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Audiovisual Sport, la extinción del último campo de batalla del fútbol de pago

Prisa liquida definitivamente la sociedad que entre 1996 y 2006 tuvo casi el monopolio de las retransmisiones de LaLiga, y que protagonizó con Mediapro la guerra del fútbol hasta la centralización de los derechos.

Marc Menchén

6 feb 2020 - 04:58

Audiovisual Sport, la extinción del último campo de batalla del fútbol de pago

 

 

Navidad siempre es una fecha marcada en el calendario para las celebraciones familiares, y para el fútbol español también lo fue en 1996. No porque de forma extraordinaria se jugase como sucede en Inglaterra, sino porque ese año se firmó el denominado Pacto de Nochebuena, un acuerdo empresarial entre Sogecable, Antena 3 y TV3 que buscaba la paz empresarial en la lucha por la compra de los derechos de televisión. De esa alianza empresarial surgiría Audiovisual Sport, verdadera protagonista hasta 2006, cuando irrumpió Mediapro y se inició la denominada guerra del fútbol. El pasado 17 de enero, y muchos años después de estar inoperativa, la empresa que durante años gestionó las emisiones del fútbol ha sido enviada a liquidación.

Aquella víspera de Navidad lo que se intentó precisamente fue evitar una batalla por los derechos de los clubes que encareciese el precio que Prisa a través de Sogecable venía pagando desde 1990. Durante años, el grupo de la familia Polanco había pujado en solitario por las retransmisiones de pago en alianza con las cadenas autonómicas, pero seis años después aparecería Antena 3, entonces propiedad de los Asensio, para intentar hacerse con ese negocio.

La oportunidad del canal en abierto surgió después de una asamblea de LaLiga celebrada en Toledo, en la que muchos clubes decidieron romper la encomienda de la venta a la patronal después de que su secretario general, Jesús Samper, asegurara que el crecimiento continuado del valor de los derechos podía ser una quimera. La realidad sería muy distinta, pero aquello bastó para que el fútbol español entrara en el mercadeo, la generación de facciones entre clubes y un largo listado de cruces de demandas.

 

 



Esa carrera individual de cada club por conseguir el mejor contrato posible para sí mismo llevó a Antena 3 a poner 27.000 millones de pesetas (162,3 millones de euros) por temporada durante cinco años para emitir un partido los lunes. La oferta superaba con creces a los 6.750 millones de pesetas (40,6 millones de euros) al año que se comprometieron a abonar Sogecable y la Federación de Entidades de Radio y Televisión Autonómicas (Forta) entre 1990 y 1998. Ese acuerdo daba a las cadenas públicas un encuentro el sábado, mientras que la filial de Prisa ofrecía el partido de pago en Canal+, cuando aún se comercializaba mediante decodificadores conectados al televisor.

La respuesta de esta alianza se canalizó por dos vías: demandas judiciales contra Antena 3 y los 27 clubes que se vieron seducidos por su propuesta por incumplimiento de contrato, pero a su vez una importante mejora de contrato, que situaría los ingresos en 31.000 millones de pesetas anuales (186,3 millones de euros). A cambio, Prisa solicitaba poder extender la explotación de la modalidad de pago al satélite y el pay-per-view (PPV), de forma que se podrían emitir más partidos y tener más posibilidades de recuperar la inversión.

Finalmente, y con tal de enterrar demandas, Prisa y Antena 3 decidieron crear una sociedad conjunta a la que aportarían todos sus derechos para gestionarlos conjuntamente. Cada uno ostentaría el 40% de la compañía, mientras que el 20% lo tendría TV3, pieza clave para asegurar las emisiones del FC Barcelona y para evitar que pudiera considerarse a Audiovisual Sport como dueño del monopolio del fútbol.

