Entorno

Juan José Román (Rfep): “Es imposible que el piragüismo sea sostenible sin las ayudas del CSD”

El presidente de la Real Federación Española de Piragüismo analiza cómo gestiona una entidad que, con un presupuesto de 4,4 millones de euros, es la segunda que más medallas ha ganado en la historia del olimpismo español.

Patricia López

22 feb 2019 - 04:59

El piragüismo ha dado 16 medallas olímpicas a España; sólo la vela ha logrado más, con un total de 19 preseas

 

 

El atletismo y la gimnasia son los dos deportes más emblemáticos de los Juegos Olímpicos, pero en España, si hay una disciplina que se siga con especial atención, esa es el piragüismo. Tras la vela, es el segundo deporte que más éxitos han dado al país, y los piragüistas David Cal y Saúl Craviotto son los atletas españoles que más medallas olímpicas han ganado.

 

Esta realidad ha convertido al país es una de las mayores potencias mundiales de piragüismo, y así lo certifican los cuatro metales que lograron Maialen Chourraut, Marcus Walz, Saúl Craviotto y Cristian Toro en Río 2016. Juan José Román estuvo a punto de conseguirlo en los Juegos Olímpicos de 1992, cuando se quedó a 93 centésimas del podio. Desde hace diez años preside la Real Federación Española de Piragüismo (Rfep), una institución a la que llegó cuando las aguas estaban bravas. ¿El motivo? La caída de las subvenciones y del apoyo de las marcas.

 

“La realidad económica lo truncó todo. En 2010 empezamos a sufrir la bajada de recursos de la Administración, que en el ciclo 2010-2012 cayeron un 70%”, lamenta. El contexto desfavorable obligó a la federación a mejorar la gestión económica. “Antes no teníamos un presupuesto real, porque las aportaciones por especies se contemplaban como ingresos económicos por patrocinio”, explica.

 

 

 

 

“Era un contexto en el que había dinero, el deporte estaba bien considerado, la Administración no velaba por el control financiero y había vía libre”, revela, sobre una tormenta perfecta que provocó que la Rfep estuviera en desequilibrio económico. La federación presentó un plan de viabilidad para el ciclo 2013-2016 que contemplaba recudir su endeudamiento y dejar de operar con patrimonio neto negativo, un objetivo que logró en 2016.

 

La entidad maneja un presupuesto de 4,4 millones de euros y una deuda ligeramente superior al millón de euros, que casi en su totalidad está contraída con el Consejo Superior de Deportes (CSD). “Ya no tenemos créditos bancarios a largo y estamos saneados”, afirma.

 

La hoja de ruta para navegar hacia la sostenibilidad se basó en firmar convenio de colaboración con la Administración para la cesión de instalaciones para uso de los equipos nacionales y los grupos de tecnificación.

 

También se ha notado un aumento del apoyo privado mediante patrocinios, especialmente durante la olimpiada de Río 2016. Fueron cuatro años en que firmaron acuerdos con Iberdrola, Loterías y Apuestas del Estado, Grupo Caliche, Toyota y LaLigaSports. “El apoyo público y privado nos permitió aminorar la cuesta de gastos y fluctuar las actividades; la clave fue acomodar nuestra actividad a los recursos que tenemos”, afirma.

 

 

 

 

El apoyo de las marcas no ha permitido reducir la dependencia de las subvenciones públicas de una federación que es la tercera que más ayudas recibe del CSD. En 2016 y 2017, el 70% del presupuesto procedió de Gobierno. “A corto plazo, es imposible garantizar la sostenibilidad de la federación sin el apoyo del CSD; en federaciones como la nuestra, el patrocinio debe venir para complementar, no para sustituir el apoyo público”, asegura.

 

Mantener ingresos recurrentes en el área comercial es un desafío, especialmente en una disciplina que sólo atrae el foco mediático durante los Juegos Olímpicos. La federación organiza más de sesenta competiciones el año entre febrero y octubre, que abarcan desde la División Absoluta Iberdrola y la División Absoluta Masculina, hasta los campeonatos de jóvenes promesas. Cada cita dura, a lo sumo, tres jornadas.

 

El directivo admite que aunque los patners han reclamado competir cada fin de semana para aumentar la visibilidad del piragüismo, se ha tomado la decisión de no recargar el calendario. “Sería un desastre competir cada fin de semana; nuestro modelo debe permitir al deportista competir y descansar para ser efectivo en el alto rendimiento”.

 

 

 

 

De ahí que los resultados en los Juegos sean tan vitales, hasta el punto de que el presupuesto depende en gran medida de los éxitos olímpicos. “En Rio 2016 tuvimos la suerte de ser la federación que más medallas consiguió y ello nos ha ayudado a atraer inversión, pero de nada sirve si no tenemos un firme control económico”, explica, sobre el mensaje de austeridad que ha calado en el organismo.

 

Uno de los retos de la federación es incrementar el número de licencias, que según los datos del CSD se han reducido a la mitad entre 2010 y 2017, hasta 10.000 fichas, tras dejar de contabilizarse las licencias por turismo deportivo. “No iremos a la caza del usuario que practica piragüismo por ocio, sino al que busca competir”, señala.

 

En ese camino por estimular la práctica deportiva y detectar a las estrellas del piragüismo del mañana, Román admite que “hay que trabajar desde la base con los colegios para introducir a los más pequeños a esta actividad”. Ese proceso de búsqueda de talento y de popularización de la disciplina es el que se realizó durante la olimpiada de Barcelona ’92, cuando se profesionalizó el proceso de entrenamiento “gracias a las becas ADO”, apunta. Sólo así, apunta Román, podrá mantenerse la estela de los éxitos deportivos del piragüismo español.