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Competición, mujer y nuevas generaciones: el ‘galope’ de la hípica para mantener su statu quo

El deporte ecuestre aglutina en España a 50.781 federados, de los que la mayoría son mujeres y, si bien la barrera económica que supone practicarlo aún es elevada, la presencia de competiciones como la Longines Global Champions Tour son un gran dinamizador.

Álvaro Carretero

18 may 2020 - 04:56

Competición, mujer y nuevas generaciones: el ‘galope’ de la hípica para mantener su statu quo

 

 

La hípica es uno de esos deportes que aún arrastra un estigma de elitismo. Su elevado coste económico supone una fuerte barrera de entrada, a lo que se añade la práctica en clubes, cuyas cuotas sociales también conllevan un importante desembolso. Sin embargo, los deportes ecuestres gozan de una segunda juventud en España. En la última década el número de federados ha aumentado un 20%, hasta rebasar las 50.000 licencias, gracias a la irrupción de la mujer y de las nuevas generaciones.

 

A favor de la disciplina juega la obligatoriedad de licencia para poder practicarla, lo que la convierte en la decimoquinta federación con mayor número de personas asociadas. Otro punto para destacar es que los deportes ecuestres cuentan con diferentes modalidades, que van desde los saltos y la doma clásica, ambas olímpicas y las que más tirón tienen, hasta el concurso completo, el raid o el horseball. De esta forma es capaz de seducir a un perfil de practicantes mucho más diverso. El reto para los más expertos es el polo.

 

“Es un mundo que está en crecimiento, con muchas disciplinas, pero faltaba organizar bien las competiciones”, señala Curro Espinós, presidente del Real Club de Polo de Barcelona, que se ha establecido como una de las referencias en España. La más costosa es la modalidad de saltos y Javier Revuelta, presidente de la Real Federación de Hípica Española (Rfhe) aseguró en una entrevista con As que “el número de caballos se multiplicaría si se bajase la altura a 1,40 metros”.

 

 

 

 

Si bien es una propuesta que aún no ha prosperado, podría ser una de las alternativas para democratizar aún más una disciplina que se encuentra entre las más costosas del deporte. La doma clásica, sin embargo, no requiere de tantos recursos económicos, aunque su práctica también se encuentra con otras barreras de entrada. La primera, la necesidad de practicarlo en clubes sociales que requieren de una elevada cuota de acceso y mantenimiento.

 

Al igual que sucede en el golf y otros deportes, en esta oferta conviven clubes de diversa índole, aunque los más destacados son los denominados como sociales. Entre ellos, el RC Polo de Barcelona, el Club de Campo Villa de Madrid, el Santa María Polo Club, o el Real Club Pineda, ambos en Sevilla. En el centro madrileño, por ejemplo, las clases cuestan a sus socios entre 243 euros y 648 euros mensuales, aunque también es posible practicarlo sin estar vinculado al mismo, ya que se trata de una institución de titularidad pública.

 

En todos los casos el coste de las clases varía en función e la periodicidad y la modalidad, así como de la edad. Otros centros, como el Santa María, han ido un paso más allá a la hora de acercarse a las nuevas generaciones y han desarrollado un programa educativo de dos años junto con el Colegio Internacional de Sotogrande para integrar la práctica de la hípica como una actividad extracurricular más.

 

 

 

 

“Al final, los torneos y las escuelas son y han de ser círculos directamente conectados y hay que hacerlos girar”, señala Espinós. “Los clubes tenemos un papel fundamental en ese ecosistema porque damos soporte a los eventos de primer nivel, visibilizamos las disciplinas entre los socios, especialmente los jóvenes y, además, continuamos ese recorrido a través de la formación en el deporte”, añade.

 

En el caso del RC Polo de Barcelona la estrategia ha consistido en potenciarlo a través de los eventos, sean locales, nacionales o internacionales, como la Copa de las Naciones, que renovó su acuerdo por tres años más con la ciudad. El torneo más importante, sin embargo, se encuentra en el Ccvm: el Longines Global Champion Tour, que hace escala en la capital española y, junto con el recién llegado Open de España de golf, es el evento más reputado del club.

 

Aun así, la barrera económica se mantiene como el principal hándicap para atraer a una mayor masa de practicantes. A los cientos de euros mensuales que se abonan por las clases hay que añadir las cuotas de pertenencia, la ficha federativa, la licencia de habilitación, y otros gastos derivados del caballo, que suman más de 300 euros de entrada, variables en función del tipo de competición. Y añadan el precio del caballo, que puede alquilarse o comprarse y pagar el alquiler de las cuadras.

 

 

 

 

Pero el factor del alto standing y el elevado coste de su práctica han convertido a la hípica en un importante motor económico dentro de la industria del deporte. El mundo ecuestre deportivo movió en España 5.000 millones de euros en 2013, según los últimos datos disponibles, derivados del estudio encargado por la Rfhe a Deloitte.

 

En él se estimaba que esta cuantía correspondía al 0,5% del PIB del país y que generaba 60.000 puestos de trabajo de forma directa. En total, el impacto económico directo para las economías locales ascendía a 3.375 millones de euros, incluyendo las explotaciones ganaderas. Aun así, España está lejos de ser una potencia a nivel mundial y tanto la federación como los clubes consideran “un milagro” que puedan estar en las principales competiciones.

 

De hecho, la falta de referentes es otro factor importante a la hora de fomentarlo, pues no existe una figura capaz de hacer de tractor, como sí ha sucedido en los últimos años en deportes como el golf con Jon Rahm, Rafa Nadal en el tenis o las modalidades de nieve, con Regino Fernández, entre otros. Sin embargo, el buen momento por el que atraviesa la hípica invita aún invita al optimismo para perpetuar su segunda juventud.