Opinión
El paso del fútbol aficionado al semiprofesional
9 jul 2017
Este fin de semana la CCT, ahora rebautizada como ProLiga, ha dado un nuevo paso en su objetivo por convertirse en el hermano pequeño de La Liga. Un paso necesario, el de la unión de los clubes de Segunda B y Tercera División, si se quiere avanzar en la dignificación de estas categorías y que lo que hoy se califica de fútbol aficionado pueda pasar a llamarse fútbol semiprofesional. Por el bien de los socios, pero también por la seguridad de los deportistas.
El apoyo de Javier Tebas a este proyecto se ha evidenciado, y es que la élite de este deporte en España debe ser la primera interesada en que las estructuras de la base también sean sólidas. Sólo así podrá mantenerse el nivel deportivo, reflejado año a año en los títulos a nivel europeo y en la exportación de talento, pero también se podrá trabajar mejor la afición.
Está por ver cuál será la actitud ahora de la Federación, que de entrada y por primera vez ha decidido intentar centralizar la venta de las retransmisiones, un movimiento que no ha sentado nada bien a ProLiga y a los clubes que venían vendiendo de forma individual sus derechos. Sería positivo que la circular de Ángel María Villar no se trata de un movimiento defensivo para evitar perder el control de las dos categorías, máxime después de años de desatención a su viabilidad.
Los gestores son los que mejor conocen cuáles son sus problemáticas y el trabajo conjunto puede ser el que ayude a potenciar unas organizaciones básicas para el buen funcionamiento de este deporte. No obstante, deberían extraerse conclusiones del pasado y evitar que el crecimiento del movimiento asociativo suponga un choque constante con la Federación. Por el momento, la televisión ya evidencia que no habrá una paz inmediata.
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