Entorno

Sandro Rosell, ascenso y caída de quien pudo serlo todo en la industria del deporte

El empresario barcelonés ha pasado de ser uno de los ejecutivos más bien valorados de la industria a ser el claro ejemplo de las malas prácticas en la misma, tras ser detenido ayer por blanqueo de capitales.

M.Menchén

24 may 2017 - 05:00

sandro rosell campaña electoral barça 2010

 

“No os defraudaré”. Es una de las declaraciones que Sandro Rosell realizó al ganar las elecciones a la presidencia del FC Barcelona en 2010, después de varios años en la sombra tras su fugaz paso por la vicepresidencia blaugrana entre 2003 y 2005. Un lustro de entreguerras, con muchos claroscuros, que ayudan a entender la personalidad que ha provocado el derrumbe definitivo de quien lo tuvo todo para ser considerado un referente del márketing deportivo. Una carrera truncada por los atajos, no siempre legales, y que ayer precipitaron su detención junto a otras cuatro personas, incluida su mujer, Marta Pineda, por el presunto blanqueo de capitales generados por el cobro de comisiones irregulares. Se espera que declaren el jueves en la Audiencia Nacional.

 

Un nuevo problema que se une a la ristra que acumula este licenciado en Empresariales por Esade, cuya audacia que en otros tiempos exhibía para fichar y cerrar negocios se ha diluido. En los últimos meses ha visto como la textil Grifone, en la que invirtió, ha sido adquirida por un grupo de directivos para evitar su liquidación; se postuló como caballero blanco de Giem, la ideóloga de los columbarios que arrastra demandas por toda España, y su antigua agencia de márketing está al borde del cierre.

 

La progresión de Rosell en la industria del deporte está muy ligada a los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Allí empezó la carrera de muchos profesionales, en su caso gracias al salto que dio a Nike para gestionar los patrocinios en España y Portugal, competencias que en 1999 se ampliaron a Latinoamérica. Allí fue donde logró uno de sus primeros pelotazos al conseguir que la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) firmara con la multinacional estadounidense su patrocinio técnico. Entonces se consideró una hábil maniobra del ejecutivo barcelonés, aunque las pesquisas del FBI apuntan a que fue un logro sólo posible por el pago de comisiones.

 

 

“Era el mejor contrato de patrocinio de la historia del deporte y constituía, innegablemente, un acierto de Teixeira”, defendía Rosell en su libro Bienvenidos al mundo real, sobre un contrato de 160 millones de dólares en diez años. No obstante, la Fiscalía de Estados Unidos ya abrió una investigación en 2015 por “el patrocinio de la selección nacional de Brasil por una gran empresa deportiva de EEUU", según expuso entonces Loretta Lynch, fiscal general de EEUU, quien apuntó a que se habrían pagado sobornos por 15 millones de dólares.

 

Esta cuantía encaja con la que habrían desviado Rosell y Ricardo Teixeria, entonces presidente de la CBF, según la investigación iniciada por la Audiencia Nacional. El veterano dirigente ya dimitió en 2012, acuciado igualmente por otros casos de corrupción en los que también estaba implicado Rosell. Una causa archivada es la del posible desvío de fondos en la organización de partidos amistosos de la Selección de Brasil.

 

Algunas de estas operaciones, según avanzó ayer la Ser, también implicaron la participación de empresas de Qatar, por donde transcurría el dinero antes de llegar a Suiza y, después, a Andorra, país en el que Teixeira llegó a pedir la residencia. Volviendo al emirato, allí es donde está el otro gran foco de polémica en la carrera profesional de Rosell. El empresario logró tejer importantes complicidades que le permitieron conseguir que su agencia Bonus Sports Marketing (BSM) se hiciera con la gestión exclusiva de Football Dreams, un proyecto de la academia Aspire que consistía en buscar a los mejores talentos futbolísticos en 18 países para que pasaran a formar parte de la prestigiosa academia de Qatar.

 

Su relación con el emirato afectó al inicio de su mandato en el Barça, ya que, tras asegurar que no comercializaría la camiseta del primer equipo, esta fue precisamente una de sus primeras acciones. Con el agravante de que intentó camuflar que se mantenía la publicidad de una organización sin ánimo de lucro, Qatar Foundation, pese a que el año siguiente se dio paso a Qatar Airways. Fue una de sus promesas electorales incumplidas, junto a la que ahora apunta que fue la segunda: jamás abandonó sus negocios en la industria del deporte mientras presidió el club.

 

 

Rosell aseguró a finales de 2010 que había vendido BSM a The Dahall Al Baraka Group, aunque la realidad era distinta. El empresario barcelonés cedió la propiedad en apariencia a Shahe Ohanessian, un empresario libanés que estudió con él en Esade y que nadie conocía en el sector. De hecho, los investigadores le detuvieron ayer porque consideran que era un mero testaferro de Rosell para no abandonar del todo una empresa que sólo en los dos últimos ejercicios generó dos millones de euros en beneficios. Entretanto, la forma en cómo intentó fichar a Neymar ha llevado a la inculpación del Barça por delitos fiscales, después de las denuncias por cómo se tributó aquella operación y la sensación de estafa de DIS, el fondo que controlaba parte de los derechos del jugador.

 

El caso está visto para sentencia, como también lo está BSM. Como ya adelantó Palco23, la empresa está al borde del cierre después de haber perdido el contrato con el emirato y de que parte del equipo haya decidido marcharse. Tampoco ayuda que BSM se viera implicada en otro de los juicios que esperan al directivo, el de la denuncia por espionaje industrial que le interpuso Mediapro tras constatar que el expresidente blaugrana accedió a los correos de altos ejecutivos del grupo audiovisual para su propio beneficio.

 

Aquella operación ayuda a entender en cierta manera la personalidad de Rosell, propia de una anterior etapa del negocio del fútbol, sobre el que apenas existía supervisión. En el momento de presentar la denuncia, Mediapro aseguró que uno de los motivos por los que descubrió el espionaje era porque el propio expresidente blaugrana lo comentaba entre sus conocidos como muestra de orgullo. “No es una cuestión de negocios, es cuestión de vicio, de ser miserable”, resumió entonces Jaume Roures. Ahora, deberá ser la Justicia la que decida si ese pecado capital merece prisión.