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Zoom: Brexit, ¿y ahora qué?

Londres ‘finta’ al Brexit para continuar como la capital mundial del deporte

En Londres se encuentran las sedes de algunas de las principales competiciones deportivas y clubes del mundo, que tratan de aferrarse a un país que mueve 23.800 millones en la industria del deporte.

Álvaro Carretero

30 sep 2019 - 05:00

En la ciudad británica se encuentran las sedes de algunas de las principales competiciones deportivas y clubes del mundo, que tratan evaluar los efectos del posible impacto de una ruptura entre la Unión Europea y Reino Unido, un país que mueve 23.800 millones en la industria del deporte.

 

 

El 27 de julio de 2012, Londres se convirtió en la capital mundial del deporte. Los Juegos Olímpicos se erigieron en el símbolo que reflejaba la influencia de un país y una ciudad que en la última década ha pasado a ser uno de los principales mercados de esta industria. De la Premier League al British Open, pasando por Wimbledon, Silverstone, el O2 Arena e, incluso, por los esfuerzos que ha realizado Glasgow como sede de las principales pruebas de ciclismo y natación, entre otras disciplinas. Reino Unido respira deporte, pero la incertidumbre del Brexit ha puesto en jaque los planes de las principales organizaciones.

 

Londres es la primera ciudad en la lista del ránking Burson que mide las ciudades deportivas más relevantes del mundo, un puesto que no ha variado en los últimos años. De hecho, tras el paso de los Juegos Olímpicos y otras pruebas de primer nivel en el calendario deportivo de todas las disciplinas, se estima que la industria del deporte se ha acelerado un 6% en los últimos siete años en Londres, y un 3,8% en Reino Unido.

 

En total, el deporte británico movió 23.800 millones de libras (26.956,3 millones de euros) en 2018, y generó más de 750.000 empleos, según un estudio publicado por el Economic Modeling Specialists International (Emsi). Se trata de un incremento del 19% en sólo tres años, que se debe, fundamentalmente, “al impacto que tuvieron los Juegos y al proyecto deportivo que se ha consolidado desde entonces”, indica Oxford Economics en otro informe.

 

 

 

 

Sin embargo, el Brexit amenaza con fracturar el ecosistema que se ha desarrollado a lo largo de la última década. Una de las afectadas será la gestora de la Fórmula 1, cuya sede está en Londres. “Creemos que nos sentimos bastante inmunes a los problemas económicos, pero el Brexit supone algunos problemas logísticos”, afirmó en febrero de este año Chase Carey, consejero delegado del Mundial de automovilismo, en una conferencia con analistas e inversores de Wall Street.

 

No es el único que comparte ese criterio. “Nuestro deporte trabaja con un deadline muy escaso; necesitamos proveer servicios y materiales no a última hora, sino en el último minuto… Tener aranceles adicionales causaría un daño masivo a este negocio”, ha admitido David Richards, presidente de Motorsport UK, el órgano regulador del automovilismo en este país.

 

Diez de las escuderías tienen su sede operativa en las islas británicas. Entre ellas, McLaren, Williams, Renault, Racing Point y Red Bull. Toto Wolf, director de Mercedes, que tiene su sede en Northhamptonshire, una localidad situada en el centro de Inglaterra afirma que “el Brexit es la mayor preocupación para cualquier persona que viva aquí o que opere su negocio en este país”.

 

Sin embargo, los directores de las escuderías han realizado sucesivos llamamientos a la calma durante los últimos dos años. Christian Horner, director de Red Bull, sostiene que “vamos a esperar hasta saber qué pasa realmente pero, por supuesto, hemos analizado todos los escenarios posibles para proteger nuestro negocio”. Esta misma idea transmite Gunther Steiner, jefe de equipo de Haas, cuya sede está en Carolina del Norte (EEUU), quien asegura que “no se va a tomar ninguna decisión irracional, no hay nada decidido”.

 

 

 

 

Por ahora, Liberty Media, la gestora del Mundial de automovilismo, ha renovado con Silverstone hasta 2024, dando un soplo de aire fresco a un circuito que ha tenido que realizar una inversión de 5,8 millones de euros para renovar el asfalto. El grupo estadounidense, que también participa en la Fórmula E, tendrá en la mano el destino de ambas competiciones, al menos en lo que a su cuartel general se refiere. Además, también implicaría perder al talento internacional por las restricciones en la libertad de movimientos. 

