Entorno

Charlotte Cooper, la reina de Wimbledon que cambió la historia del deporte femenino

La tenista británica fue la primera mujer en competir en unos Juegos OIímpicos. Además, Cooper se alzó con la medalla de oro en la modalidad de individual femenino, convirtiéndose en la primera ganadora olímpica de la historia.

Charlotte Cooper, la reina de Wimbledon que cambió la historia del deporte femenino
Charlotte Cooper, la reina de Wimbledon que cambió la historia del deporte femenino
Charlotte Cooper ganó por cinco veces el torneo de Wimbledon y se alzó con dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de París 1900.

David García Martínez

13 mar 2024 - 05:00

A lo largo de la historia, el deporte ha jugado su propio papel en la geopolítica mundial. Partidas de ping-pong, de ajedrez o incluso Juegos Olímpicos han sido determinantes en conflictos bélicos y movimientos civiles. Palco23 analiza los momentos en los que el deporte ha tomado un papel fundamental en el panorama político mundial.

 

 

Raquetas, servicios y match points para convertirse en referente. El deporte viró su rumbo a finales del siglo XIX. En concreto, en 1884, el torneo de tenis de Wimbledon cambió el devenir de la historia del deporte mundial, aceptando por primera vez la participación de mujeres. Ese gesto fue una pequeña semilla de esperanza para la tenista británica Charlotte Cooper, que por entonces tenía catorce años. Nadie, incluida ella, sabía lo que estaba por llegar.

 

Las hermanas Maud Watson y Lilian Watson fueron las primeras tenistas en participar en el primer torneo femenino de dobles en la historia de Wimbledon. Ambas sirvieron de inspiración para Cooper, que llevaba años entusiasmada con el tenis.

 

Dos años después de la reforma electoral de Reino Unido, el 22 de septiembre de 1870, en Ealing, Middlesex (Reino Unido), nació Charlotte Cooper, la menor de seis hermanos. La pequeña hija de Henry Cooper y Teresa Georgina Miller cogió una raqueta de tenis antes de empezar a andar. Su pasión por el tenis se despertó en un momento en el que las mujeres no tenían cabida en el deporte.

 

El fervor de la pequeña de los Cooper por el tenis llevó a sus padres a matricularla en el Ealing Lawn Tennis Club, la academia de tenis de la ciudad. Allí, los entrenadores H. Lawrence y Charles Martin se fijaron en el potencial de Chalotte Cooper, aunque dio un salto de gigante con Harold Mahony, con el que comenzó realmente su camino hasta convertirse en la mejor tenista de finales de siglo XIX y principios del siglo XX.

 

 

 

 

Con tan sólo catorce años, en 1884, se coronó como campeona del torneo de la academia a la que asistía cada día para entrenar (Ealing Lawn Tennis Club), siendo la primera copa de las que vendrían después. Nueve años más tarde, en 1893, Cooper fue campeona absoluta del torneo celebrado en el club de Ilkley, en el norte de Inglaterra. Ese mismo año, la hierba de la pista londinense de Wimbledon vio debutar a la tenista que, posteriormente, se convertiría en la reina del torneo inglés.

 

Desde su primer salto a las pistas de Wimbledon y hasta 1917, Cooper compitió en 21 ediciones del torneo de tenis considerado el más antiguo del planeta y el más prestigioso. Su peor resultado se dio en 1885, al caer en la primera ronda por Henriette Norncastle.

 

Su paso por Wimbledon mejoraba año tras año, hasta que, en 1995, con 25 años, Cooper se alzó con la ensaladera que la coronaba como campeona de Wimbledon por primera vez. Su victoria en el torneo inglés la animó a hacer las maletas y competir fuera de Reino Unido, yendo a Alemania a seguir con su racha de triunfos.

 

Cooper repitió victoria en el torneo de Wimbledon en cuatro ocasiones más: en 1896, venciendo a Alice Simpson; en 1989, ante Louisa Martin; en 1901, contra Blanche Bingley, y en 1908, coronándose ante Agnes Mortón. Para entonces, Cooper ya era considerada un mito sobre hierba y pese a que ya había sido una clara contribuyente al posicionamiento de la mujer en el tenis, rompió todos los esquemas en 1900.

 

 

 

 

Con el cambio de siglo, se celebraron los Juegos Olímpicos de París, en Francia. Esta fue la primera prueba olímpica con participación femenina, compitiendo en críquet, tenis y golf. Anteriormente, la cita olímpica prohibía la participación de deportistas femeninas. La entrada de las deportistas en los Juegos Olímpicos no pudo ser mejor, con Charlotte Cooper ganando la medalla de oro en la modalidad de individual femenino y en dobles mixtos junto al tenista Reginald Doherty, convirtiéndose en la primera ganadora olímpica de la historia.

 

La gesta de Cooper llevó al Comité Olímpico Internacional (COI) a reconsiderar el veto a las deportistas en otras disciplinas y en los Juegos Olímpicos de San Luis 1904 (Estados Unidos) las mujeres participaron en modalidades como tenis, vela, croquet, golf, equitación y tiro con arco. Cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Londres 1908, compitieron en disciplinas como el patinaje artístico y la natación.

 

Actualmente, las deportistas pueden participar en la totalidad de modalidades olímpicas, excluyendo la lucha grecorromana, ya que ellas compiten en lucha libre femenina, así como en boxeo, que, pese a que sí tienen presencia, las categorías de peso son menores que en el caso de los deportistas.

 

 

 

 

La explosión de Cooper en el tenis no sólo abrió los ojos al COI, sino que sirvió para crear referentes para las deportistas que vendrían años más tardes. Las hermanas Watson ya abrieron una brecha que Cooper, con sus logros internacionales, se encargó de resquebrajar hasta que, hoy en día, se está intentando romper con más fuerza que nunca.

 

Ella fue la estrella a seguir por otras tenistas de talla mundial como la francesa Suzanne Lenglen, que dominó el tenis mundial en la década de 1920; la estadounidense Helen Wills Moody, que tomó el testigo de Lenglen y ganó 31 Grand Slams; la australiana Margaret Court, considerada una de las mejores de todos los tiempos; la estadounidense Billie Jean King, pionera en la lucha por la igualdad de género en el tenis, y más recientemente Venus Williams y Serena Williams, dominadoras del tenis femenino en la década de 1990.

 

Tras encumbrar la cima de su carrera deportiva, Cooper siguió compitiendo hasta los cincuenta años, disputó su última final de Wimbledon con 41 años y su quinta ensaladera inglesa la consiguió con 32 años y 282 días, récord que aún hoy en día, nadie ha conseguido batir. El 10 de octubre de 1966, a los 96 años, Cooper falleció en Helensburgh (Escocia), dejando un legado difícil de superar.