Entorno

Cataluña: una llama olímpica perseverada por la colaboración público-privada en el deporte

La región con mayor número de deportistas federados de España cuenta también con siete clubes profesionales entre LaLiga y la ACB. Ahora, la región quiere hacer crecer el tejido empresarial involucrando a las empresas privadas en las instalaciones deportivas.

Patricia López

6 may 2019 - 04:57

El turismo activo en Cantabria atrajo a 95.656 extranjeros que gastaron 98,5 millones de euros en 2018

 

 

Con Barcelona’92, España definió por primera vez un plan estatal para impulsar el deporte de élite y lograr la mayor participación de la historia del país en unos Juegos Olímpicos. Pero la celebración del evento fue algo más que buenos resultados deportivos: supuso un punto de inflexión en el deporte federado, se impulsó su práctica y se generó un legado económico, turístico y de infraestructuras que hoy todavía perdura. Veintisiete años después, no puede entenderse la estrategia deportiva de Cataluña sin hablar de los Juegos de Barcelona, tal y como se desprende del octavo capítulo de la serie iniciada por Palco23 para analizar la salud del deporte en cada comunidad autónoma.

 

La clave que explica la sostenibilidad de las instalaciones que se construyeron, y que supusieron una inversión de 976 millones de euros, es la colaboración público-privada. La Administración levantó los complejos de entrenamiento y competición y, posteriormente, sacó a concurso su explotación para que fundaciones y empresas especializadas las gestionaran y así evitar que cayeran en desuso.

 

Fue una manera de abrir esos complejos municipales a la ciudadanía, fomentar la actividad física y rentabilizar las inversiones realizadas sin necesidad de que la Administración tuviera que asumir los costes de mantenimiento. Otro ejemplo fue el CAR de Sant Cugat, que está financiado en 5,9 millones de euros por la Secretaria General del Deporte, según el presupuesto de 2017, que se ha prorrogado durante los últimos años.

 

 

 

 

La inestabilidad política no ha permitido aprobar las nuevas cuentas, que para 2019 contemplan un presupuesto de 73 millones de euros para deporte. Más allá del Gobierno autonómico, los ayuntamientos han sido quienes han mantenido al día el parque de instalaciones. Según las cifras de la patronal de la construcción Seopan, la Administración catalán destinó 112,9 millones de euros a construir o remodelar centros deportivos, y el 98% de esas inversiones las realizaron los Ejecutivos locales. Cataluña fue la comunidad autónoma en la que más se invirtió en obra pública deportiva.

 

Toda esa infraestructura ha ayudado a fomentar la actividad física desde la base y en la élite, y prueba de ello es que es una de las regiones con mayor número de equipos profesionales. Tras la expulsión del CF Reus Deportiu, en LaLiga militan FC Barcelona, RCD Espanyol, Girona FC y Nàstic de Tarragona. A estos cuatro equipos se suman el Barça Lassa, Divina Seguros Joventut y el Baxi Manresa de la ACB; BM Granollers y Barça en Asobal, e Industrias Santa Coloma en Lnfs.

 

El club con mayor masa social es el Barça, que es propiedad de sus 142.323 socios, seguido del RCD Espanyol, con 23.612 miembros. El Divina Seguros Joventut, por su parte, cuenta con 4.932 socios, entre los que se encuentran sus accionistas y aficionados que apoyan al club pero que no forman parte del capital, mientras que el Baxi Manresa cuenta con 3.200 abonados.

 

Estos clubes canalizan la actividad profesional en una región que lidera el ránking en número de federados, con 627.330 personas, un 16,6% del total de fichas federativas del país. El fútbol es el deporte rey con 167.720 licencias, mientras que el baloncesto ocupa la segunda posición con 72.621 practicantes  y el montañismo cierra el podio con 41.093 federados.  Le siguen de cerca el patinaje y el tenis, que en Cataluña cuenta con una amplia infraestructura y fomento del talento, con clubes como el RC de Tenis de Barcelona, la Bruguera Academy y la Sánchez Casal Academy.

