Entorno

De sueño de Xi Jinping a ruina económica: ‘rise and fall’ del fútbol chino

Una década después de que el Gobierno chino invirtiera miles de millones de dólares en el desarrollo del fútbol en el país, el gran proyecto deportivo chino ha quedado sepultado por la ruina económica.                   

De sueño de Xi Jinping a ruina económica: ‘rise and fall’ del fútbol chino
De sueño de Xi Jinping a ruina económica: ‘rise and fall’ del fútbol chino
Inversores chinos desembolsaron 2.500 millones en la compra de clubes europeos.

Albert Martínez

30 may 2023 - 05:00

China despierta del sueño del fútbol. Lejos quedan ya aquellos años dorados en los que el Gobierno de Xi Jinping regó con miles de millones de euros al fútbol chino, con inversiones en infraestructuras, clubes y deporte base. Fuera de las fronteras del gigante asiático, los inversores del país también se lanzaron a comprar clubes europeos. Una década después, el proyecto se ha desvanecido, las inversiones en el extranjero se han detenido y la Superliga China, antaño potencia en la región asiática, ha quedado sepultada por la ruina económica.

 

“El gobierno de Xi Jinping vio en el deporte una herramienta de geopolítica para posicionarse como una nación moderna”, explica Emilio Hernández, coordinador del Centro de Estudios de Asia en la Universidad de Valladolid, quien asegura que “Xi Jinping trazó un plan deportivo con tres aristas: primero, participar en un Mundial; posteriormente, acoger uno; y después ganarlo, con plazo hasta 2050”.

 

Para ello, el Estado invirtió miles de millones en mejorar la condición física y la salud de los ciudadanos y diversos inversores del país pusieron 2.500 millones de euros en circulación con la compra de clubes en el Viejo Continente.

 

“La entrada de inversores en el fútbol europeo fue un gran movimiento geoestratégico de China: al igual que la compra de puertos de grandes ciudades del mediterráneo, el país buscó acceder a ciertos estratos de poder europeo a través del deporte, mientras ejercía su influencia y poder blando en Europa”, añade Ricardo Gúdel, doctor en la internacionalización y desarrollo de la industria del fútbol en Asia y profesor de la Universidad de Valladolid.

 

 

En concreto, la apuesta de China fue comprar infraestructuras deportivas y entrar en el capital de clubes históricos, como el RCD Espanyol, el Inter de Milán o el Aston Villa, entre otros. En una suerte de nueva ruta de la seda, el país generaba relaciones de deuda y flujos de capital. Asimismo, comenzó a incorporar jugadores europeos de primer nivel para su liga, con fichajes y salarios desorbitados. El verano de 2016, la Superliga china gastó 400 millones en el mercado de traspasos, mientras que algunos sueldos superaron los cuarenta millones anuales, como en el caso de Carlos Tévez.

 

Además, a corto plazo, China invirtió en la base, con la creación de más de 20.000 escuelas de fútbol, añadió la asignatura de fútbol como obligatoria en las escuelas y fijó el objetivo de acercarse culturalmente a Europa en el desarrollo de futbolistas. A largo plazo, estaba en mente el boom del fútbol femenino.

 

Sin embargo, Xi Jiping comenzó a vislumbrar en el deporte un despilfarro de dinero público sin precedentes y a finales de la década de 2010 comenzaron las desinversiones en grandes clubes, tanto en el ámbito local como internacional. “La principal causa es que era un gasto insostenible, pero también la crisis inmobiliaria golpeó al fútbol: en China, doce de los dieciséis equipos de la competición tenían accionistas que pertenecían al sector inmobiliario”, explica Gúdel.

 

 

En 2017, el Estado ya se había dado cuenta de que el desarrollo del deporte no necesitaba una inversión desorbitada, sino una estrategia distinta. La llegada del Covid-19 fue la estocada final: la política de Cero Covid, con los partidos a puerta cerrada, desaceleraron la competición y muchos clubes, antaño grandes, desaparecieron o quedaron relegados a la insignificancia.

 

“Ahora, el objetivo del país en deporte ha variado en favor de una apuesta más sostenible económicamente, con un perfil muy bajo de inversión y una apuesta fuerte por el deporte base”, añade Gúdel, quien asegura que, “una vez la inversión se ha desinflado, el objetivo es competir con otras ligas asiáticas, mientras la inversión planea un desarrollo del fútbol a largo plazo”.