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Tokio 2020, crónica de unos Juegos Olímpicos aplazados por la pandemia

Las medidas de seguridad por el Covid-19 marcarán el devenir de la competición deportiva, que no pudo celebrarse en 2020 por el coronavirus. 

Javier Trullols

21 jun 2021 - 04:53

 Tokio 2020, crónica de unos Juegos Olímpicos aplazados por la pandemia

 

Queda poco más de un mes para Tokio 2020. Los Juegos de la XXXII Olimpiada tendrán lugar del 23 de julio al 8 de agosto de 2021, un año más tarde de lo inicialmente previsto, debido a la pandemia del coronavirus, que impedirá la presencia de aficionados extranjeros en las gradas.

 

Desde que en 1896 se organizaron en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de verano de la edad moderna, únicamente la Primera y la Segunda Guerra Mundial impidieron que se celebraran cada cuatro años. La cancelación de los Juegos Olímpicos de Tokio es un acontecimiento histórico, pues sólo ha sucedido tres veces más y siempre por conflictos bélicos: Berlín 1916 (Primera Guerra Mundial), Tokio 1940 (Segunda Guerra Mundial) y Londres 1944 (Segunda Guerra Mundial).

 

El año pasado, la pandemia del coronavirus provocó que no se pudieran disputar, y ha puesto de nuevo en duda que se pudieran llevar a cabo en 2021, pero finalmente tendrán lugar con unas medidas de seguridad excepcionales.

 

Suspender los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio de este verano hubiera podido costar a Japón 1,81 billones de yenes (13.560 millones de euros), según estimaciones del Instituto de Investigación Nomura. Finalmente, y a pesar de las dudas derivadas de la situación sanitaria, Tokio 2020 tendrá lugar, adaptándose a las circunstancias.

 

 

A finales de marzo, Tamayo Marukawa, ministra japonesa responsable de los Juegos Olímpicos, anunció tras reunirse con los presidentes del comité organizador, el Comité Olímpico Internacional (COI), el Comité Paralímpico Internacional (CPI) y la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, el veto a la presencia de aficionados foráneos por la pandemia. La ausencia de espectadores supondría dejar de generar hasta 2,4 billones de yenes (casi 19.000 millones de euros) para Japón, aseguró el pasado enero Katsuhiro Miyamoto, profesor honorario de la Universidad de Kansai.

 

La decisión sobre el número de aficionados nacionales aún está por llegar, aunque el ministro de Japón a cargo de las medidas contra el coronavirus ha propuesto limitar a 10.000 el número de espectadores en eventos importantes, entre ellos los Juegos Olímpico de Tokio 2020. Si finalmente se optara por unos Juegos Olímpicos a puerta cerrada, requerirán de un rescate público de alrededor de 800 millones de dólares (660 millones de euros).

 

Por otro lado, un total de 10.000 personas que iban a participar en los próximos Juegos Olímpicos como voluntarios del evento han presentado su renuncia, un 12,5% del total que requiere el comité organizador. Uno de los principales motivos por los que se han dado de baja del evento es la preocupación por la evolución epidemiológica del Covid-19 en el país, que se suma a la falta de disponibilidad de los voluntarios al haberse aplazado un año el evento.

 

Crónica de un aplazamiento


A finales de febrero de 2020, el COI, que semanas antes aseguró que la celebración de los Juegos seguiría adelante, anunció que se daba un plazo de tres meses para tomar una decisión definitiva sobre la celebración de Tokio 2020 como consecuencia de la pandemia. De manera que establecía que a finales de mayo daría conocer si el certamen tendría lugar en la capital de Japón. 

 

En caso de no poder celebrarse, se barajaba una cancelación como escenario alternativo.

Pocos días después, a principios de marzo de 2020, y con la pandemia propagándose por el mundo, la ministra responsable de Tokio 2020, Seiko Hashimoto, aseguró en el Parlamento que el contrato con el Comité Olímpico Internacional (COI) no establecía claramente un calendario de celebración, y a eso se aferró en caso de que el coronavirus acabara afectando a la cita. “El contrato exige que los Juegos se celebren en 2020. Eso podría interpretarse como que permite un aplazamiento”, señaló, aunque lo hacía pensando en la posibilidad de que se pudieran disputar en la segunda mitad del año.

 

El 22 de marzo de 2020, el COI cedió ante las presiones recibidas y abrió la puerta a aplazar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El organismo se reunió de urgencia para abrir por primera vez la puerta a un aplazamiento, ante la evidente falta de preparación de los atletas que debían competir entre el 24 de julio y el 9 de agosto del año pasado.

 

 

La negociación para la toma de una decisión definitiva sobre la celebración de Tokio 2020 no fue sencilla, al haber muchos intereses en juego. Por un lado, las autoridades japonesas que habían invertido miles de millones de euros en obras; por otro, a los atletas y las federaciones nacionales e internacionales, y, finalmente, a televisiones y patrocinadores.

