Competiciones

División Élite: ¿solución real para el fútbol femenino o nueva lucha de poder?

La iniciativa privada ha permitido que el número de licencias se dispare más de un 50% desde 2015, aunque el nuevo proyecto de la Federación amenaza con romper la unidad lograda tras la llegada de Iberdrola y LaLiga.

M.Menchén

6 mar 2019 - 05:00

El todo o nada del fútbol femenino: ¿la solución pasa por la División Élite?

 

 

La celebración del día internacional de la mujer se ha caracterizado por la unidad de toda la sociedad en torno a la importancia de reivindicar su papel, pero esa cohesión ha dejado de existir en el fútbol. La Real Federación Española de Fútbol (Rfef) presentó ayer una reorganización de la pirámide de competiciones del fútbol femenino que pretende acelerar el crecimiento de esta disciplina, cambios que no han sido consultados con los clubes, y que sobre el papel poco revolucionan. De fondo, la lucha del regulador por recuperar los derechos económicos de una competición que se acabó autorregulando ante la dejadez del anterior presidente, Ángel María Villar.

 

“Las leyes sobre a quién corresponden las competencias están muy claras; la evolución ha sido la que ha sido desde 2015, pero hay que dar una oportunidad a la actual junta directiva”, señala uno de los partidarios del cambio. El mismo llega después de que la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (Acff), que tiene el apoyo de LaLiga, anunciara su petición de asumir la gestión de la Primera División Femenina a cambio de asegurar un salario mínimo de 20.000 euros a las jugadoras.

 

El análisis de fondo está claro y pocos lo niegan. Si bien a todos les importa que crezca este deporte entre las mujeres, nadie obvia que se trata de un nuevo capítulo de la pugna entre la gestora del fútbol profesional masculino y el regulador por el liderazgo de este sector en España. Y cada uno utiliza sus armas: LaLiga, el músculo económico del que dispone para apoyar la profesionalización de los equipos; la Rfef, el control sobre qué competiciones pueden dar acceso a torneos internacionales y los criterios de elegibilidad para ir a la Selección.

 

 

 

 

Fuentes consultadas por este diario admiten que FC Barcelona y Athletic Club no se posicionarán públicamente por nadie, mientras que los clubes adscritos a la Acff cerraron ayer filas. “Han acordado por unanimidad manifestar su más absoluto rechazo al proyecto de nuevo modelo de competición femenina que pretende ser implementada sin haber sido consultada ni consensuada con los clubes, fruto de una total improvisación y con evidentes síntomas de falta de rigor, transparencia y análisis profundo del proyecto y sus implicaciones”, indica en un comunicado. 

 

Su reivindicación es clara y está apoyada por setenta clubes, y no es otra que tener mayor capacidad de control sobre una liga que han levantado sin el apoyo federativo durante los últimos cuatro años y asumiendo el riesgo de fracasar con las inversiones económicas. “¿Por qué no aprenden de la Uefa y aceptan que los clubes debemos formar parte de la gestión?”, se interroga un ejecutivo.

 

“El crecimiento de la audiencia entre 2016-2017 y 2017-2018 ha sido del 39%”, apuntan desde Mediapro, que ha conseguido una media de 112.000 espectadores en las retransmisiones en abierto y hasta en tres ocasiones superó los 200.000 aficionados. Este aumento de la repercusión mediática era necesario para fomentar el fútbol base, donde hoy se produce un gran vacío que impide un aumento de la calidad y del número de futbolistas. España se encuentra en la sexta posición de grandes potencias con 46.208 fichas, apenas la mitad que Reino Unido o Alemania, pero también que mercados más pequeños como Suecia o Países Bajos, según un estudio de la Uefa sobre la situación del fútbol femenino en 2017.

 

Lo cierto es que la iniciativa privada avala el trabajo hecho hasta la fecha, pues entre 2015 y 2017 se ha incrementado un 48,8% el número de fichas de mujeres futbolistas y se espera que el número diera un nuevo salto en 2018. Pese a esta mejora, sólo es el cuarto deporte con más licencias femeninas, por detrás del golf, la montaña y el baloncesto, que le dobla en penetración con más de 118.000 jugadoras. Es una situación que difiere a la categoría masculina, donde el balompié es líder indiscutible, con más de un millón de federados, el triple que el básquet.

