web y realizar los cambios en su equipo de la liga fantástica que considere oportunos? No debería extrañarles esta pregunta, ya que incluso los ejecutivos de las principales empresas de tenencia de derechos audiovisuales asumen que estos portales serán un nuevo actor a tener en cuenta a la hora de vender las retransmisiones deportivas en todo el mundo.
Como decíamos, el caramelo es generoso, pero está por ver si no puede acabar tornándose amargo. Dando por buena la libertad de elección de cada usuario ante los impactos publicitarios que recibe, no es menos cierto decir que sería complicado justificar que un determinado club promueva activamente el juego online a través de sus redes sociales. En el pasado ya han existido vínculos, como el Real Madrid con Bwin o el Barça con Betfair, pero más allá de la publicidad en webs no se alentaba a jugar al usuario a través de un canal de comunicación oficial.
Lo espinoso del asunto se evidencia en que, por ahora, el Barça ha limitado su acuerdo con Mondogoal a Asia y EEUU, dos mercados en los que esta actividad está aceptada, mientras que en España se ha pospuesto por ahora ante las quejas que podría suscitar esta vinculación, sobre todo en un momento de fuertes reivindicaciones por la instalación de un macrocomplejo de juego y ocio junto a Port Aventura. En definitiva, que toda nueva fuente de ingresos será bienvenida al mundo del deporte, siempre y cuando se evite que con ello se intensifique la promoción de una actividad que, si bien es lícita, está demostrado que puede causar importantes patologías.
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