 

Esta diversidad de disciplinas ha provocado que, a diferencia de otras regiones reconocidas por un deportista en particular, en Cataluña hayan surgido innumerables estrellas del deporte, desde los hermanos Gasol hasta Xavi Hernández o Gerard Piqué, pasando por Gemma Mengual y Mireia Belmonte.

 

 

 

 

El deporte federado catalán tiene una fuerte influencia en la estrategia deportiva de la región, hasta el punto que la Ufec, que es la entidad que aglutina a todas las federaciones, ha logrado el apoyo suficiente para presentar una iniciativa legislativa popular (ILP) para debatir su propuesta de Ley del Deporte para Cataluña en el Parlamento.

 

Aunque Gerard Figueras, secretario general del Deporte de la Generalitat, reconoció a este diario que “el deporte federado es el más potente”, afirma a su vez que “el tejido deportivo está creciendo y aunque las federaciones han tenido tradicionalmente el monopolio, ahora queremos hacer más grande el pastel para que otras entidades puedan involucrarse” en la definición del sector deportivo que cada vez es más heterogéneo.

 

La filosofía continuará siendo la misma y se basará en la colaboración público-privada, lo que ha permitido que “el 90% del presupuesto de la secretaría de deporte no vaya destinado a implementar ni un solo programa porque nos apoyamos en terceros, como clubes, escuelas y federaciones”, apunta.

 

Otro ejemplo de ello es que dicha colaboración se pone de referencia en la celebración de grandes eventos deportivos. Recientemente la Generalitat ha pedido el apoyo del sector privado para retener el Gran Premio de Fórmula 1 en Montmeló, mientras que el Ayuntamiento de Barcelona ha prorrogado un año más, hasta 2020, el patrocinio del torneo de tenis Open Banc Sabadell, cuyo presupuesto proviene esencialmente del patrocinio y el ticketing.

 

 

 

 

Además, las piscinas Picornell han sido sede del Europeo de Waterpolo en 2018, que durante los últimos cuatro años ha recibido una subvención anual de 500.000 euros. La región también alberga una Gran Premio de MotoGP, y su capital celebra cada año uno de los mayores maratones de Europa y el Concurso de Saltos Internacional (hípica). En el horizonte, la comunidad tiene la oportunidad de albergar los Juegos Olímpicos de invierno 2030, una cita que permitiría relanzar las instalaciones para la práctica de deportes de invierno y convertir el evento en el motor de turismo deportivo en la región.

 

De hecho, Cataluña es uno de los principales destinos de turismo activo y de entretenimiento deportivo de España. En 2018, un total de 1,7 millones de viajeros residentes y extranjeros se desplazaron a esa región por motivos deportivos, con un gasto asociado de 1.155 millones de euros, una cantidad sólo superada por Canarias, Baleares, Andalucía y la Comunidad Valenciana.

 

El ránking que sí domina Cataluña es el de número de sociedades deportivas, con un total de 4.961 compañías que representan un 17,3% del tejido empresarial de todo el país. Pese a la cultura deportiva que se respira especialmente en Barcelona, una ciudad que según los expertos presenta la mayor tasa de penetración de la práctica deportiva en la sociedad, Cataluña está lejos de ser la comunidad autónoma con mayor gasto medio por persona en productos y servicios vinculados a la actividad física. Los catalanes gastan una media de 116,8 euros al año en deporte, lejos de los 145,9 euros de Navarra y por debajo de los 122 euros de la Comunidad de Madrid.

 

En ese gasto tiene cada vez más impacto la cuota del gimnasio por el alza que ha experimentado la práctica deportiva independiente y sin necesidad de afiliarse a una federación. Barcelona es la ciudad con mayor número de centros deportivos gestionados por entidades privadas, con 39 complejos, y a ese tejido se suma un amplio parque de gimnasios privados encabezados por DiR y Anytime Fitness, líderes en implantación en esa región.

 

El deporte, una actividad que genera aproximadamente un 2% del PIB de esa región, se ha convertido en una industria relevante, y Gerard Figueras asegura que la clave del desarrollo de este sector está en “fortalecer más el rol de lo privado y de lo público”. Esa es la esencia que en su día alimentó las becas ADO en la olimpiada de Barcelona’92, y que favoreció la sostenibilidad de las infraestructuras que se levantaron en la capital catalana.