Entorno

El control económico, sin ‘padre’ pero con 110 ‘mandamientos’ para no caer en el olvido

La salida de Javier Gómez de LaLiga supone una oportunidad para confirmar que los clubes han interiorizado la importancia de cumplir unas normas que han llevado a la competición a obtener índices de rentabilidad inimaginables.

Marc Menchén

11 oct 2019 - 04:57

El control económico, sin ‘padre’ pero con 110 ‘mandamientos’ para no caer en el olvido

 

 

De los números rojos a la rentabilidad. De bancos huyendo en desbandada a apetito inversor por el fútbol. De visitas recurrentes a los juzgados mercantiles, a inversiones millonarias en instalaciones deportivas. El fútbol español de hoy es muy distinto al de hace sólo seis años, y nadie duda en señalar que dos elementos han sido determinantes: los ingresos por televisión, pero especialmente las estrictas normas de control económico que impuso LaLiga a partir de 2012. Detrás de ese manual se esconde Javier Gómez, cuya marcha de la patronal pondrá a prueba a todo el sistema. ¿Están los clubes preparados para autoimponerse la sostenibilidad como prioridad número uno?

 

“No podríamos entender la salud de los clubes de LaLiga sin el increíble trabajo que ha realizado desde el primer día que pisó esta casa”, admitía ayer Javier Tebas, presidente de la patronal y quien hace siete años le encargó la misión de poner a los clubes en vereda. “Se ha quemado como nadie para conseguir que todos cumplamos”, admite a este diario el primer ejecutivo de un club. Las cifras hablan por sí solas: de unas pérdidas agregadas de 16,9 millones de euros en 2011-2012 se ha pasado a un beneficio neto que esta temporada y la anterior habrá estado por encima de 200 millones de euros.

 

Conseguirlo ha exigido múltiples reuniones con los clubes, que periódicamente piden cita con un equipo de control económico formado por media docena de profesionales. Una labor que ha pasado de la supervisión de las finanzas a una pseudoconsulta donde los directivos pedían asesoría sobre cómo solventar determinadas complicaciones. “Todavía hay equipos a los que les cuesta entender el funcionamiento de las normas, pero son excepciones”, admiten en el sector.

 

 

 

 

Ahí está el desafío para LaLiga, que se ha dado un plazo prudencial para dar con un sustituto para Gómez, que hace apenas unas semanas salió a escena para volver a defender la importancia de estas normas de fiscalización. Este reglamento lo único que persigue es que un equipo no entre en pérdidas, cumpla sus obligaciones con los acreedores y no ponga en riesgo su viabilidad. Son “los 110 mandamientos”, como los califica el ejecutivo valenciano, y que en las oficinas de Torrelaguna deben dejar claro que siguen vigentes con Gómez o sin Gómez.

 

En 2015, un año después del primer reglamento de fair play, el directivo ya aseguraba en una entrevista con Palco23 que “en tres años diremos que la Primera División está saneada y en dos años adicionales también lo estará la Segunda División”. Y no se equivocaba, pues ambos torneos ya ofrecen beneficios agregados y los equipos en pérdidas son excepciones, cuando no son acordadas con la competición a cambio de aportaciones previas del máximo accionista, como ha sucedido con la UD Almería este verano.

 

El reglamento de control económico ha ido evolucionando entre aquel primer encuentro y este anuncio, hasta el punto que los 27 artículos de entonces se han cuatriplicado y actualmente son 110. Un salto que refleja la sofisticación de estas normas, que ha obligado a los clubes a afinar mucho más su gestión y profesionalizar también el área deportiva, donde los directivos deben combinar su olfato a la hora de detectar talento con la capacidad para jugar con el límite de gasto en plantilla en función de los ingresos disponibles y los vencimientos de deuda previstos.

