Entorno

Geopolítica y comercio: cómo la crisis de Ucrania puede acelerar la ‘slowbalisation’

Tras años de hiperglobalización, la integración económica del globo ha perdido fuelle al calor de las tensiones políticas que auguran vientos de proteccionismo y llaman a reformar la cadena de suministro.                

Geopolítica y comercio: cómo la crisis de Ucrania puede acelerar la ‘slowbalisation’
Geopolítica y comercio: cómo la crisis de Ucrania puede acelerar la ‘slowbalisation’
Entidades como la propia OMC o el Banco Mundial ya han usado el término slowbalisation, que define un periodo de tiempo donde la globalización bajará revoluciones tras una etapa a toda máquina, denominada como hiperglobalización.

Marta Tamayo

25 ene 2022 - 05:00

Ngozi Okonjo-Iweala no pega ojo. La directora general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), confesó la pasada semana durante el evento organizado por el Foro Económico Mundial en Davos que las tensiones geopolíticas no le dejan dormir por las noches. Ante la escalada de tensión en Ucrania, la mandataria teme un aumento de las políticas proteccionistas que pongan fin a la edad dorada del comercio internacional tras treinta años de crecimiento.

 

Ante la escalada de tensión que reaviva la Guerra Fría, las noches en vela de Okonjo-Iweala no parecen injustificadas. La historia apunta que los mercados no digieren bien los conflictos globales. Antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, cuando las grandes potencias se dividían el mundo en colonias, el mercado llegó a un nivel de integración que no llegó a recuperar hasta la década de 1970.

 

Aunque no hace falta retroceder más de un siglo para notar el impacto de la política en los mercados. En los últimos años, el Brexit, la disputa comercial entre Corea del Sur y Japón o la guerra comercial entre China y Estados Unidos han devuelto a los titulares las tendencias proteccionistas.

 

En este contexto, algunos expertos han anticipado una ralentización de la globalización y, con ella, de la integración comercial. De hecho, entidades como la propia OMC o el Banco Mundial ya han usado el término slowbalisation, que define un periodo de tiempo donde la globalización bajará revoluciones tras una etapa a toda máquina, denominada como hiperglobalización.

 

 

Ante un mundo más dividido, los expertos apuntan estar a punto para cualquier situación. “El primer paso es revisar tu estrategia e identificar qué inputs son más esenciales para tu negocio”, señaló Deloitte en un artículo publicado el pasado diciembre sobre las tensiones geopolíticas. “Luego, identificar cómo la supply chain apoya el mantenimiento de estos inputs críticos y que geografías están envueltas en ella”, añade la consultora, que recomiendo ir lo más atrás posible de la cadena de suministro para saber con detalle dónde la materia requerida se origina y cómo de expuesta está a las disrupciones en todo el mundo.

 

Para el World Economic Forum (WEF), el aumento de poder de la milicia china está cambiando el equilibrio de fuerzas en pacífico y Estados Unidos está trazando alianzas con Reino Unido y Australia. Además, otros estados como Rusia y Turquía están mostrando su capacidad militar. Para la organización, el conflicto en Ucrania pone de manifiesto cómo los poderes regionales están probando las fronteras y el derecho internacional.

 

Aunque los analistas coinciden en calificar el conflicto en Taiwán como una de las principales amenazas geopolíticas del momento, ya que enfrenta directamente las dos mayores economías del globo. Además, la isla es uno de los principales desarrolladores del mundo de chips del mundo, uno de los materiales que más han escaseado durante la crisis de la cadena de aprovisionamiento.

 

Mantenerse competitivo en el futuro requerirá una comprensión de cómo está cambiando el panorama geopolítico y lo que eso podría significar para una industria y negocio determinados”, apuntan desde Deloitte. Esta estrategia puede conducir a compañías a hacerse fuerte en otros territorios lejos de sus actuales puntos de producción como China. Para ello, los países occidentales están optando por políticas de reindustrialización para dotar de tejido industrial sus economías, basadas, durante los últimos años, en la actividad financiera y no la productiva.

 

 

Okonjo-Iweala no está sola en sus preocupaciones. Las consultoras Deloitte y Mckinsey, el fondo de inversión BlackRock o el último informe de riesgos del WEF introdujeron las tensiones geopolíticas como una de las amenazas principales para las compañías y el comercio internacional para 2022. Aunque la mayoría de las previsiones apuntaban a un posible choque entre China y Estados Unidos, el país norteamericano ha tenido que volver a posar su vista en el eje atlántico y reencontrarse con su viejo enemigo, Rusia.

 

Ayer, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) anunció la movilización de aviones de combate y buques hacia el este de Europa. Horas más tarde, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció 1.200 millones de euros de ayuda a Ucrania defendiendo que “Ucrania es un país libre y soberano que toma sus propias decisiones y la Unión Europea (UE) está del lado de Ucrania”. El anuncio llegó mientras los ministros de Exteriores de la UE discutían en Bruselas una posición común frente al conflicto y la preparación de un paquete de sanciones “masivas y sin precedentes”.

 

Desde Moscú, aseguran que Occidente se está guiando por la “histeria” y alentando la desinformación. Junto a España, Dinamarca, Francia y Países Bajos han anunciado sus intenciones de mandar tropas al este de Europa y Estados Unidos ya ha dado el aviso a su personal diplomático para que salga del país. El conflicto con Rusia pone en entredicho el aprovisionamiento energético de la mayoría de los países de la UE, con lo que peligraba la capacidad energética del continente y la primera fuente de ingresos de Moscú.