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2018: el año en que MotoGP dio ‘gas’ a su versión eco y ‘tech’

Dorna Sports ha destinado 2018 a asegurar sus principales contratos de televisión en Europa y diseñar nuevos proyectos que complementen al Mundial de Motociclismo, como su torneo de eSports o el de motos eléctricas.

Palco23

28 dic 2018 - 04:59

MotoGP ha vendido los derechos audiovisuales en España a la OTT Dazn

 

 

Dorna Sports ha experimentado un 2018 intenso en cuanto a renovaciones se refiere. La compañía española se ha volcado en los últimos doce meses en la firma de sus principales contratos de televisión de MotoGP, una pieza clave en todo el negocio del Mundial de Motociclismo. No han sido negociaciones sencillas, como se ha evidenciado en España, donde la empresa dirigida por Carmelo Ezpeleta ha decidido convertirse en la punta de lanza de Dazn, la OTT británica que se estrenará en el país en 2019. Su ambición es llegar a nuevos públicos, pero sobre todo volver a tener una ventana en la televisión en abierto con dos carreras por temporada.

 

“La OTT es el camino que todos deben empezar a explorar”, señalaba el director de medios de la compañía, Manel Arroyo, sobre este cambio en el que es uno de sus principales mercados. En Francia también ha habido un relevo de socio audiovisual, que a partir de 2019 será Canal+ y que también garantizará dos pruebas en abierto. Por el contrario, se ha apostado por la continuidad en Italia y Reino Unido, donde ha renovado hasta 2021 con Sky y BT Sport, respectivamente.

 

Uno de los retos de la competición de motor es garantizar un producto con recorrido durante los doce meses del año para evitar bajas de suscriptores, aunque Dorna Sports ha decidido que no rebasará el límite de las 22 carreras anuales. Ezpeleta confirmó este año que sobre la mesa tienen propuestas de 26 ciudades que aspiran a entrar en MotoGP, aunque de momento sólo se ha abierto la puerta a Brasil, después del preacuerdo firmado en junio por el que Río de Janeiro volvería a ser sede del campeonato a partir de 2021.

 

 


 

En el último año también se ha avanzado en las conversaciones para que Indonesia  se sume al calendario. De momento, en 2018 se ha asegurado  la continuidad de los circuitos de Misano (Italia) y Sachsering (Alemania), así como Jerez; en este caso, la Junta de Andalucía  firmó en octubre un contrato para los próximos tres años a razón de 12,5 millones de euros.

 

La potenciación del core business ha ido acompañada de la creación de proyectos complementarios que permitan llegar a nuevos públicos y patrocinadores. Por un lado están las MotoGP eSports, que este año han contado por primera vez con tres eventos físicos además de las nueve citas online que se disputaron en paralelo a las carreras reales. “También beneficiará a los equipos, ya que tendrán una mayor exposición a su base de seguidores”, defiende Dorna Sports.

 

La otra novedad en la que se ha continuado trabajando es la MotoE, una competición de motos eléctricas que debutará en 2019 con cinco eventos. Para conseguirlo, el trabajo de la compañía en estos últimos doce meses ha sido la búsqueda de patrocinadores que financien la iniciativa. Y lo han conseguido: la energética Enel se ha hecho con los title rights de la nueva categoría, mientras que Energica será el proveedor de motocicletas. Una mezcla ecofriendly y tecnológica que les debe permitir superar los 30 millones de aficionados en un futuro.

La náutica se ha enfrentado en 2018 a muchos elementos, y no todos ellos han estado en el agua. El mundo de la vela ha sufrido un convulso año en el que distintas competiciones han visto cambiar su rumbo momentáneamente para dirigirse a un destino donde la viabilidad es el principal reto. Y es que pese a reducirse los costes de entrada a este deporte, las disciplinas que se desprenden de él continúan contando con presupuestos difíciles de conseguir debido a los problemas de monetización de los patrocinios.

 

Ejemplo de ello es la Barcelona World Race, cuya edición de 2018 fue suspendida por el patronato de la Fundació Navegació Oceànica Barcelona (Fnob), debido a la incertidumbre política y el riesgo de que los patrocinadores finalmente no pudieran deducirse su inversión por la falta de sintonía entre el Gobierno y la Generalitat de Catalunya.

 

Sin embargo, tras varios meses de negociaciones, finalmente se consiguió que el Ministerio de Hacienda le volviera a conceder la calificación de acontecimiento de excepcional interés público. Es decir, que tendrá beneficios fiscales para los patrocinadores que apoyen la vuelta al mundo para la edición de 2022-2023, que  ha sido confirmada por el Ayuntamiento de Barcelona.

 

Eso sí, el consistorio decidió en julio prescindir de Xosé-Carlos Fernández y situar en la dirección de la regata al gerente del Institut Barcelona Esport (IBE), Frank Terrón. Otro de los aspectos importantes es un rediseño de la vuelta al mundo que también responde a la dramática caída de ingresos, tanto por aportaciones públicas como por financiación de patrocinadores y otros productos. El presupuesto previsto para próximas citas es de unos diez millones de euros, frente a los 45 millones de euros que se manejaron en la cita de 2014.

 

La Volvo Ocean Race cambia de dueño y de nombre

 

A unos kilómetros al sur, en Alicante, está la sede de la Volvo Ocean Race, principal competición de vela oceánica y que en 2018 cambió de dueño. La regata, antes propiedad de Volvo Group, ha pasado a manos de una empresa controlada por Richard Brisius, actual presidente de la prueba; Johan Salén, copresidente, y Jan Litborn. Una de sus primeras decisiones ha sido incorporar los barcos de clase Imoca para la edición de 2021, un cambio muy significativo, ya que son los mismos que se utilizan en la vuelta al mundo en solitario y sin asistencia, la Vendée Globe. El objetivo es unir dos de las competiciones de vela más prestigiosas del mundo y crear un único calendario que permita a los patrocinadores, equipos y deportistas crear estrategias más transversales.

 

No es una cuestión baladí, ya que frente a estas competiciones de vela oceánica se sitúan las pruebas inshore, con la America’s Cup y las Extreme Sailing Series como más destacadas. La diferencia es sustancial, ya que, mientras que las primeras regatas cuentan con el reto de monetizar nueve meses en el agua, las otras funcionan prácticamente igual que la Fórmula 1: tienen diferentes paradas por el mundo en las que se disputan carreras cerca de la orilla, circunstancia que facilitan su comercialización entre patrocinadores y a captación de aficionados. Sólo el agua dirá si la vela seguirá siendo un deporte con futuro.