 

Además, mientras que la media es de unas 6.000 jugadoras federadas entre las categorías de alevín y juvenil, la cifra cae a 123 futbolistas con condición de profesional al cierre de 2016-2017. Por compararlo con el masculino: el número de fichas entre menores de edad supera las 100.000 en cada categoría, mientras que se contabilizaron 3.608 profesionales. Es decir, que hay una jugadora por cada 29 jugadores.

 

 

 

 

Ahí es donde la Federación puso ayer el acento, pues el principal objetivo de recuperar el control de todas las competiciones de fútbol femenino es conseguir que “en seis años este deporte sea el más practicado por las niñas menores de 14 años y profesionalizarlo al máximo”. Ahora bien, y ahí es donde rebrotan las suspicacias sobre la guerra soterrada de Javier Tebas y Luis Rubiales: lo hace con un modelo que poco difiere del actual y con la oposición de una entidad que reúne a setenta clubes, que son los que mayoritariamente han financiado el aumento de la disciplina y el surgimiento de las mejores generaciones de jugadoras.

 

La División de Élite es un calco de la actual Liga Iberdrola, pues estará formada igualmente por un máximo de 16 equipos, si bien se abre la puerta a que únicamente la formen ocho participantes. Por otro lado, la División Promesas sería muy similar a la Primera División B que se acordó implantar a partir de 2019-2020 para fomentar la inversión por parte de clubes que vieran más fácil el acceso a la élite. En la actualidad, los presupuestos rondan entre 150.000 euros y 500.000 euros por temporada, y sólo se desmarcan Atlético de Madrid, con más de un millón, y el FC Barcelona, que ronda los cuatro millones de euros.

 

Esa nueva categoría fue diseñada por la Acff y validada por la Rfef, con lo que se dividía a 32 participantes en dos grupos (norte y sur). Las campeonas de cada agrupación ascendían directamente, mientras que la tercera plaza se la disputarían en un formato play off los segundos y tercer clasificados. Por su parte, la División Promesas es idéntica, si bien se plantea que pueda arrancar con sólo veinte equipos. Es decir, ningún cambio.

 

El pulso que se avecina es importante, pues en la Acff están representados los más de treinta clubes de LaLiga con sección de fútbol femenino, incluido el Atlético de Madrid o el Valencia CF, y a más de cuarenta equipos independientes, como el Madrid CFF, la UD Granadilla Tenerife Egatesa o el EDF Logroño. Y ninguno de ellos quiere renunciar a tener el control sobre la generación de ingresos si, por el contrario, se les van a imponer nuevas condiciones.

 

 

 

 

Porque otra cuestión de fondo en este nuevo escenario es la negociación del primer convenio colectivo, cuya mesa de negociación ya se había constituido y había empezado a avanzar en cuestiones como el salario mínimo o los derechos y obligaciones de las jugadoras. Ahora, en cambio, la Rfef propone que estas medidas se recojan dentro de los requisitos mínimos que cada club debería cumplir para obtener la licencia que le permita competir.

 

El detalle de estas obligaciones no ha trascendido, aunque ayer el secretario general de la Rfef, Andreu Camps, ya dejó entrever por dónde irían: salario mínimo en función de la categoría, número de jugadoras con contrato profesional, un cupo máximo de jugadoras extranjeras y mínimo de canteranas, además de mayores subvenciones para aquellos equipos que inviertan más en la base.

 

Este aspecto no es baladí, pues podría suponer un riesgo para equipos históricos del fútbol femenino que no tienen un gran respaldo económico de un equipo masculino o un mecenas. “Todos los clubes de fútbol femenino son deficitarios porque estamos invirtiendo para que a medio plazo no lo sea”, señalaba el pasado mes de octubre Rubén Alcaine, presidente de la asociación de clubes y del Zaragoza CFF. “Las nóminas crecen muy por encima de lo que lo hace la industria y todos querríamos que cobraran 1.500 euros al mes, pero es que hoy se paga lo que se puede”, añadía sobre el riesgo de imponer unas altas exigencias para poder competir.

 

Rubiales confía en que la asamblea extraordinaria que se programará para abril avale este proyecto, cuyo futuro dependerá que en los próximos dos meses sea capaz de persuadir a los clubes de su plan. El problema es que, en el mientras tanto, ni patrocinadores ni operadores de televisión tienen la certeza de quién será su interlocutor a partir de 2019-2020. Y sin el apoyo de Iberdrola, Mediapro y Movistar+, entre otros, difícilmente existirán recursos para marcar realmente la diferencia.