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De Jan Frodeno a un triatleta desconocido: el ‘boom’ del triatlón como un negocio sin límite

Como un pez que se muerde la cola, el auge del triatlón en los últimos años ha propiciado un negocio en el que empresas organizadoras, marcas fabricantes y triatletas compiten en un mercado en el todos se retroalimentan.

De Jan Frodeno a un triatleta desconocido: el ‘boom’ del triatlón como un negocio sin límite
De Jan Frodeno a un triatleta desconocido: el ‘boom’ del triatlón como un negocio sin límite

Alberto Muntañola

1 ago 2017 - 04:59

 

Guadalajara, verano de 1984. España organiza su primer triatlón en el que participan unos 60 triatletas. Barcelona, octubre de 2015, hay más de 6.500 triatletas inscritos en la Garmin Barcelona Triatlón dispuestos a ser finishers. Se podría decir que ha sido la evolución natural de un deporte destinado a masificarse, pero es un fenómeno que ha cogido por sorpresa a muchas marcas y fabricantes, que buscan hacer negocio con este boom.

 

Retrocediendo un poco en el tiempo, en 1985 la estadounidense Valery Silk fundó Hawaii Triathlon Corporation, y en 1990 vendió la marca a James Gills por 3 millones de dólares, que posteriormente la transformó en la World Triathlon Corporation para dar forma al sistema de franquicias Ironman. Un sistema que ha permitido la expansión global de una carrera de referencia en los deportes de larga distancia, generando tal expectativa que desde Garmin a Banco Santander, pasando por Orca y Specialized, han visto un nicho de mercado por explotar.

 

El patrocinio ha sido una de las vías que numerosas empresas han escogido para dar a conocer sus productos técnicos. Desde su apoyo a grandes eventos como las series organizadas por Win Sports Factory, esponsorizadas por marcas como Aquaman, Santini, Compresport o Etixx, a deportistas que compiten con sus productos. Esta segunda vía es la utilizada por triatletas como Jan Frodeno, Javier Gómez Noya o Sebatian Kinle, que compiten cada triatlón con productos de BH, Polar, Sailfish o Asics valorados entre 8.000 y 10.000 euros.

 

No obstante, no todo es positivo para estas empresas. La excesiva presencia de marcas en las grandes competiciones ha hecho que otras decidan no estar presentes. “En Orca decidimos patrocinar pocos eventos por la competencia, ahora estamos presentes en competiciones pequeñas como las de Swim Run, que aseguran visibilidad”, explica Aran Tapiador, reponsable de márketing de Orca.

 

 

Otra vía por la que apuestan empresas que nada tienen que ver con el triatlón es convertirse en Main Sponsors de triatletas conocidos para que éstos los lleven en sus monos de competición. Movistar y Mitsubishi patrocinan a Javier Gómez Noya, mientras que Red Bull, Sacyr y UCAM Murcia patrocinan a Mario Mola, entre otros triatletas. Banco Santander, por su parte, patrocina las Santander Triathlon Series.

 

La presencia cada vez mayor de grandes marcas comerciales y el creciente número de usuarios ha hecho que incluso un gigante como Wanda haya invertido en este deporte. El grupo chino compró en 2015 por 650 millones de dólares la World triathlon Corporation, dueña de la franquicia Ironman, dando un impulso a una empresa que había registrado una tasa de crecimiento anual del 40% en los últimos años. Su objetivo es impulsar el negocio en China, replicando el éxito de Europa y Estados Unidos.

 

En el caso de España, el número de triatletas ha ido aumentando exponencialmente en las últimas décadas gracias a deportistas como Ivan Raña, Eneko Llanos o Javier Gómez Noya, entre otros. “Desde hace 15 años el triatlón ha aumentado anualmente una media del 15%”, afirma José Hidalgo, presidente de la Federación Española de Triatlón (Fetri). Hoy en día es imposible calcular la cantidad exacta de triatlones que se organizan en España, y es que a parte del campeonato del Santander Triathlon Series y los Ironman, hay numerosos triatlones de distancia media y olímpica organizados por ciudades con el apoyo de empresas locales como Ibersport o Essentium, entre otras.   

