Opinión
La anormal normalidad del Barça: sin publicidad en las primeras camisetas
18 mar 2016
El FC Barcelona lo pintaba ayer como algo normal, pero probablemente el Barça sea el único club del top ten europeo que en la recta final de una temporada aún no sabe quién será su patrocinador principal en la próxima. Y de los pocos que habrá sacado al mercado las miles de primeras unidades de su nuevo uniforme sin aún el logo de la marca comercial de turno. La anormal normalidad de un club que en verano de 2015 tenía hecho un acuerdo de 60 millones por temporada con Qatar Airways y, hoy, no tiene nada.
"Qatar es una de las posibilidades, pero hay más. Y las negociaciones van por buen camino", aseguraba el jueves por la noche el vicepresidente Manel Arroyo, responsable de las negociaciones junto al director comercial, Francesco Calvo. Un discurso idéntico al que Josep Maria Bartomeu entonó en la campaña electoral para quitarse la presión sobre un acuerdo que desagrada a parte de la afición. La dura realidad es que no hubo una oferta en firme que igualara la de la aerolínea, y que ésta sigue la única opción real. De hecho, se tuvo que suspender la ratificación del acuerdo en la asamblea de compromisarios de octubre.
Tres problemas. El primero, la compañía se molestó por no verse tratada con el mimo que exige la tercera fuente de financiación individual más importante, tras Telefónica y Nike, cuando además el club no ha cumplido su parte de ir a jugar un partido a Doha; también porque se le quisieran cambiar las condiciones del preacuerdo, que casi doblaba el actual de 35 millones. El segundo, se ha demostrado que quien tiene la sartén por el mango es Qatar, como demostró la filtración del viaje relámpago de los dos negociadores blaugranas el mismo día que se conoció el patrocinio de la filial aeroportuaria de Qatar Airways con el Bayern de Munich. Y el tercero, la promesa de que se conseguiría la camiseta mejor pagada del mundo, incluso por encima del Manchester United, como argumento para rebatir toda crítica a la relación con el emirato.
“El club tiene los recursos económicos suficientes para asumir un año sin ingresos de publicidad en la camiseta”, se atrevió a decir otro vicepresidente del club, Carles Vilarrubí, hace unas semanas. Una declaración valiente, especialmente de una junta directiva que las últimas cuentas de resultados las ha logrado cerrar con beneficios gracias a las plusvalías por los traspasos de jugadores, y que está obligada a bajar la deuda como sea tras un último ejercicio de descontrol en el gasto salarial.
Desde las oficinas del Camp Nou transmiten tranquilidad sobre un escenario que no deja de afectar a la negociación, ya que las miles de primeras unidades que se vendan del nuevo uniforme blaugrana lo harán sin la marca a la que se le pide un mínimo de 60 millones. "Nike entiende la situación; el que vende las camisetas es el Barça y somos conscientes de lo que tenemos entre manos. Cuando se acaben las camisetas que quedan en stock aparecerán en la tienda las camisetas de la próxima temporada sin el sponsor de momento", admitía Arroyo.
En definitiva, la anormal normalidad de un club sobre el que cuesta saber si no tiene cerrado el acuerdo porque es firme en su posición de no negociar por menos de 65 millones al año, o porque Qatar está aprovechando que el tiempo corre a su favor para mantenerse quieta en 60 millones por temporada. Con una ligera diferencia: esos millones de euros estarían en la partida de gastos de la aerolínea, mientras que en el caso blaugrana estarían en el lado de los ingresos necesarios para afrontar las renovaciones de Neymar o Busquets. De hecho, ellos tienen hasta el 30 de junio para deshojar la margarita mientras rentabiliza un acuerdo que ya le ha dado dimensión global.
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