El acuerdo establecía que Prisa, a través de Sogecable, tendría la exclusividad del partido de pago y la taquilla del PPV, que explotaría a través de Canal Satélite Digital, mientras que Antena 3 emitiría el partido en abierto en todo el Estado y TV3 lo propio en Cataluña, siempre con el Barça o el Espanyol de Barcelona como protagonistas. Este pacto, además, suponía un duro golpe para el Gobierno de José María Aznar, que en 1996 trabajó para que Telefónica y Rtve encabezaran el lanzamiento de Vía Digital para competir con el proyecto de los Polanco.

 

 

 


Eso sí, el grupo de telecomunicaciones aún participado por el Estado logró entrar en el accionariado de Audiovisual Sport a mediados de 1997 con la compra de las acciones de los Asensio en Antena 3 (25%) y Gestora de Medios Audiovisuales (51%), el vehículo a través del que se compraron los derechos de 27 clubes. Así, se abría un escenario en el que las dos plataformas por satélite podrían ofrecer todo el fútbol hasta que en 2003 se fusionaron, al tiempo que el PP blindaba en el Congreso la obligación de que siempre hubiera, y aún haya, un partido gratis cada jornada.

Durante este periodo, los ingresos por televisión del fútbol español pasaron de valer 40,6 millones de euros en 1990, a 191 millones de euros en 1999-2000 y 329 millones en 2005-2006. Fue el último año de aparente tranquilidad en la comercialización de las retransmisiones, pues había llegado el momento de Mediapro, que entró de lleno en el negocio a través del Barça.

Jaume Roures y Tatxo Benet sabían dónde se metían, puesto que desde el 2000 habían sido los gestores de Audiovisual Sport y se encargaron de hacer rentable sus operaciones. Sin embargo, en el 2006 fueron despedidos por los Polanco, que no veían con buenos ojos su participación en el lanzamiento de La Sexta. A partir de ahí, la ambición del grupo audiovisual sería crear un producto que pasara de los 12 euros por partido a los 12 euros mensuales por toda la competición a través de GolT.

 

 



Su posición negociadora frente a Audiovisual Sport fue óptima, pues a la compra de los derechos del Barça sumó un año después al Real Madrid y un nutrido grupo de equipos de Primera y Segunda División a los que dobló los ingresos mínimos que recibían por televisión. Es decir, tenía bajo su control más del 70% de los ingresos que hasta ese momento generaba la taquilla de pago. 

En busca del armisticio, el vehículo participado por Sogecable y Telefónica ofreció una participación del 25% de Audiovisual Sport a Mediapro a cambio de sus derechos, una propuesta que finalmente no se acabó materializando. Aun así, y tras situaciones surrealistas de prohibición de entrada de cámaras y pirateo de señales incluidas, las partes acabaron acordando una nueva versión del Pacto de Nochebuena. Las dos compañías podrían ofrecer todos los partidos de pago y La Sexta emitiría en abierto.

El cruce de demandas continuó con numerosos capítulos durante la guerra del fútbol, mientras ambas compañías continuaban yendo club a club en busca de sus derechos para cada ciclo de tres años. Entre 2006-2007 y 2014-2015 se volvieron a doblar los ingresos de los equipos, hasta 835 millones de euros, que es lo que se recaudó antes de un 2015 clave por dos motivos: se cerró la batalla judicial de forma definitiva y el Gobierno sacó adelante la centralización de la venta de las retransmisiones.

A comienzos de ese año, el Tribunal Supremo obligó al grupo catalán a pagar 32 millones a Prisa, correspondientes a los acuerdos para el intercambio de derechos de clubes en 2006-2007, pero dejó sin efectos la reclamación de 320 millones de euros que formuló el grupo editor de El País y que llevó a Mediapro a presentar concurso de acreedores para protegerse. Más tarde, en 2019, la Audiencia Provincial de Madrid obligaría a Prisa a pagar 51 millones de euros a Mediapro por los daños de esta guerra. Era el penúltimo capítulo de esta historia, que se ha cerrado ahora con la liquidación de Audiovisual Sport.