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¿‘Sneakers’ en Navidad? La crisis del ‘sourcing’ trunca el ‘boom’ del deporte

El colapso de los puertos, la escasez de contenedores y la paralización de polos productivos clave como Vietnam amenazan con dejar a las tiendas españolas de artículos deportivos sin los bestsellers para estas navidades.

¿‘Sneakers’ en Navidad? La crisis del ‘sourcing’ trunca el ‘boom’ del deporte
¿‘Sneakers’ en Navidad? La crisis del ‘sourcing’ trunca el ‘boom’ del deporte
Vietnam, el gran polo del mundo de fabricación de calzado deportivo, está a un 70% de su capacidad de producción.

I. P. Gestal

13 oct 2021 - 05:00

“No nos queda”. “No la tenemos en su talla”. “Se lo pedimos pero quizás llega dentro de un mes”. La rotura de stock es (salvando ahora un estado de alarma) la peor pesadilla de un retailer. El deporte lo ha vivido ya dos veces en dos años: primero, porque la escalada de la demanda en pleno confinamiento sobrepasó la oferta. Ahora, a las puertas de la campaña más importante del año, Vietnam está cerrado y la logística, colapsada, así que las Air Jordan no llegan.

 

Según explican a Palco23 especialistas en aprovisionamiento, Vietnam se encuentra actualmente al 30% de capacidad productiva afectado por una escalada en los contagios de Covid-19: aunque las fábricas de Hanoi se encuentran al 70% de producción, las de Ho Chi Minh están casi todas cerradas. Otros polos relevantes del aprovisionamiento en Asia, como Indonesia o Myanmar, también hay afectaciones de la producción, mientras China, Bangladesh, India o Pakistán funcionan con relativa normalidad.

 

Nike, el número uno del sector y en el que los retailers pueden llegar a confiar hasta un 70% de su oferta, ya ha alertado del riesgo de desaprovisionamiento en la recta final del año, un trimestre clave por la campaña del Black Friday y la Navidad.

 

Las sneakers, la estrella del sector, son el artículo más afectado, ya que es el más expuesto a Vietnam, donde las fábricas estuvieron más de diez semanas cerradas por orden del Gobierno y la reactivación está siendo muy lenta. 

 

 

 

 

Sin producto y con los costes disparados a lo largo de toda la cadena de valor, muchos retailers no ven más remedio que terminar subiendo los precios y reducir los descuentos en el Black Friday, aunque el margen se quedará prácticamente plano.

 

“El problema no es tanto falta de producto sino la falta de aquel producto que es atractivo y quiere el consumidor”, explica el directivo de una central española de compras. “Ya no puedes hacer como hace diez o quince años, que ofrecías al cliente otra alternativa, porque hoy no le vale: la niña que te pide las Converse quiere sólo las Converse porque son las que llevan sus amigas y si ese modelo cae, cae todo”, ejemplifica.

 

En el sector, los pedidos se realizan con un año de antelación, pero la marca no empieza a fabricar hasta unos meses antes de la entrega. Cuando la mercancía llega tiene, además, que llenar primero sus propias tiendas, un negocio creciente en plena apuesta de todas las marcas por la venta directa al cliente final.

 

Lo habitual es que, en septiembre, el 80% de la campaña esté ya en el punto de venta. Pero las disrupciones han llevado a cancelaciones o retrasos in extremis que impiden reacionar a tiempo.

 

 

 

 

“Si a mí me dicen a tiempo que New Balance no llega, puedo pedir Brooks, pero si se tiran semanas diciéndome que está en tránsito no puedo hacer nada”, apunta otro ejecutivo de un retailer español especializado. Algunos ejecutivos apuntan a retrasos de hasta un mes en las entregas.

 

Nike, Converse (también propiedad del gigante estadounidense), Adidas y New Balance son algunas de las marcas más afectadas, sobre todo en los productos más de tendencia, los que, aunque se produzcan en lejanía, se encargan con menos tiempo de antelación respecto a su llegada a mercado. Deckers (dueño de Hoka One One) y Columbia también están entre las más impactadas debido a su gran dependencia de Vietnam.

 

“Cuando la moda entra en un sector industrial tiene cosas buenas y cosas malas: las buenas son que te da una rotación que antes no tenías; las malas, que te hace cautivo de ese antojo”, resume otro directivo.

 

 

 

 

La solución de las cadenas de tiendas y centrales de compra pasa por anticipar al máximo los pedidos para asegurarse ser los primeros en la lista en cuanto haya una mínima producción, pero más allá de eso su capacidad de reacción es muy limitada.

 

Superada la Navidad, la gran incógnita es qué pasará con los precios. Parece claro que las marcas trasladarán su subida de los costes a los retailers, que no tendrán más remedio que pagar ante la falta de oferta, pero no todos ven tan claro que se pueda trasladar este incremento al cliente final. “Quizás en los bestsellers, pero si subimos precios nos quedamos solos y es imposible competir”, señala un ejecutivo de un pure player especializado.

 

 

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Reacciones internacionales

 

Los retailers internacionales cotizados que han presentado resultados recientemente también coinciden en señalar las disrupciones en la cadena de suministro como el principal problema al que se enfrenta hoy el sector.

 

“El mayor desafío al que se enfrenta la industria son las numerosas disrupciones en la cadena de valor”, sentenciaba la estadounidense Academy Sports a principios de septiembre en su conferencia con analistas.  

 

“Hemos estado trabajando con todos nuestros proveedores para asegurar el flujo de mercancía” –precisaba- “dada nuestra fuerte relación con proveedores como Nike, Adidas o Under Armour tenemos oferta suficiente ahora mismo”, apuntaba.

 

También subraya que lleva dieciocho meses conviviendo con roturas de stock, especialmente en categorías como las bicicletas, donde la demanda se catapultó el año pasado tras el confinamiento, por lo que ya había venido aumentando sus costas y le han permitido preparase mejor.

 

Preguntado por este problema en particular, Foot Locker subrayaba en su conferencia con analistas en junio que “cuando las disrupciones se deben a cosas que no puedes controlar hay que ser muy cauteloso”.

 

Respecto a los precios, apuntaba que “claramente, las disrupciones en la cadena de valor y los costes del transporte hacen que haya que seguir muy atentamente toda la estructura de gasto, pero intentamos asegurarnos de que el precio es correcto para nuestro consumidor”.