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Buff, en busca del equilibrio entre marca y fabricante

El plan de digitalización y modernización que la compañía catalana puso en marcha en 2020 en su almacén ha logrado que su productividad aumente en un 30% este año respecto a antes de su implementación, que se finalizó en 2021.

Buff, en busca del equilibrio entre marca y fabricante
Buff, en busca del equilibrio entre marca y fabricante
La nueva estrategia de marca de la empresa catalana pasa por potenciar su marca para acercarse a un cliente menos deportista, sin dejar atrás el aspecto técnico de alta calidad de su producto.

I. C.

23 sep 2022 - 05:00

Un buff es como comúnmente se llama a una braga tubular elástica para el cuello en Cataluña. Este es uno de los mayores logros de la empresa catalana, el efecto Chupa-Chups: convertirse en sinónimo de su producto estrella. Pero este fenómeno abre la puerta al reto de ir más allá, de conseguir que el cliente vea a la marca como algo más que un fabricante de accesorios técnico para protegerse del frío. Buff, que mantiene su sede y su fábrica principal en Igualada desde hace treinta años, persigue un nuevo horizonte: ser marca sin dejar de ser fabricante.

 

Buff nació en 1992 de la mano de Joan Rojas, hijo de un fabricante de Igualada dueño de una pequeña fábrica en la localidad catalana, unos de los polos del textil en la localidad. La compañía nació de la necesidad de Rojas de protegerse del frío y el viento con un accesorio ligero, cómo y multifuncional cuando hacía excursiones o salía con su motocicleta.

 

Tres décadas más tarde, la compañía opera con una fábrica de 1.500 metros cuadrados y tres almacenes en Igualada, Estados Unidos y Canadá y produce más de siete millones de unidades al año. En su centro, continúa aquella braga, o tubular, elástica de capacidades técnicas dirigida originalmente a deportistas de alto nivel o de deportes extremos.

 

En 2020, la empresa puso en marcha la digitalización y modernización de su almacén en Igualada, con una superficie de 3.000 metros cuadrados y en el que gestiona simultáneamente cuatro temporadas, 6.000 referencias en total, anualmente. En él, trabajan 25 personas de media, una cifra que se llega a multiplicar por tres en temporada alta. Este año, la compañía ha aumentado su productividad en un 30% respecto al ejercicio antes de su implementación.

 

Desde el almacén, Buff suministra producto a sesenta países de manera indirecta (a distribuidores externos y a sus almacenes propios en Estados Unidos y Canadá) y directa (a clientes individuales), además de proveer a su tienda online y el producto de los marketplaces en los que está disponible.  

 

 

Además de aumentar la productividad, otra de las mejoras que ha permitido la digitalización del almacén es mejorar la trazabilidad del producto. “Nuestro sistema está integrado con los transportistas y les llega la información de a quién deben entregar el paquete y lo que contiene a tiempo real”, explica Sole Espinar, directora de logística de Buff.

 

La compañía catalana también amplió su fábrica el año pasado, un proceso en el que invirtió 1,4 millones de euros, además de 200.000 euros en nueva maquinaria. Así, la empresa ha sumado 1.500 metros cuadrados de superficie a su capacidad productiva, un espacio repartido en tres plantas, con la superior aún sin utilizar. “La planta de arriba es un plus de crecimiento potencial para el futuro”, explica Guillermo Oliva, responsable de transformación y supervisor de la cadena de aprovisionamiento y las operaciones de Buff.

 

La nueva estrategia de marca de la empresa catalana pasa por potenciar su marca para acercarse a un cliente menos deportista, sin dejar atrás el aspecto técnico de alta calidad de su producto. La compañía ya trató de acercarse a la moda en la década pasada a través de una colección de accesorios para el cuello de aspecto menos deportivo, pero el proyecto acabó descontinuándose.

 

 

Ahora, el reto de Buff es “conquistar al cliente que no necesariamente es deportista, pero que va en skate al trabajo”, en palabras de David Camps, consejero delegado de la compañía. Aunque el outdoor ha sido la clave del éxito de la compañía en los últimos treinta años, especialmente el de la pandemia, cuando sus ventas se dispararon más de un 50%, el athleisure será su próximo truco bajo la manga, acercándose a deportes como el yoga o el entrenamiento en casa.

 

La compañía también avanza en sus objetivos de sostenibilidad, enmarcados en la estrategia Do More Now. De cara a este año, la empresa catalana comenzará a trasladar la producción de su línea de productos de punto a su fábrica en Igualada, con el objetivo de que el 100% se desarrolle in-house en 2025.

 

La compañía comenzó el año pasado el proceso de integrar la producción de su línea de gorras, que lanzó en 2017 y produce parcialmente en Asia. En 2023, Buff prevé que el 100% de estos productos se confeccionen en su fábrica propia, reduciendo la producción en lejanía.

 

Además, enmarcado en sus objetivos de sostenibilidad, la empresa catalana prevé transformar el diseño de su icónico tubular para que se compone de una sola fibra, poliéster, “pero manteniendo su elasticidad actual”, señala el equipo de Buff. Actualmente, el producto se compone de elastano con poliéster, lo cual dificulta su reciclaje.