Fitness

Franquiciar, el trampolín del gimnasio: España ya tiene 340 clubes franquiciados

Las cadenas de gimnasios, sobre todo las estadounidenses, confían en este sistema para crecer con rapidez reduciendo costes, pero el modelo plantea el desafío del control de la marca y la buena relación con el inversor.

Patricia López

19 ene 2018 - 04:57

El modelo de franquicia es el más utilizado por las cadenas de gimnasios que desean crecer con rapidez sin realizar una gran inversión

 

 

¿Franquiciar o apostar por el crecimiento orgánico? Esa es la cuestión que se plantean los directivos del fitness, que se sienten seducidos por los cantos de sirena de una rápida expansión, pero que temen perder el control de su marca. El modelo, que tradicionalmente ha servido de trampolín para crecer a numerosas empresas de restauración, como McDonald’s o Starbucks, atrae a los ejecutivos de la industria del deporte. El sector en España cerró el año con al menos 340 gimnasios gestionado por terceros a través de 23 centrales de franquicia, según datos de la consultora Barbadillo y Asociados a los que ha accedido Palco23.

 

El volumen de cadenas que optaron por licenciar su marca en 2017 aumentó un 9,5% respecto al año anterior. “Con excepción del sector de la hostelería y la restauración, el fitness y la salud han sido las industrias que más han crecido en término de volumen de franquicias”, indica a este diario Santiago Barbadillo, socio de la consultora.

 

Prueba de ello es el crecimiento experimentado Anytime Fitness, Sano Center, Brooklyn Fitboxing y Snap Fitness, las cuatro cadenas que más clubes han inaugurado en 2017. Pero, ¿por qué las cadenas se aventuran a vender la licencia a terceros? Y, ¿qué motivos empujan a los inversores a abrir un negocio apoyándose en otra marca?

 

 

 

 

Desde el punto de vista del franquiciador, “esta fórmula permite ganar presencia rápida en el mercado sin realizar grandes inversiones y reducir las dificultades de gestión de los centros, porque recae sobre los hombros del socio”, asegura. A cambio, el franquiciado reclama que la “marca tenga cierto prestigio, formación en gestión y un apoyo permanente para dirigir la instalación con éxito”, admite.

 

Esta una de las dificultades a las que se enfrenta tanto la central como los socios. Infinit Fitness es una de las cadenas que ha apostado por este modelo para crecer. A día de hoy, cuenta con once instalaciones, de las cuales cuatro son franquicias, una cifra que la compañía espera seguir incrementando hasta que el 70% de su red esté dirigida por terceros.

 

“Se nos presentan oportunidades de centros que han cerrado y que quieren reabrir con nuestro modelo, pero cuyos gestores no quieren asumir nuestras reglas del juego”, explica Marcos Baroja, consejero delegado de la cadena. Esta formación en gestión para que integren el modelo de negocio de la central es clave, y según Barbadillo, está muy relacionada con el apoyo brindado al socio.

 

 

 

 

“Es conveniente que la cadena cuente con una figura que supervise al franquiciado y valore sus operaciones para mantener dentro del cauce a todos los centros. La central no puede permitir que la marca se vea perjudicada”, advierte el directivo. Baroja, por su parte, asegura que además de la formación, “es importante la transparencia y la comunicación con el socio para garantizar que los clubes propios y franquiciados cuentan con la misma estructura”.

 

Para garantizar este objetivo, otros como Anytime Fitness, la cadena de gimnasios con más franquicias operativas en España, han reforzado su directiva para brindar un trato más cercano a cada inversor. En 2015 fichó a un consultor de franquicias y desde entonces ha abierto cuarenta clubes no corporativos. A día de hoy, el 60% de sus inversores posee más de un club.

 

Sano Center, por su parte, fichó a Juanma Sáez como director de operaciones para acelerar la expansión de la marca. Desde su llegada en abril ha acelerado en la búsqueda de franquiciados, a los que imparte formaciones en materia de márketing y gestión de club. Como resultado, de los 28 centros operativos, 22 pertenecen a socios y sólo dos son propios. El resto, son participados, de modo que tanto la central como el franquiciado comparten la propiedad.

 

 

 

 

Otro ejemplo es Orangetheory Fitness, que en España ha vendido la masterfranquicia a tres socios que están trabajando en su expansión. “En un principio queremos crecer con centros propios y, a partir de ahí, demostrar que el modelo funciona a inversores interesados en abrir su propio club”, señaló Dave Long, fundador y consejero delegado de la marca, en el marco de la primera inauguración en Madrid.

 

Sin embargo, no todo son casos de éxito. “El pago de un canon de entrada exige unas contraprestaciones más allá del uso de la marca, y si no se cumplen el franquiciado podría abandonar el negocio”, advierte Barbadillo. Es una situación que ha sufrido Fitness19 con la marcha de doce franquiciados que crearon una marca en paralelo, Fitnext, y con la salida de Brooklyn Fitboxing. “Suspendimos el contrato de manera bilateral porque teníamos diferente manera de trabajar”, argumentaron a este diario fuentes de Fitness19.

 

La estadounidense Gold’s Gym también hizo su irrupción en España con este sistema, pero su negocio no acabó de despegar. “Ficharon a directivos de Rusia que no tenían experiencia en este mercado y hubo un error de planteamiento”, afirma Barbadillo. A día de hoy, la instalación que operaba en la Torre Picasso de Madrid está dirigida por Paidesport Center.

 

AltaFit, por su parte, ha hecho el camino de ida y vuelta. En los dos últimos años sólo ha inaugurado centros propios y ha recuperado un centro franquiciado en Barcelona y adquirido un club participado en Vitoria con el objetivo de “crecer controlando la marca”, indicó el consejero delegado, José Antonio Sevilla.