 

 

 

 

“La existencia de un control continuo y unas estrictas reglas a aplicar conllevan que todos compiten con las mismas normas financieras que impiden la creatividad contable de antaño”, recuerda Ignacio Legido, socio de BDO y que ha presidido la AD Alcorcón entre 2014 y 2019. Patricia Rodríguez, directora general del Elche CF, advertía recientemente también sobre “la necesidad de seguir actualizando el sistema” ante “la tendencia que tenemos los clubes a intentar eludir la norma para incrementar el gasto en plantilla deportiva por encima de nuestras posibilidades”.

 

La intransigencia de Gómez con los incumplimientos es conocida por todos, pues propuso en 2015 la expulsión del Elche CF por graves irregularidades en su gestión, convirtiéndose en el primer equipo que descendía administrativamente desde Primera. En 2018, tampoco tembló el pulso para promover la exclusión del Reus Deportiu por idénticas razones. LaLiga ha hecho de la sostenibilidad una bandera con Tebas, y no ha temblado el pulso a la hora de adoptar medidas controvertidas.

 

“Las normas ha ido evolucionando al tiempo que se producen nuevas situaciones imprevistas, y seguro que habrá más ajustes para perfeccionarlas, pero no hay que olvidar que es algo que pidieron los propios clubes”, recordaba Gómez en una de sus últimas intervenciones tras otro verano movido por las dificultades de algunos clubes para ajustarse a su límite de gasto.

 

 

 

 

Muestra de esa evolución es precisamente la introducción del artículo 41, que pretende evitar que se pacte un suelo bajo para el primer año que se pueda recuperar en temporadas siguientes, de manera que limita los aumentos de sueldo a un máximo del 30% interanual en Segunda. Además, en casos de reducción salarial drástica, se computa como coste el 50% del salario medio de los dos últimos años. Esta idea, que trataba de evitar casos como los del Reus o el Córdoba CF, ha acabado afectando a equipos que sí han venido cumpliendo.

 

Pero no sólo eso, sino que también se decidió establecer normas diferentes en cuanto a las ampliaciones de capital, de forma que el dinero que entrara en caja no se quemará en un año. Para evitar desfases presupuestarios a las primeras de cambio, se estableció que cualquier inyección se distribuya como ingresos a partes iguales en cuatro años en el caso de Primera, y en dos años en Segunda.

 

“Son múltiples las aportaciones que Gómez ha hecho al fútbol profesional, pero sin duda alguna pasará a la historia por haber sido el principal artífice del control económico”, recordaba ayer la patronal, para valorar que Gómez ha ido mucho más allá. Por ejemplo, con la introducción de mecanismos de ahorro para que los descendidos a Segunda B tuvieran un colchón extra de dos millones de euros, de forma que su salida del fútbol profesional fuera menos dramática.

 

 

 

 

Otro de los grandes caballos de batalla de Gómez ha sido convencer a las entidades financieras de la fortaleza económica del fútbol español y su potencial de revalorización. En estos siete años se han sucedido las sesiones formativas con firmas de capital riesgo, bancos y potenciales inversores, que han visto en LaLiga a una especie de oficina de inversiones en las que pedir consulta sobre dónde invertir.

 

Hasta tal punto llegó la intención de Gómez, que logró determinar junto a Pwc una serie de parámetros para poner notas sobre la calidad crediticia de los clubes, en base a más de cincuenta parámetros distintos. “Me preocupa cuando el directivo de un club dice que no tienen deudas con los bancos”, admitía a este diario en 2015. Hoy, con una deuda financiera neta de 606,8 millones de euros, el ejecutivo enfatiza que “nuestro nivel de endeudamiento es razonable; la deuda financiera neta representa 0,9 veces el ebitda en el total de LaLiga, y, sin contar a Real Madrid y FC Barcelona, el dato es de 1,57 veces ebitda”.

 

Los datos previsiblemente mejorarán en 2019-2020, un reto compartido por los clubes, que deben demostrar que continuarán haciendo los deberes pese a que su padre no mire. “El fútbol profesional se encontraba en una situación de quiebra y, gracias a este innovador sistema que los clubes/SAD supieron entender y aprobar, ahora el fútbol español goza de un saneamiento económico ejemplar a nivel mundial”, les recordaba ayer la patronal. Flaco favor harían a la industria si no continúan por esa senda.