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Carretera, manta y ‘reset’: el relanzamiento de los Mundiales de ciclismo, un negocio de 60 millones de euros

La UCI, que hace unos meses aprobó la creación de un campeonato del mundo multidisciplinar unificado, ha dejado un impacto económico de 57,8 millones de euros entre sus cuatro principales pruebas, aunque el ciclismo en ruta acapara tres cuartas partes del negocio.

Álvaro Carretero

20 sep 2019 - 04:58

La UCI, que hace unos meses aprobó la creación de un campeonato del mundo multidisciplinar unificado, ha dejado un impacto económico de 57,8 millones de euros entre sus cuatro principales pruebas, aunque el ciclismo en ruta acapara tres cuartas partes del negocio.

 

 

La victoria de Alejandro Valverde en el Mundial de ciclismo en ruta lanzó el seguimiento de la prueba en España en 2018. Sin embargo, no siempre reciben la misma atención, por lo que la Unión Ciclista Internacional (UCI) ya ha aprobado un plan de relanzamiento para hacerlo más atractivo para el aficionado, con la modalidad de carretera como punta de lanza. ¿El motivo? Las cuatro principales pruebas generaron un impacto económico de 57,8 millones de euros en 2018, aunque casi tres cuartas partes corresponden únicamente a esta disciplina.

 

El sector hotelero fue el más beneficiado en 2018, ya que de los 114 euros diarios que se gastó de media cada visitante, tres cuartas partes se realizaron en las reservas de alojamiento. Por otro lado, el 85% de los turistas aseguraron que repetirían sus vacaciones en la región de Tirol, donde se disputó el Mundial de ciclismo en ruta, según un documento elaborado por la UCI y la consultora EY. Además, el 60% de la audiencia por televisión, que alcanzó a 250 millones de espectadores de más de cien países, afirmó que valora visitarla en un futuro.

 

David Lappartient, presidente de la UCI, ha afirmado que los ciclistas “han demostrado que pueden ser enormes dinamizadores del desarrollo económico en términos de deporte y turismo en todas las regiones que han alojado los eventos”. Sin embargo, el 70% del impacto económico generado por las cinco principales pruebas de la UCI procede del Mundial de ciclismo en ruta, que también domina el día a día con El Tour, La Vuelta y El Giro.

 

 

 

 

La edición del Mundial 2018, celebrada en Innsbruck (Austria), congregó a 77 equipos y dejó un impacto económico en la región del Tirol de 39,8 millones de euros. La importancia que tiene esta prueba en el calendario se ve reflejada en el gran despliegue mediático que acudió a cubrirla, ya que hasta 830 miembros de la prensa y 1.820 operarios de las selecciones nacionales estuvieron presentes.

 

Por otro lado, la UCI estima que la asistencia total al evento fue de 586.000 espectadores, un 20% de los cuales se desplazó desde otras regiones de Austria o u otros países. Sin embargo, dado que el ciclismo se disputa en entornos abiertos que no requieren del pago de una entrada para acudir al espectáculo, resulta difícil cuantificar esta categoría y que la propia federación o los clubes saquen un rédito económico de estos desplazamientos.

 

Estos eventos tienen el atractivo y la habilidad de saber enganchar audiencias locales e internacionales por igual, por lo que se convierten en unas plataformas muy potentes para construir conexiones entre los visitantes y los espectadores si se alinean debidamente entre la economía local y las metas sociopolíticas en un contexto a gran escala”, ha asegurado Peter Arnold, socio de EY UK Economic Advisory.

 

 

 

 

Es por eso por lo que a partir de 2023 la federación internacional de ciclismo organizará un campeonato conjunto en el que se disputen todas las disciplinas. “Era uno de los compromisos que prometí durante mi campaña por la presidencia y me siento orgulloso de haberlo cumplido”, aseguró Lappartient tras anunciar el nuevo evento. En total, trece modalidades se citarán en Glasgow, que aspira a convertirse en una de las grandes capitales del deporte a nivel europeo.

 

El torneo tendrá lugar un año antes de los Juegos Olímpicos de París 2024 y se celebrará cada cuatro años, aunque cada disciplina seguirá manteniendo su propio mundial, que tiene carácter anual, tal y como sucedía hasta ahora. El objetivo es que el impacto económico que ahora generan las pruebas de forma aislada en diferentes localizaciones se unifique en un único territorio y capitalizar la visibilidad que otorga el ciclismo en ruta, que hará de tractor.

 

Por eso, otra de las medidas que se han aprobado durante el último año para revitalizar los Mundiales de ciclismo en pista y ciclocrós, ha sido la reestructuración del calendario y la cesión de los derechos de organización a Flanders Classics. De esta forma, se garantiza un circuito propio para cada modalidad, a la vez que se establece una cita mundialista de referencia que prolongue su proyección y se convierta en una suerte de fiesta del ciclismo.

 

 

 

 

Son cambios adoptados con cierta urgencia, pero que habían sido demandados durante años por gran parte de los sectores de esta industria. De hecho, los resultados de los últimos mundiales no han hecho sino evidenciar la necesidad de reformular todas las competiciones. Si bien el ciclismo en ruta ha sido un éxito, el de pista apenas generó 2,3 millones de euros en Apeldoorn (Países Bajos), mientras que el de ciclocrós ni siquiera fue cuantificado.

 

A diferencia del Mundial en ruta, el de pista apenas llegó a una audiencia de 19.000 espectadores, y sólo movilizó a 1.075 trabajadores, contando prensa, operarios y ciclistas. La prueba ni siquiera se acerca al impacto económico y mediático generado por los campeonatos del mundo de mountain bike y ciclismo de fondo.

 

El primero, celebrado en Lenzerheide (Suiza) durante cinco días, atrajo a más de 30.000 visitantes y dejó en esta región un impacto económico de 11,5 millones de euros, confirmando a las bicicletas de montaña como la segunda prueba más relevante para la UCI. Este Mundial, nacido en 1990, ha aumentado su relevancia durante los últimos años e, incluso, es el único que cuenta con su propio title sponsor, Mercedes Benz.

 

Aún es una incógnita saber si las medidas que ha adoptado la UCI serán suficientes para dar un nuevo impulso a una serie de competiciones que viven bajo la alargada sombra del ciclismo en ruta. Lo que está claro es que el sector ha comenzado a dar las primeras pedaladas para que los aficionados también reconozcan los nombres de Harrie Lavreysen, Mathieu van der Poel y Alan Hatherly.