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Josep Jordi Cambra (Rctb): “El club no tiene que sufrir por su solvencia tras el Covid-19”

El presidente del Real Club de Tenis Barcelona no ha dejado de cobrar las cuotas a sus 2.500 socios, pero ha perdonado el cobro de los servicios no ofrecidos durante el parón por la pandemia.

P. López

3 jul 2020 - 04:59

Josep Jordi Cambra (Rctb): “El club no tiene que sufrir por su solvencia tras el Covid-19”

 

 

“Económicamente no hay duda de que 2020 será un mal año, pero lo solucionaremos”. Así lo afirma Josep Jordi Cambra, presidente del Real Club de Tenis Barcelona (Rctb), al que la pandemia le ha llegado en su segundo año como presidente y en momento de transformación de una entidad que factura aproximadamente 14 millones de euros al año.  El club va a mantener su solvencia, cuenta con caja excedentaria y no tiene deuda, pero asume que cerrará el año con pérdidas. “El Rctb no tiene que sufrir por su solvencia; estamos en una línea de corrección que se alargará tras un 2020 complicado, pero se solucionará”, reafirma el presidente a Palco23.

 

Ha sido un año en que la entidad ha asumido todos los riesgos. La cancelación del Trofeo Conde de Godó, que junto al patrocinio ajeno al torneo y propio del club genera buena parte de los ingresos, ha mermado las cuentas de una entidad que suma 121 años de historia. La entidad ha devuelto el dinero a los patrocinadores del torneo, ya los aficionados que compraron entradas y ha pagado a los proveedores con los que no ha pactado aplazamientos, una decisión que, según Cambra, debía tomarse “en coherencia con la reputación que tiene el club”.

 

“No podemos olvidar lo que somos ni que administramos un legado histórico y una manera de hacer; en un momento determinado nuestra prioridad no siempre es la económica, si bien es importante”, apunta. “Podríamos haber decidido no pagar a los proveedores o no devolver el dinero a los espónsors, pero generar ese prestigio en nuestro entorno, esa fidelidad, y sentido de pertenencia está por delante de la vertiente económica”, recalca.

 

 

 

 

Además del torneo y los patrocinadores, el Rctb genera sus ingresos a partir de las cuotas sociales y el cobro de servicios como la escuela de tenis y pádel, el restaurante y el área de fitness y wellness. El único cobro que ha seguido realizando ha sido la cuota a los socios. “Las hemos mantenido porque el club es propiedad de ellos y creíamos que debían apoyar”, afirma, aunque admite que la entidad está barajando distintas opciones para compensarles.

 

Pese a que se dejó de cobrar al socio por las clases de tenis o las dirigidas del gimnasio, se optó por seguir ofreciendo contenidos online, desde sesiones de entrenamiento hasta entrevistas con tenistas. “Queríamos que no se perdiera el vínculo con el club durante el periodo en que no ofreciéramos servicio presencial”, argumenta Cambra.

 

Para recortar gastos, se llevó a cabo un expediente de regulación temporal de empleo (Erte) que no afecten al 100% de la plantilla, al mantener al equipo de mantenimiento, limpieza y seguridad, así como a los directores de área y al equipo que generaba el contenido digital. También se ha echado el freno a las inversiones en el club, con dos excepciones: el gasto en mantenimiento y en sostenibilidad.

La entidad ha dejado de invertir 800.000 euros en proyectos que espera retomar en otoño, con la idea de realizar una reforma estructural en los vestuarios a partir de 2021. Además, ha alcanzado un acuerdo con una compañía para que asuma la inversión en sostenibilidad, a cambio de cobrar una cuota a partir del ahorro en la factura energética de club.

 

“Ante la incertidumbre que hay hemos tomado la decisión de frenar las inversiones y no asumir riesgo; debemos ser prudentes por la situación actual”, sostiene. El club no cuenta con una gran necesidad de reformas las instalaciones, puesto que desde 2010 se han invertido más de diez millones de euros en mejoras realizadas por la junta anterior.

 

Es algo que Cambra admite, al firmar que “el mérito del equipo y de las juntas anteriores es que se ha conseguido que, con un motor pequeño, como es el club, el barco sea grande al dar servicio al socio y albergar un torneo de élite”. Ahí está precisamente el riesgo, al admitir que “demasiada ambición o cualquier fallo en la previsión de costes puede tener consecuencias severas”.