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Fútbol y Bolsa: cuando el mercado no entiende de goles y sí de números

M.Menchén

3 feb 2017 - 05:00

En la mayoría de ocasiones, los mercados bursátiles suelen aprobar o desautorizar las decisiones de las compañías en función de sus resultados económicos o decisiones que afectan a cuestiones como la deuda o el reparto de dividendos. Sin embargo, el fútbol puede provocar que en muchas ocasiones esta correlación no exista. Un club puede cerrar un año magnífico en lo deportivo y no recoger los frutos en su valoración ante los inversores. “Sólo en unos pocos casos, los resultados de los clubs sobre el césped se vieron reflejados en el precio de sus acciones”, indica KPMG.

 

Un ejemplo de esta “falta de correlación”, según la firma de servicios profesionales, es el SL Benfica. El conjunto portugués ganó el título de liga en 2015-2016, mejoró sus ingresos un 24% y vuelve a estar en competiciones europeas, pero su cotización cayó un 5,8% a lo largo del último año.

 

En contra del club, muy probablemente y aunque el estudio no hace referencia a ello, el hecho de que su capacidad para exportar jugadores se vio afectada durante el último curso, poniendo en entredicho la actividad que le ha garantizado ser rentable en ejercicios anteriores. Esta misma circunstancia afectó aún más al Sporting Club, que también cotiza en Bolsa y que se dejó un 43,6% de su valor durante 2016.

 

 

 

Tampoco le fueron bien las cosas al Manchester United, cuyo récord de ingresos no evitó que los inversores castigaran sus títulos con una pérdida del 20% en un año tras quedarse fuera de la Champions League. Esta circunstancia no sólo afecta a la generación de recursos a corto plazo, sino que a medio también podría tener consecuencias si los Red Devils vuelven a quedarse fuera de la máxima competición continental: Adidas tiene derecho a rebajar un 30% el pago anual garantizado en ese caso.

 

En el lado contrario de la balanza figuran tres equipos turcos, que, si bien están en una liga menor, operan en un país que está haciendo esfuerzos por elevar el nivel de su fútbol, con operaciones como la venta de sus retransmisiones a Digiturk, la plataforma de televisión de pago adquirida recientemente por beIN Sports. Galatasaray y Besiktas crecieron por encima del 80%, mientras que el Trabzonspor disparó su capitalización bursátil en un 123,6%, según los datos recopilados por KPMG.

 

“Estos títulos, aunque más volátiles que los de sus homólogos europeos, parecen haber sido positivamente impactados por varios acontecimientos no deportivos, como nuevos contratos de patrocinio, desarrollo de nuevas infraestructuras y reformas en la gobernanza de la liga”, opina la división de consultoría deportiva de la firma, que dirige Andrea Sartori.

 

La volatilidad también viene muy marcada por la falta de liquidez de estos títulos, tanto por la falta de interés inversor como por la incertidumbre que acostumbra a rodear a estas organizaciones. Por ejemplo, en España, un descenso de categoría puede provocar una reducción de ingresos brutal, pasando de más de 40 millones a poco más de 10 millones de euros. Este motivo es el que ha provocado que muchas organizaciones hayan desistido de esta vía, apostando más por emisiones de bonos o créditos sindicados para financiar su actividad.

 

KPMG considera que esta situación podría cambiar “a medida que los clubs continúan creciendo en un negocio global y gestionado profesionalmente”. “Salir a Bolsa puede ser una creciente opción viable”, apostilla en su informe. A la espera de lo que suceda, lo que muchos equipos han encontrado como alternativa a la oferta pública de venta (OPV) es la venta directa de la propiedad a inversores chinos. Un claro ejemplo es el RCD Espanyol, cuyos dueños decidieron deshacer posiciones a finales de 2015 con la venta de sus títulos a Rastar Group, que además ha inyectado más de 70 millones de euros en el club para sanearlo.