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La ‘tragedia griega’ del fútbol: toda la liga en pérdidas y cada vez menos gente en las gradas

La Superliga de Grecia, suspendida por el Gobierno ante un nuevo episodio de violencia, acumuló pérdidas de 36 millones en 2015-2016, cuando el negocio es de sólo 142,4 millones de euros.

M.M.A.

14 mar 2018 - 13:10

La ‘tragedia griega’ del fútbol: toda la liga en pérdidas y cada vez menos gente en las gradas

 

 

Bengalas, ambiente caldeado… el infierno de Atenas y, esta vez, de Salónica. La salida de tono del dueño del Paok FC, Ivan Savvidis, ha situado al fútbol griego frente al espejo y ha reflejado los problemas de una competición acuciada por los problemas económicos. El empresario y su club han sido suspendidos por parte de la Asociación Europea de Clubes (ECA) después de que saltara al terreno de juego con una pistola. Las consecuencias no han quedado ahí, pues el Gobierno de Grecia ha suspendido la competición hasta que no se garantice la seguridad.

 

La violencia en los estadios ha sido uno de los problemas crónicos del fútbol en este país, una cuestión que se ha traducido en uno de los índices más pobres de asistencia de toda Europa. La asistencia media por partido es de sólo 4.487 personas por encuentro, con una caída del 9,9% respecto a 2010 y una tasa de ocupación de los estadios del 26,12%, según un estudio de la European Professional Football Leagues.

 

La venta de abonos y entradas retrocedió un 9% anual en 2015-2016, hasta 17 millones de euros, con una facturación media de 1,1 millones por equipo. Esta vía de ingresos representa un 12% del total, y es uno de los indicadores que dejan en peor lugar a Grecia, pues sólo está por encima de Polonia, Dinamarca y Chipre de entre las veinte principales competiciones nacionales.

 

La liga perdió 36 millones de euros en 2015-2016, situándose como la segunda con un peor margen de rentabilidad, que fue negativo en un 25%. En total, sólo un equipo logró cerrar con un beneficio operativo superior al 10% de sus ingresos, mientras que catorce cerraron con números rojos.

 

 

 

 

Pero este no ha sido el único problema de los 16 equipos que militan en la Superliga de uno de los países más castigados por la recesión económica y la necesidad de ajustar el gasto de las administraciones para atajar el déficit público. En los últimos seis años, y pese a la tendencia alcista de la industria del fútbol, los ingresos agregados de la competición han retrocedido un 33% desde 2010, hasta 142,4 millones de euros, según un informe de la Uefa. Este retroceso ha provocado que el presupuesto medio de los equipos sea de apenas 8,9 millones de euros, situándose en decimoséptima posición y por detrás de otros países más pequeños

 

En Grecia, siete de los 16 equipos no tenían patrocinador para la camiseta en un territorio donde el desplome del consumo ha obligado a un fuerte ajuste de todos los sectores. De hecho, la Superliga griega es la que menos ingresó por el área comercial entre las veinte competiciones nacionales más importantes, según la Uefa. Y eso pese a un aumento del 25% en 2015-2016, hasta 36 millones de euros; ahora bien, las diferencias son notorias e influye mucho quién juega y quién no en Europa, como evidencia que los tres primeros cobraban 7,3 millones de media por este concepto, por los 0,9 millones de euros del resto.

 

Otro de los hándicaps de la competición es el tamaño de su mercado, que con 10,75 millones de habitantes lo convierten en uno de los más pequeños a la hora de poder competir con las grandes ligas. Esta cuestión se traduce en unos ingresos de apenas 31 millones de euros por televisión, una caída del 8% pese a los incrementos que registra esta línea de negocio en todo el mundo. De media, cada equipo recibe 1,9 millones por esta vía, que representa el 22% del total, aunque no todos cobran lo mismo.

 

 

 

 

Según el citado estudio, la Superliga griega era la cuarta más desigual entre el que más y el que menos cobra por sus retransmisiones, con un múltiplo de 3,8 veces. Portugal reina en esta desigualdad, con un ratio de 14,9 debido al fuerte negocio que obtienen Benfica y Porto.

 

Otro de los principales elementos distorsionadores es la participación en competiciones europeas. En 2016-2017, el Olympiacos recibió 7,61 millones de euros por su trayectoria en la Europa League, por los 4,36 millones que recibió el Panathinaikos FC y los 6,65 millones que se embolsó el PAOK Salónica FC. Es decir, que sólo por su paso por Champions League o Europa League ya perciben casi el mismo dinero con el que sus rivales a nivel local deben confeccionar todo su presupuesto.

 

Esta ventaja competitiva ha desaparecido para el Panathinaikos, que en diciembre quedó excluido de los torneo de la Uefa durante el periodo que va de 2018-2019 a 2020-2021 por acumular una deuda de 5,63 millones de euros con futbolistas y entidades deportivas. La propiedad tiene hasta el 1 de marzo para corregir su situación, y en las últimas semanas ha trascendido que el dueño del equipo de baloncesto que lleva el mismo nombre está dispuesto a rescatarlo y hacerse con la mayoría accionarial, en un paquete que también incluye el estadio olímpico de Atenas.

 

A efectos de captar talento, el histórico de impagos y de presión de las aficiones tampoco ha incentivado la llegada masiva de futbolistas, pese a que antaño era un destino dorado para algunos futbolistas españoles que querían jugar en Europa. El gasto medio en plantilla es de 6,5 millones, con un alza del 17% interanual pese al retroceso de los ingresos. El pago de las nóminas consume el 74% de los presupuestos, tres puntos por encima de la media de Europa, mientras que los gastos operativos subieron un 5%, con una media de 4,6 millones de euros.