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Valencia Basket: cantera y ‘cultura del esfuerzo’ como principios para devolver la ciudad a la élite del básquet femenino

El equipo femenino del club taronja cuenta con un presupuesto que supera el millón de euros, con el objetivo de competir en Europa y pelear en la zona noble de la Liga Femenina Endesa. En su ADN, la apuesta por el talento español.

Patricia López

29 nov 2019 - 04:55

Valencia Basket: cantera y ‘cultura del esfuerzo’ como principios para devolver la ciudad a la élite del básquet femenino

 

 

Han pasado seis años desde la desaparición de Ros Casares, mítico club español de baloncesto femenino que consiguió conformar un equipo de estrellas de la WNBA, pero al que la falta de recursos condenó a la disolución. Valencia anhelaba volver a tener un equipo en la élite, un deseo compartido por Juan Roig, que decidió tomar el testigo. Hoy ya pelean por ser un equipo de referencia en el mundo de la canasta.

 

El dueño de Mercadona decidió entrar no por el primer equipo, sino que optó por empezar la casa por los cimientos, integrar la cantera femenina y que, por sus propios méritos, ascendiera de categoría hasta que el primer equipo alcanzara Liga Femenina 2. Dos temporadas después, el Valencia Basket empezó a financiar al equipo, que hasta ese momento se mantuvo con sus propios recursos. Ahora, el equipo compite en la Eurocup y está en condición de pelear por la Liga Femenina Endesa, dominada por el Perfumerías Avenida y el Spart Citylift Girona.

 

“Cuando el Ros Casares desapareció integramos la cantera de manera inmediata, pero no al equipo profesional; creíamos que era muy pronto para nosotros porque desconocíamos cómo hacerlo; era mejor organizarnos internamente y definir una hoja de ruta para luego ejecutarla”, explica a Palco23 el director de operaciones y relaciones institucionales del club, Jose Puentes. En la actualidad, la cantera y la escuela, que cuenta con equipos mixtos, está compuesta por 223 jugadoras.

 

 

 

 

El punto de inflexión fue hace dos temporadas, cuando Roig decidió dar un paso más y empezar a apoyar económicamente la sección para que ascendiera a la élite. Dicho y hecho, e incluso en su temporada debut consiguió plaza para competición europea, un objetivo que la entidad se había fijado a largo plazo. “Decidimos impulsar el baloncesto profesional porque, al igual que los niños tienen a sus iconos, las niñas deben tener sus estrellas”, apunta.

 

El objetivo estaba claro, y no se conseguirá a base de traer talento extranjero como en su día hizo su predecesor, el Ros Casares: el criterio se basa en fichar a jugadoras valencianas y españolas que estaban jugando fuera del país para “tener nuestras propias raíces”, una apuesta que se ha traducido en que ocho jugadoras de la plantilla son nacionales, y algunas son estrellas con la Selección, como Queralt Casas, Leticia Romero y Tamara Abalde.

 

El resto son jugadoras extranjeras que “refuerzan la plantilla aportando verdadero valor, pero que deben encajar con nuestra filosofía de trabajo”, explica Puente, al recalcar uno de los requisitos del club a la hora de fichar. En ese bloque entran la maliense Meiya Tirera y la checa Julia Reisingerova, fichada el pasado verano.

 

 

 

 

El convencimiento del Valencia Basket de tener sección femenina no responde a una ambición histórica del club, sino a un deseo que tenía la entidad de que Valencia continuara teniendo un club donde se formaran jugadoras. “Mientras estuvieron el Dorna Godella y, posteriormente, Ros Casares no había la necesidad de que tuviéramos equipo, pero cuando desaparecieron sí”, afirma Puentes, al recordar los orígenes de la integración de la integración de la cantera del Ros Casares en el Valencia Basket.

 

El equipo persigue la clasificación para la Copa de la Reina, seguir disputando competición europea y estar entre los cuatro primeros de la Liga Femenina Endesa, para lo que ha conseguido un presupuesto que supera el millón de euros, en el que se imputa desde el pago de nóminas de las jugadoras y el staff, hasta el gasto en viajes, pasando por los apartamentos para las atletas.

 

 

 

 

El club admite que, sin el apoyo de su mecenas, Juan Roig, no sería posible mantener la actividad profesional en ACB y Liga Femenina, pero afirma estar haciendo esfuerzos para aumentar los ingresos propios, y, sobre todo, dar valor a la sección femenina. “Tenemos un abono global que ha subido de precio y que provoca que 3.500 personas vengan cada semana a ver al equipo pagando, sin ofrecer entradas gratuitas”, sostiene, convencido de que la clave no está en llenar el pabellón de manera puntual, sino en hacerlo cada fin de semana

 

Puente es consciente de que el siguiente paso para mejorar los ingresos es recibir recursos por los derechos audiovisuales, que hasta ahora no se han vendido, sino que se han adjudicado a Rtve y Twitter para que den visibilidad al torneo. “Las televisiones pagarán en el momento en que vean que hay telespectadores; es así de triste, pero es una realidad”, apunta. Es una visión coherente con el lema que los equipos lucen en el frontal de la camiseta: Cultura del esfuerzo. En palabras del director de operaciones del Valencia Basket, “está claro que debemos dar máxima visibilidad al femenino, pero, llegado a un punto, te lo tienes que ganar, y eso es algo que estamos demostrando”, apostilla.