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Más importación y menos cantera: el fútbol base toca mínimos históricos en Europa

Los clubes de LaLiga han rebajado del 23% al 17,8% de la plantilla el peso de los jugadores formados en la base, pero sigue por encima de la media europea, del 16,9%. Entre 2009 y 2018, los expatriados se han estabilizado por encima del 38%.

M.Menchén

15 nov 2018 - 04:58

Más importación y menos cantera: el fútbol base toca mínimos históricos en el fútbol europeo

 

 

“El mayor problema es que el Athletic va por un lado y nuestra sociedad y el fútbol va por el otro. Nuestro mayor reto es preservar nuestra identidad”, señala recientemente Josu Urrutia, presidente de uno de los pocos equipos que aún intenta que la mayoría de su plantilla haya crecido en sus instalaciones. Es una percepción que muchos profesionales pueden tener por las cifras que maneja el mercado, pero también por cómo ha caído desde 2009 el peso de la cantera en todas las ligas europeas. Si en 2009 representaban el 23,2% del total, en 2018 ya solo son el 16,9%.

 

“La proporción de este tipo de futbolistas nunca había sido tan baja”, advierte el Cies Football Observatory sobre la presencia de futbolistas que entre los 15 y los 21 años estuvieron tres años en un club antes de saltar al primer equipo. De hecho, sólo se salvan de esta situación los cien clubes que tradicionalmente han invertido más en la generación de talento, pues en estos casos el porcentaje de canteranos en el primer equipo sube del 21,8% al 26,4% desde 2009.

 

El centro de estudios señala que sólo en Chipre ha mejorado, por lo que se trata de una pérdida de representatividad generalizada en toda Europa. En el caso de LaLiga, la competición es una de las que más ha sufrido la tendencia a apostar menos por la base y buscar el talento fuera. La caída ha sido de cinco puntos durante los últimos diez años, hasta el 17,8%, aunque aun así se sitúa por encima de la media y de la mayoría de grandes ligas europeas.

 

 

 

 

De las consideradas big-5, el fútbol español sólo se ve superado por la Ligue-1, cuyas plantillas están formadas por canteranos en un 18,8% de los casos. La Bundesliga se mantiene estable en el 15%, mientras que la Premier League retrocede tres puntos, hasta el 11%. La Serie A lo hace en un punto y medio, hasta el 7,4%, confirmándose como la liga nacional con más problemas para generar talento propio con el que competir internamente y en torneos de la Uefa.

 

El propio Gianluiggi Buffon, capitán de la Selección italiana, lo admitía antes del Mundial de Rusia 2018 al que no lograron clasificarse: “En los últimos diez años veo que Italia tiene buen equipo, no somos malos, somos un buen equipo, pero sin los talentos que había antes. Sin ciertos jugadores cuesta mucho conseguir resultados, victorias”, lamentaba. Un debate similar es el que se ha suscitado en Inglaterra, después de que la Federación tuviera que rechazar una oferta de 600 millones de libras por la propiedad de Wembley, un dinero que iba a ir destinado a mejorar los campos de clubes formativos del país.

 

En el caso de España, una de sus principales virtudes ha sido la mezcla de tradición histórica de este deporte unida a la pirámide de competición. En muchos países consideran que el hecho de permitir que los filiales compitan en categorías profesionales como Segunda B o Tercera División ayuda al desarrollo del talento, e incluso es uno de los motivos por los que el City Football Group (CFG) decidió adquirir una mayoría significativa del Girona FC. Francia y Alemania también lo permiten, aunque con límites, mientras que Italia e Inglaterra tienen torneos específicos para filiales.

 

Pese a ello, la presión de los resultados en un negocio que cada vez mueve más dinero va en contra de estas promociones. “Pienso que si hay menos jugadores de la cantera en las plantillas de ligas es porque hay mucha prisa y presión por conseguir buenos resultados; en cuanto se pierden cinco partidos seguidos, el entrenador queda muy debilitado”, apunta Antonio Cordón, director deportivo del hólding futbolístico Hope Group y máximo responsable de esta parcela en el Villarreal CF durante ocho años.

 

 

 

 

Muestra de ello es que, según el Cies, los futbolistas nacidos a partir de 1997 cuentan con menos oportunidades a medida que participan en competiciones de mayor nivel. Por ejemplo, en lo que va de 2018-2019 han jugado el 15,4% de todos los minutos en la Ligue-1, por el 14,7% de la Bundesliga, el 9,8% de la Serie A, el 6,1% de LaLiga y el 5,3% de la Premier League.

 

Ante las dificultades para hacer llegar más canteranos al primer equipo, lo que sí han conseguido los clubes españoles y franceses es rentabilizar su inversión anual en la base. La Ligue-1 facturó 833,4 millones de dólares por traspasos internacionales en las dos ventanas de fichajes de 2018, lo que supone un 37,5% más. En el caso de LaLiga, la cifra se situó en 716,1 millones de dólares, con una caída del 9,9% motivada por el impacto que tuvo la salida de Neymar en 2017 y que representó el mayor traspaso de la historia con 222 millones de euros.