 

Otra de las principales organizaciones cuya sede está en Reino Unido es la ATP. El circuito de tenis profesional, sin embargo, no se ha pronunciado con la misma intensidad, ya que su gestión se restringe a un apartado más operativo que logístico. Los torneos como Wimbledon o Queen’s Club, como mucho, acusarían una caída del valor de la libra respecto al dólar y el euro, aunque únicamente recaería sobre los premios que se otorgan a los jugadores.

 

La ATP y la Fórmula 1 no son las únicas organizaciones cuyas operaciones se desarrollan en el país británico. Durante los últimos años, las grandes ligas estadounidenses han buscado ampliar horizontes en el Viejo Continente, con un mercado como punta de lanza: el británico. Ni siquiera la ausencia de tradición en deportes como el béisbol, el baloncesto o el fútbol americano han supuesto un obstáculo a la hora de encontrar nuevos públicos. Estas compañías venden un espectáculo como quien comercializa un concierto.  

 

 

 

 

 

 

La primera liga en cruzar el Atlántico fue la NFL. Desde que en 2007 jugase su primer partido, el mercado británico “ha evolucionado significativamente y confiamos que el tamaño de la audiencia y la comunidad de aficionados siga creciendo”, asegura Mark Waller, vicepresidente ejecutivo de los eventos internacionales de la liga. Los tres encuentros disputados durante la pasada temporada alcanzaron una audiencia de trece millones de aficionados sólo en Reino Unido, y las últimas estimaciones indican que habría cerca de 50.000 aficionados dispuestos a pagar por un abono de temporada si hubiera una franquicia afincada en Londres.  

 

“Estos partidos son una fórmula importante para exponer nuestro deporte y ser aún más grandes en la escena deportiva, así como para aumentar nuestra base de aficionados”, ha comentado Alistair Kirkwood, director de la NFL en Reino Unido. La opinión es compartida por la MLB, la última en sumarse a la conquista del aficionado british. “Queremos establecer una presencia a largo plazo en la ciudad”, afirmó Rob Mamfred, comisionado de la liga de béisbol en 2018.

 

Incluso la Overwatch League ha aprobado recientemente una ampliación de tres franquicias, una de ellas con sede en Londres, muestra de que ni siquiera la incertidumbre sobre el Brexit ha podido frenar la influencia creciente de este mercado en el mundo del deporte. También la Euroliga, cuyo deseo es echar raíces en la capital británica. “Estamos más cerca que hace cinco años; es uno de nuestros principales objetivos”, ha asegurado Jordi Bertomeu, presidente de la competición.

 

 

 

 

Ahora bien, mientras unos aún se encuentran en una fase inicial de exploración de las islas, otras organizaciones, como la NBA, han emprendido el camino contrario. La liga norteamericana de baloncesto, que desde 2011 ha jugado de forma ininterrumpida en Londres un partido oficial anual, se trasladará por primera vez a París la próxima temporada.

 

“Es posible que veamos un partido oficial en París en 2020”, aseguró Adam Silver, comisionado de la NBA, meses antes del anuncio. Casualidad o no, la decisión ha coincidido en el tiempo con uno de los momentos más delicados en la historia de Reino Unido. Aunque aún es pronto para valorar las consecuencias de dicho movimiento, el temor es que produzca un efecto cascada sobre otras organizaciones.

 

Uno de los anhelos compartidos tanto por la NFL como por la NBA es, precisamente, tener un equipo con sede en Londres de forma permanente. “Creo que la NFL nos lleva algo de ventaja en ese sentido, ya que su calendario podría hacerlo más factible”, aseguró Silver hace ya cinco años. Entonces, al igual que ahora, no era sino una meta a largo plazo, ya que los desplazamientos y otros factores logísticos “hacen que sea imposible salvar ese salto”, explicó.

 

Prever el futuro se antoja complicado, aunque todos los grandes players del deporte han ratificado su compromiso con Londres y Reino Unido, siempre que puedan mantener la rentabilidad de sus negocios. Ninguno quiere perder comba en uno de los mercados más relevantes del mundo, tanto por el volumen de aficionados (y consumidores), como por el prestigio que aún supone competir en la capital británica. El semáforo de la parrilla está encendido.