Opinión

Editorial: Otra 'antideportiva' de la ACB a un patrocinador

Palco23

2 feb 2017

Un nuevo patrocinador que vuelve a señalar antideportiva a la ACB. En poco menos de año y medio, la patronal de clubs de baloncesto ha tenido el dudoso honor de enemistarse con dos de las marcas que más apoyo le mostraron cuando peor lo pasaba: primero Orange, y ahora Endesa. Y en los dos casos, para encajar a Telefónica, que irrumpió a finales de 2015 en este deporte con una oferta que marcaba un antes y un después en la liga a nivel económico. Ahora bien, ¿dónde ha quedado la reputación del organismo?

 

En un mundo en el que los consumidores están saturados de impactos, las marcas han empezado a reclamar a las propiedades deportivas un mayor nivel de profesionalización en la gestión y una mayor implicación y colaboración estrecha para alcanzar objetivos. Dos peticiones que la ACB parece haber olvidado a la hora de tratar con las marcas, que ya cuentan con dos ejemplos en los que se ha incumplido lo acordado.

 

Nadie duda de que la alianza con Movistar+ tiene todo el sentido estratégico del mundo, en tanto que asegura el dinero como patrocinador, pero también da acceso a una plataforma audiovisual y servicios tecnológicos que serán esenciales en la relación presente y futura con los aficionados. No obstante, a buen seguro la negociación se podría haber conducido de otra forma para evitar que Endesa, que lleva invertidos 30,5 millones en el torneo desde 2011, se plantee acudir a los tribunales. Incluso alcanzando un acuerdo, es evidente de que la relación ha quedado tocada.

 

No es la mejor carta de presentación para ir a captar a nuevos patrocinadores en aquellas categorías de producto donde no hay socios, como tecnología, alimentación o bebidas. Y es una exploración que la patronal deberá hacer para compensar la pérdida de un socio como Endesa. En función de cómo acabe este nuevo culebrón, que sigue al vivido con Orange en 2015, cuando se le forzó a salir y dejar de emitir partidos en streaming tras el pacto con Telefónica, la ACB podría verse obligada a abonar una nueva indemnización. A la telecos francesa fueron dos millones de euros, por lo que la eléctrica podría reclamar incluso más, ya que sus pagos eran cinco veces superiores.

 

Es comprensible que la asociación priorice ahora más que nunca la generación de ingresos para unos clubs cuya rentabilidad es inexistente en muchos casos. Pero también deberían poner las luces largas y pensar en el futuro, porque de ello podría depender su crecimiento, e incluso su atractivo dentro de un sistema de competiciones, el del baloncesto, en el que cada vez tiene más relevancia la Euroliga.

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