Equipamiento

El CAR de Sant Cugat dibuja su futuro con un plan inversor de 20 millones de euros

La dirección ha diseñado el proyecto para modernizar la instalación, con piscina, campo de hockey y pista de skeleton. El plan contempla acometer las obras por fases, una vez la Generalitat y el CSD den el visto bueno al proyecto y al presupuesto.

Patricia López

6 mar 2018 - 05:00

Consejo Superior de Deportes (CSD) y la Generalitat de Catalunya, con 2,5 millones y 6 millones de euros, respectivamente

 

 

El CAR Cugat dibuja su futuro para mantener su condición de centro de alto rendimiento de referencia en Europa. Esa es la visión estratégica que ha diseñado el director de la instalación Ramón Terrassa, que desde su llegada en 2016 se ha centrado en diversificar la fuente de ingresos del complejo, mejorar la viabilidad económica y los procesos técnicos deportivos. De ejecutar todas las propuestas que hay sobre la mesa, la inversión superará los veinte millones de euros.

 

“En 2016 estábamos en una situación de máxima tensión económica a raíz de la crisis. El volumen de deuda y la falta de inversión era importante, en sintonía con el resto de empresas públicas”, recuerda el directivo a Palco23. En aquel momento el objetivo prioritario era que “esa tensión no se tradujera en la calidad de los servicios deportivos”, comenta.

 

Superado el bache de la crisis, ahora la instalación mira al futuro con el anhelo de renovarse tras más de veinticinco años operativa. “Durante estos dos años hemos diseñado la visión del CAR, que incluye un elemento estructural. Hemos dibujado el futuro y tenemos que ponerlo sobre la mesa cuando haya estabilidad política”, admite Terrassa.

 

 

 

 

El complejo ha sacado el máximo partido al legado olímpico y ahora busca dar un paso más allá. “Sabemos que necesitamos construir una piscina exterior e incluso reubicarla, un campo de hockey hierba, una cubierta para la pista de atletismo y nos gustaría tener una pista de skeleton”, detalla.

 

El directivo recalca que se trata de un proyecto a largo plazo que se acometerá por fases, siempre que la Administración dé el visto bueno a la renovación del complejo. “La visión es muy ambiciosa, estamos enfocados a ser un centro número uno a nivel mundial”, defiende. Terrassa se muestra optimista, pero consciente de que para lograrlo hay que “administrarlo bien y generar los recursos necesarios”.

 

Para amarrar la viabilidad, la dirección apostó por una estrategia múltiple basada la obtención de ingresos atípicos, la internacionalización del CAR, la simplificación de procesos y la estabilización de los ingresos y de la plantilla. “No hemos podido contratar a más personal, pero tampoco hemos despedido a nadie, y hemos logrado estabilizar las aportaciones públicas”, detalla. En la actualidad, la instalación da trabajo a ochenta personas.

 

 

 

 

El uso no deportivo de las instalaciones también ha ayudado a aumentar la facturación, con unos ingresos de 300.000 euros mediante el alquiler de espacios para rodajes, formaciones y presentaciones de empresas. “Esta línea de ingresos existe desde hace años, pero hemos mejorado en cuanto a gestión y ahora estamos decididos a atender este tipo de oportunidades”, subraya. Además, la dirección está trabajando para firmar acuerdos de patrocinio.

 

Gracias a estas actividades, la instalación ha cerrado los dos últimos años sin pérdidas. En ello también influyen las subvenciones que recibe del Consejo Superior de Deportes (CSD) y la Generalitat de Catalunya, con 2,5 millones y 6 millones de euros, respectivamente. Es el único CAR cofinanciado por el Estado y el Gobierno autonómico, ya que tanto el centro de Madrid como los de León y Sierra Nevada dependen íntegramente de la financiación del CSD.

 

El camino hacia la rentabilidad también se ha cimentado en la apertura de la instalación al resto de equipos y selecciones internacionales. “La llegada de deportistas extranjeros genera un efecto económico incuestionable, pero también ayuda en términos de competitividad deportiva. Antes el CAR estaba pensado para los deportistas del país, algo que afortunadamente ha cambiado”, describe Terrassa. “La internacionalización te obliga a estar en constante tensión y a tener unos estándares de servicio altos. Queremos que los atletas se sorprendan de lo que ofrecemos”, sostiene.

 

 

 

 

Esta apuesta por aprovechar el auge del turismo deportivo ha permitido al complejo obtener una tasa elevada de repetición y periodicidad de los equipos extranjeros. “El clima mediterráneo es un valor del CAR. Muchos vuelven y hacen reservas fijas año a año; esto nos garantiza una serie de ingresos recurrentes”, explica.

 

Más allá de la incertidumbre sobre cuándo podrán acometerse las próximas mejoras del espacio, el directivo admite que, si algo está claro, es que el complejo seguirá focalizando su actividad en el alto rendimiento, lo que provoca que la instalación no esté abierta al libre uso de la sociedad. Tanto es así que la instalación está íntegramente enfocada al entrenamiento privado, y prueba de ello es que ningún espacio cuenta con gradas.

 

“No podemos convertir el CAR en un gimnasio municipal porque generaría una interferencia que haría inviable nuestra operativa”, manifiesta. “Un total de 200 deportistas viven aquí y algunos son menores de edad. Tenemos que protegerles y favorecer que se sientan como en casa”, argumenta. Con todo, Terrassa admite que están abiertos a colaboraciones con el Ayuntamiento para ceder espacios de manera puntual cuando estén inutilizados.

 

En el ADN del CAR también está la formación académica, una piedra angular de su oferta ya que, de no obtener buenos resultados en el aula, los deportistas pierden la beca. “No queremos deportistas que cuando se retiren no sepan qué hacer. Desde el día que entran saben que deben llenar una mochila vital de competencias que serán necesarias en su futuro”, argumenta.