 

El número de triatletas, en aumento

 

Los datos del número de licencias aportados por el Consejo Superior de Deportes (CSD) son concluyentes en este sentido: en 2008 en España existían 12.986 licencias de triatletas para ambos sexos, siendo el masculino el predominante, mientras que en 2016, la cifra aumentó hasta las 27.760, de las que 22.849 son de hombres y 4.920 de mujeres. En cuanto a los clubes, las estadísticas también reflejan un incremento importante: 588 entidades en 2010 y 1.138 en 2016, casi el doble. Sin embargo, a los datos oficiales hay que sumarle el grueso de participantes de este deporte; que son todos los triatletas que se han lanzado al triatlón sin intención de federarse.

 

 

Está claro que la gran apuesta de las empresas por el triatlón no sería tan grande de no ser por la respuesta de los participantes. “El perfil del triatleta siempre ha sido de clase alta, aunque no es excluyente”, explica Gomar Marchena, ex responsable de márketing de Ironman España y director del portal Triatletas en Red. “Hacer un triatlón de distancia olímpica puede costar entre 80 euros y 100 euros si tienes el material, con el cual se suele hacer una inversión media de unos 3.500 euros”.

 

Ante este panorama, las empresas organizadoras han potenciado su oferta para satisfacer una demanda que parece no tener límite. Actualmente, de los tres Ironman que se organizan en España en Lanzarote, Mallorca y Calella (Barcelona), cada uno tiene un impacto económico de entre 10 millones y 14 millones de euros en su ciudad, y el número de inscritos en cada edición sobrepasa las 2.000 personas, y a 580 euros la inscripción, solo hay que hacer cálculos.

 

El beneficio económico también es factible para triatlones ‘menores’ como el de Vitoria, que con 2.300 inscritos para la edición de este año, entre los cuales están representadas casi todas las comunidades españolas y numerosos deportistas extranjeros, se espera que el impacto económico sea de unos 7 millones de euros, habiendo tenido una inversión previa de 890.000 euros.

 

Un nicho de mercado por explotar

 

No han sido pocas las marcas que han visto en este boom una oportunidad de negocio única. Desde Asics en el calzado, Sailfish en los neoprenos y Specialized o Cervélo en las bicicletas, el gran beneficio de estas empresas ha sido la exclusividad de sus productos. Y es que ¿si hay gente dispuesta a gastarse el dinero, por qué no fabricar el mejor material? Empresas como la española BH, que antes no fabricaba ningún producto para triatlón, empezaron hace unos años a fabricar bicicletas específicas de buena calidad. Ahora deportistas como Eneko Llanos o Miquel Blanchart compiten con sus productos.  

 

Otra empresa que ha aumentado su presencia en el mercado ha sido el fabricante de bicicletas Orbea, que también posee la distribución de los neoprenos Orca. Ambas empresas se fusionaron en 2010 para potenciar su red de distribución y ampliar su gama de productos. Actualmente están inmersos en un proyecto de fabricar neoprenos personalizados para diversos clubes de triatlón.

 

 

Estas marcas se nutren del patrocinio de eventos y deportistas para darse a conocer. Un claro ejemplo son los neoprenos Ax3, que entró en el mercado con el patrocinio de Fernando Alarza, hermano del fundador de los neoprenos. Por otro lado, marcas como Orca patrocinan tanto a deportistas de élite como el campeón del mundo de Ironman Sebastian Kinle, y los españoles Albert Moreno y Cesc Godoy, como a triatletas amateurs que les ofrecen sus productos para que ellos los promocionen en sus redes sociales.

 

“El triatlón es un deporte de futuro, no importa cómo, cuándo ni dónde, la gente ya ha demostrado que está dispuesta a pagar una importante cantidad de dinero por una experiencia única, y eso, en manos de una buena empresa, es éxito asegurado”, explica José Corrales, ex director del Calella Challenge.