Entorno

La vela catalana se une por su supervivencia frente al Reglamento General de Costas

Los clubes náuticos de playa se han visto amenazados por la interpretación del texto, que establece que las instalaciones no pueden sobrepasar los 300 metros cuadrados.

Álvaro Carretero

26 abr 2019 - 04:59

Los clubes náuticos de playa se han visto amenazados por la interpretación del texto, que establece que las instalaciones no pueden sobrepasar los 300 metros cuadrados.

 

 

Los clubes náuticos de vela catalanes pisan tierra para luchar por su supervivencia. La Federación Catalana de Vela (FCV), se ha manifestado este jueves en Barcelona para reivindicar que se modifique el Reglamento General de Costas del Estado, que amenaza la supervivencia de estas entidades. Según el texto, las instalaciones de playa no pueden sobrepasar los 300 metros cuadrados, por lo que el modelo de negocio de hasta once clubes se ha visto amenazado e incluso podría provocar su desaparición.

 

“Hemos pagado el pato de una ley que no estaba hecha para nosotros, sino para los abusos que la hostelería ha causado en el litoral, pero no tenemos la misma fuerza de presión que estos sectores para modificar el reglamento”, señala Xavi Torres, presidente de la FCV.

 

En este texto se indican las características que tienen que cumplir todas las instalaciones que se ubican en el litoral marítimo y predomina por encima de la Ley de Costas aprobada en 2014. Tras haber sido ratificado, la federación presentó alegaciones, que fueron desestimadas. No así con otros sectores, que consiguieron que se aprobase una disposición transitoria para garantizar su supervivencia a corto plazo.

 

 

 

 

La interpretación del reglamento es la que ha puesto en jaque la supervivencia de estos once clubes, que dan empleo a 258 personas y alcanzan a una masa social de 17.000 deportistas, además de ser la primera toma de contacto para personas que se inician en esta modalidad náutica.

 

Uno de ellos, el de Cabrera de Mar, ya ha cerrado sus puertas, mientras que los de Canet de Mar y Pineda de Mar han recibido el escrito para entregar las llaves. Desde la federación aseguran que ha sido imposible paralizar el derribo y que “tras hacer todas las gestiones políticas y agotar la vía legislativa, sólo nos queda manifestarnos por nuestra supervivencia”, afirma Torres.

 

Hace dos semanas el Gobierno introdujo una modificación parcial en el reglamento que, pese a no afectar a los clubes náuticos, daba la posibilidad de presentar alegaciones sobre la totalidad del texto. “Lo que pedimos es que haya otra interpretación del reglamento y que un departamento de abogados especializados pueda acceder al expediente, el cual ni siquiera hemos podido ver, y así poder buscar soluciones junto a otras federaciones como la de remo, la de surf, la Federación Española de Vela y otras asociaciones afectadas”, explica el directivo.

 

“La mayoría va a cerrar porque no podrá sostener los costes de las reformas ni su modelo de negocio puede sobrevivir si se ajusta a la extensión que dicta el reglamento”, señala. Actualmente, las instalaciones de estos clubes náuticos cuentan con almacenes donde sus socios pueden guardar el material deportivo, zonas de restauración, vestuarios, oficinas, talleres e incluso piscinas y pistas deportivas.

 

 

 

 

Del total de los setenta clubes náuticos que hay en Cataluña, 34 se consideran instalaciones de playa y el resto son de adscripción portuaria. Las entidades del primer tipo no tienen los mismos recursos que los portuarios y su supervivencia económica se basa en “el almacenamiento del material deportivo de sus socios, que en un deporte como la vela requiere de mucho espacio, y de las cuotas mensuales, que están en torno a los treinta euros”, explica el directivo. 

 

Los clubes de playa afectados por el reglamento se ubican en municipios de entre 15.000 y 70.000 habitantes, y no sólo ejercen de motor económico, sino que también tienen un impacto social. Incluso los Ayuntamientos se apoyan en ellos para realizar diversas actividades de ocio y deportivas.

 

“Estos clubes no son el típico centro elitista, sino instalaciones modestas y abiertas, que han invertido en diversificar su actividad para ofrecer una mayor oferta deportiva, como hacen los pabellones municipales, pero que no continuarán invirtiendo en el desarrollo del deporte si no hay garantías de supervivencia. Al final, lo que está en riesgo es la base de la vela. Sin masa, no hay deporte”, razona Torres.