 

“Cada vez más y más clubes están movidos por el corto plazo. En un contexto de creciente segmentación y especulación, propietarios y dirigentes tienden a optimizar los retornos económicos en el mercado de fichajes en detrimento eminentemente de las consideraciones deportivas”, lamenta el estudio. De hecho, muchas entidades han visto en la compraventa de futbolistas una manera de rentabilizar su excedente de caja o su mayor capacidad para asumir riesgos en la firma de jóvenes talentos procedentes de Latinoamérica.

 

Esta es una cuestión que muchas veces se ha criticado a agentes como Jorge Mendes, uno de los grandes expertos en mover a futbolistas en el mercado, y a inversores como Gino Pozzo. El empresario italiano ha logrado crear un importante negocio personal en la industria del fútbol ha sido el constante movimiento de futbolistas entre sus equipos de la élite: Udinese en la Serie A y Watford FC en la Premier League. En su día también controló el Granada CF, y la nueva propiedad se encontró tras la firma de la compra que la mayoría de futbolistas del primer equipo y el filial no pertenecían al club, sino al empresario italiano.

 

 

 

 

Ahora bien, el centro de estudios también señala a los jugadores como una parte del problema, pues considera que muchos de ellos “ven a su actual equipo como un simple paso intermedio hacia mercados más lucrativos”. “Los clubes con menos capacidad económica tienen cada vez mayores dificultades para mantener a sus mejores jugadores, que tienden a converger más y más rápidamente en los clubes más ricos”, añade.

 

Es una tendencia de la que sobre todo se han beneficiado clubes de Portugal y Holanda, cuyas ligas nacionales son contempladas por muchos agentes como ideales para la adaptación al fútbol del Viejo Continente. Y un dato que lo corrobora es que la edad media para la primera experiencia internacional ha pasado de los 22,2 años en 2009 a los 21,8 años en 2018. Además, el porcentaje de menores que emigran ha subido del 8,2% al 9,6%.

 

Cordón considera que esta transformación del mercado de fichajes se ha traducido en que “cada año los clubes gastan más dinero en el departamento de scouting. Tratan de conocer todos los mercados al detalle y llegar antes a los jugadores destacados y jóvenes con futuro”. En su opinión, y de hecho en Hope es una de las estructuras que se creó con prioridad, “la detección de talento es un área en el que hay cada vez mayor inversión, puesto que es la mejor manera de crear valor para un club”.

 

Esta globalización del seguimiento de jóvenes promesas también es percibida por el Cies, que señala que “el mercado laboral del fútbol cada vez está menos dividido entre territorios, con un descenso de la presencia de futbolistas formados en cada club, una fuerte proporción de futbolistas expatriados y una gran movilidad”. Actualmente, cuatro de cada diez futbolistas de las principales ligas de Europa es extranjero y se ha trasladado a ese país sólo para competir a nivel profesional.

 

 

El impacto de la Ley Bosman en la internacionalización del mercado

 

El primer boom migratorio por razones futbolísticas se produjo en la década de los noventa, después de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Tjue) prohibiera en 1995 que las federaciones establezcan topes al número de jugadores comunitarios en equipos del mercado común. A partir de ahí, el avance de los foráneos en las ligas nacionales ha crecido de forma constante, pasando del 34,7% en 2009 al 41,5% en 2018, según el informe. El avance se debe sobre todo a la mayor movilidad de los atletas europeos, cuya representación sobre el total de expatriados ha paso del 58,5% al 65,5% en el periodo analizado.

 

El Cies sólo considera expatriados a los jugadores extranjeros que se han trasladado a un nuevo país por razones deportivas, de modo que excluye a atletas que llegaron a un país siendo menores por razones familiares. De esta manera, se elimina el efecto distorsionador que podría tener el hecho de no diferenciar este aspecto en una sociedad cada vez más multicultural. De hecho, actualmente hay canteranos de origen diverso en LaLiga, como el dominicano Junior Firpo en el Real Betis o el marroquí Munir El Haddadi en el FC Barcelona.

 

El campeonato español es el número quince por porcentaje de expatriados, con un 38,6% del total, apenas medio punto más que en 2009. Es un índice alto, aunque por debajo de la media y muy alejado del 62,7% de la Premier League, el 56,5% de la Serie A o el 50,8% de la Bundesliga; en el caso alemán, algunos expertos lo atribuyen a su poder de captación en otros países centroeuropeos con torneos menos competitivos, como Suiza, República Checa o Austria. Y ahí está el debate de Europa, en cómo corregir el efecto de la industrialización del fútbol en la competitividad de este deporte. ¿No estará en la cantera?