 

Fuentes del comité organizador encargaron la simulación de distintos escenarios: competir a puerta cerrada; competir, aunque con menos pruebas de las habituales, o aplazar la celebración del evento uno o dos años. Trabajaban para reducir el impacto económico de la decisión para el movimiento olímpico, y especialmente para Japón, tras haber cerrado el presupuesto de Tokio 2020 en 12.600 millones de dólares, una vez realizados diferentes ajustes económicos durante los tres años anteriores. El importe final supone una rebaja de 1.400 millones de dólares respecto a la cantidad inicial.

 

Apenas dos días después, Japón y el COI acordaron posponer los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 por la pandemia un año, según informó el primer ministro de Japón, Shinzo Abe. Abe aseguró que el COI aceptó la petición de su gobierno de aplazar el evento, asegurando que “propuse posponer un año y el presidente (del COI) Thomas Bach respondió que lo aceptaba”.

“En las actuales circunstancias, y basándonos en los datos de la Organización Mundial de la Salud, el presidente del COI y el primer ministro de Japón concluimos que los JJOO de la XXXII Olimpiada en Tokio deben ser cambiados a una fecha más allá de 2020, pero no posterior al verano de 2021”, señaló el COI a través de un comunicado.

 

El 30 de marzo de 2020, el COI y el comité organizador nipón anunciaron el acuerdo sobre las nuevas fechas para los Juegos Olímpicos de Verano de 2020, que comenzarían el 23 de julio de 2021 con la Ceremonia de Apertura, y concluirían el 8 de agosto con la Ceremonia de Clausura.

 

El comité organizador japonés decidió conservar Tokio 2020 como nombre del evento, al mismo tiempo que optó por mantener la llama olímpica en el país, con el objetivo de simbolizar “la luz al final del túnel en que nos encontramos ahora”, de acuerdo al COI.

 

 

En una era totalmente digitalizada donde hay una inmensa cantidad de fuentes audiovisuales de entretenimiento, los Juegos Olímpicos destacaban y siguen haciéndolo hoy en día por encima de cualquier competición deportiva. Así, su negocio se ha duplicado en prácticamente veinte años, pasando de 3.000 millones de euros entre el ciclo 2001-2004 a los 6.000 millones de euros previstos para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Este crecimiento ha provenido especialmente de la revalorización de los derechos audiovisuales, que representan un 73% de los ingresos del negocio olímpico.

 

El aplazamiento de un año de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 tiene un precio: 2.800 millones de euros es lo que costará posponer unos Juegos Olímpicos en pleno siglo XXI, según el comité organizador. Es una cantidad muy por encima de la que habían calculado los expertos antes de concluir el coste definitivo, que anteriormente se situaba en 1.605 millones de euros. Los costes adicionales derivados del aplazamiento serán compartidos entre el comité organizador de Tokio 2020, el gobierno metropolitano de Tokio y el Gobierno japonés.

 

Además de pasar a la historia por ser los Juegos Olímpicos de la pandemia del Covid-19, también lo harán por ser los más caros de la historia, con un gasto que aumentará debido a su aplazamiento. Un estudio elaborado por la Universidad de Oxford ha cifrado en cerca de 13.000 millones de euros el coste de la postergación del evento en Japón. Además, la previsión de la universidad es de que la cifra se eleve varios miles de millones más durante el transcurso del año. Con esas cifras, Tokio superará a Londres 2012, que supuso un desembolso de 12.290 millones de euros en los Juegos Olímpicos más caros celebrados hasta la fecha.

 

 

En el marco de un proceso de recorte de gastos, los organizadores han propuesto al COI más de cincuenta medidas para simplificar los gastos del evento en un 2% del presupuesto, o lo que es lo mismo, un ahorro de 238 millones de euros. El consejero delegado de Tokio 2020, Yoshiro Mori, aseguró a finales de 2020 que “aún hay margen para ahorrar más dinero” y rebajar el presupuesto final de los Juegos.

 

Mori, máximo responsable de Tokio 2020, se vio obligado a dimitir el pasado febrero, tras criticar que las reuniones de ejecutivos con muchas mujeres se retrasaban demasiado, en su opinión. Seiko Hashimoto, la primera ministra de las Olimpiadas, de 56 años, aceptó ocupar su cargo.

 

En los últimos meses, la organización de los Juegos Olímpicos ha seguido adelante a pesar de la incertidumbre derivada de la pandemia del coronavirus. Las dudas sobre la evolución de la pandemia tanto en Japón como a nivel global han llevado a diferentes estamentos a solicitar la cancelación del evento, pero Japón y el COI estaban comprometidas con su desarrollo. En mayo, el COI llegó a un acuerdo con Pfizer para suministrar vacunas a los atletas de Tokio 2020, aunque no será obligatorio vacunarse.