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Treinta años de Barcelona 92

Unión, inversión y gestión férrea: las claves los últimos juegos rentables

La ciudad logró crecer porque se puso en marcha un proyecto a largo plazo para poner en el centro del mundo la capital catalana, que ha sido una de las pocas ciudades en la historia que ha sabido sacar rédito al evento deportivo.

Unión, inversión y gestión férrea: las claves los últimos juegos rentables
Unión, inversión y gestión férrea: las claves los últimos juegos rentables
Históricamente, ha habido una atención inadecuada a la planificación para la etapa posterior de los Juegos, ya que las sedes se centran planificar de los Juegos y su puesta en escena

A. Ferrer

25 jul 2022 - 05:00

Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Barcelona 1992 fueron un hito organizativo que, entre el 25 de julio y el 9 de agosto pusieron la capital catalana en el centro del mundo. El legado del evento deportivo más importante de la historia de España, que abrió Barcelona al turismo y la internacionalizó, aún perdura. Sin embargo, hay cierta nostalgia en el ambiente y varios retos para el futuro, con el objetivo de recuperar el espíritu que una vez hizo posible rentabilizar los Juegos. Palco23 recorre el legado e impacto, el cambio de Barcelona y sus principales magnitudes económicas con entrevistas con el creativo que ideó los Juegos, Luis Bassat, y el concejal de deportes de Barcelona, David Escudé.

 

 

Insight: Treinta años de Barcelona 92

 

 

Los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 fueron los últimos Juegos rentables de la historia. El consenso es casi unánime en que los Juegos de Barcelona como los mejores de la historia y los más rentables, por la capacidad de la ciudad de haber sacado partido a la marca que se generó tras los Juegos y al uso de sus instalaciones. Una organización presupuestaria adecuada, además de una gestión férrea en base a los gastos máximos que podían ejecutarse fue la clave de que el evento fuese el último de los Juegos con rentabilidad.

 

Bent Flyvbjerg, profesor de la Universidad de Oxford y autor del estudio Regression to the Tail: Why the Olympics Blow Up pone como ejemplo para mejorar la ciudad. El profesor considera que la ciudad logró crecer gracias a los Juegos porque “los responsables de entonces veían los Juegos Olímpicos como la puesta en marcha de un proyecto a largo plazo para poner a la ciudad como una de las pioneras del mundo”. También asegura, que muchas lo han intentado y que pocas lo consiguen y, además, en su estudio, recomienda “pensárselo dos veces antes de presentarse como candidato a albergar unos Juegos Olímpicos”.

 

Barcelona consiguió más turismo, infraestructuras y prolongó el uso de los equipamientos deportivos

 

Barcelona 1992 tuvo un coste de 195.236 millones de pesetas y obtuvo un impacto económico tres veces superior, de 585.708 millones de pesetas. El comité organizador logró garantizar el objetivo del equilibrio presupuestario entre ingresos y gastos, es decir, autofinanciar el evento y, por tanto, no suponer una carga contra los ingresos fiscales del estado.

 

En primer lugar, la puesta en escena de los Juegos, con su emotiva sesión inaugural, así como las mejoras que se realizaron en la ciudad, la situaron en el mapa de los operadores turísticos. Hasta el punto de que hoy en día es uno de los destinos más visitados del mundo, tanto para ocio como para organización de ferias y congresos. 

 

Con la llegada de los Juegos Olímpicos de 1992 a Barcelona, se planteó el reto de absorber el tráfico asociado a la celebración del evento deportivo, ampliando y modernizando la terminal de pasajeros (terminal B), y construyendo las terminales A y C. Ese mismo año se estableció un récord en complejo aeroportuario, superando por primera vez la cifra de diez millones de pasajeros.

 

En 2021, un año y medio después del estallido del Covid-19, la capital catalana recibió 4,5 millones de turistas (un 65,5% más que en 2020), lo que supuso un gasto directo total de 3.700 millones de euros. La capital catalana se situó en la posición número 19 de ciudades más visitadas del mundo.

 

 

 

 

Según la memoria oficial de los Juegos de Barcelona 1992, la mayor parte del gasto relacionado con el evento se destinó a la construcción y adecuación de entornos de la capital catalana, que conllevó una inversión de 45.866 millones de pesetas. En la remodelación de la ciudad se integraron construcciones como la Ronda Litoral, que junto a la Ronda de Dalt permitieron descongestionar el tráfico rodado en el centro urbano y también eliminar las vías del tren. Además, se decidió instalar allí la Villa Olímpica, hoy reconvertida en viviendas para particulares.

 

Junto a Barcelona 1992 se situaron como rentables los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, ya que apenas hubo inversión en infraestructuras, puesto que los organizadores reutilizaron instalaciones de la década de 1930. El comité organizador de los Juegos obtuvo unos beneficios de prácticamente 200 millones de dólares. 

 

 

 

 

Pero el éxito de Barcelona también comportó poner el listón muy alto. En la otra cara de la moneda se encuentra en Atenas 2004, que supuso un gasto de más de 16.000 millones de euros que terminó de hundir la economía del país, que entró en recesión en 2009. Por su parte, Montreal 1976 también dejó una huella negra en la historia de los Juegos Olímpicos, ya que los organizadores del evento terminaron de sufragar los costes de los Juegos en 2006, treinta años después de que se celebraran.

 

Históricamente, ha habido una atención inadecuada a la planificación para la etapa posterior de los Juegos, ya que las sedes se centran planificar de los Juegos y su puesta en escena. Uno de los aspectos más importantes es decidir qué se debe hacer con la infraestructura de los Juegos, sobre todo los nuevos espacios creados para la ocasión. En el caso de Tokio 2020 (los últimos Juegos disputados), el comité organizador decidió reutilizar el equipamiento utilizado, inclusive la villa olímpica, que se convirtió en un barrio residencial.

 

Por el contrario, su antecesor, Río 2016, cuenta con instalaciones que apenas medio año después del evento se encontraban abandonadas por la falta de mantenimiento y seguridad. Río dio el disparo de salida a los Juegos enmarcado en una crisis social y económica que se acentuó tras el evento.