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Especial 2020: El negocio del deporte en el año del Covid-19

El FC Barcelona se despide de Bartomeu tras un año en el Dragon Khan

El club blaugrana vivió de todo en la última temporada del sucesor de Sandro Rosell. Mientras el Barçagate provocó la salida de buena parte de la junta directiva de Bartomeu, que acabó dimitiendo tras la moción de censura contra su gestión, el coronavirus tensionó al máximo las cuentas de un club que en enero elegirá a un nuevo presidente. 

C. De Angelis

28 dic 2020 - 05:00

El FC Barcelona se despide de Bartomeu tras un año en el Dragon Khan

 

Como cada año, Palco23 realiza en las últimas semanas de diciembre un repaso a los últimos doce meses en el negocio del deporte, marcados por el impacto de la pandemia del Covid-19. Análisis macroeconómico de España y el mundo, recorrido por los fenómenos sociales que ha provocado el coronavirus y reportajes sobre el impacto en los principales clubes, competiciones y federaciones del sector forman el Especial 2020: el negocio del deporte en el año del Covid-19.

 

 

El FC Barcelona deja atrás en 2020 un annus horribilis en el que ni mucho menos fue todo culpa del Covid-19. Malos resultados deportivos (con la humillante derrota por 8-2 contra el Bayern Munich), moción de censura y espantada de Lionel Messi (que intentó sin éxito abandonar el club barcelonés) terminaron por acabar con el ciclo de Josep Maria Bartomeu en la presidencia del equipo sólo unos meses antes de que concluyera su segundo mandato al frente de la entidad.

 

 

Unas cuentas desechas por el parón de LaLiga y, sobre todo, la paralización del turismo (ligado a buena parte de los ingresos no audiovisuales del club) terminan de completar un cóctel explosivo en una entidad que tuvo que ampliar deuda y activar toda la maquinaria negociadora para evitar impagos. Expedientes de regulación temporal de empleo (Ertes), dimisión de varios miembros de la junta por el Barçagate y conflicto en los tribunales con uno de los tres entrenadores que en 2020 pasaron por el banquillo culé, Quique Setién, completaron la crónica de un año estilo Dragon Khan para la entidad barcelonesa. A cierre de la presente edición, el Barça se encuentra en plena cuenta atrás de unas elecciones de resultado incierto, mientras el día a día del club está en manos de una gestora que lidera el financiero Carles Tusquets. Hasta nueve precandidatos, con el expresidente Joan Laporta y el empresario Víctor Font como favoritos, se encuentran actualmente en la terna para suceder a Bartomeu.

 

 

 

 

Los asuntos económicos serán para el futuro presidente del Barça uno de los principales deberes, después de que uno de los cuatro clubes sociales de la liga española (junto con Real Madrid, Athletic Club y Osasuna) cerrara la temporada 2019-2020 con unos números rojos de 97 millones de euros tras ingresar un 18% menos de lo previsto y un 13% menos que en la temporada anterior. El zarpazo del Covid-19 a las cuentas del club blaugrana, que también tiene en el aire la ejecución de buena parte del proyecto de Espai Barça (con la remodelación del Camp Nou como principal medida), condicionó la estrategia del Barça en el mercado de fichajes y obligó al club a emprender una negociación con la plantilla deportiva que se cerró in extremis, a sólo algunas semanas de que el club se quedara sin caja suficiente para cumplir sus compromisos.

 

El propio Tusquets pronunció a primeros de diciembre una de las frases que describe la magnitud de las dificultades económicas del FC Barcelona: “desde el punto de vista económico habría vendido a Messi en verano; hubiese sido deseable por el dinero que hubiese recibido el club y el que se habría ahorrado”. Para enfado de parte del barcelonismo, Tusquets sólo constataba una realidad incontestable: cifras en mano, las cuentas del FC Barcelona no pueden hacer frente al pago salarial del jugador que marca la mejor época deportiva de la historia del club.

 

Ingresos castigados

Como el Real Madrid y, en general, los clubes más potentes económicamente, el FC Barcelona tiene una dependencia de los ingresos audiovisuales inferior a la de los clubes pequeños. Patrocinios, ticketing, venta de merchandising y visitas al museo del club (el más visitado de Cataluña) generan el grueso de sus ingresos ordinarios (excluyendo la venta de futbolistas), lo que en circunstancias normales es una fortaleza del club. Ahora bien, en tiempos del Covid-19 esta fortaleza se transforma claramente en una debilidad, ya que sólo los ingresos audiovisuales se han mantenido, más o menos, inalterados por efecto de la pandemia.

 

 

 

 

La realidad más dolorosa en el duelo económico entre el FC Barcelona y el Real Madrid es que, frente a las pérdidas históricas del club catalán, el club merengue cerró 2019-2020 en números negros, con un beneficio de cerca de 0,3 millones de euros. Los críticos de Bartomeu no apuntan sólo al Covid-19 para explicar este diferente resultado: con el foco puesto en el crecimiento (el club ambicionaba a ser el primer conjunto milmillonario de la liga española), el Barça ha vivido los últimos años con rentabilidades estrechas, endeudamiento al alza y, en definitiva, poca cintura para hacer frente a circunstancias fuera de su control, como posibles malas decisiones en el ámbito deportivo (fichajes erróneos) o cisnes negros como el coronavirus.

 

La gran consecuencia económica de todo esto, llegado el Covid-19, con un aumento del 48% en la deuda total del club, que pasó de 554 millones de euros a cierre de la temporada 2018-2019 a 820 millones de euros en la temporada 2019-2020. La evolución de la deuda neta (descontando tesorería y deudas a cobrar) fue aún peor, pasando de 217 millones de euros a 488 millones de euros.

 

Los presupuestos presentados en octubre por una junta ya tocada de muerte, que prevé unos ingresos de 828 millones de euros y un beneficio final de un millón de euros, dejaron más dudas y tareas pendientes para los sucesores de Bartomeu. Las cifras, que obligan a un drástico ajuste de gastos, partían de un escenario optimista, dada la marcha de las circunstancias sanitarias en los últimos meses de 2020, al prever estadios abiertos en febrero, con una asistencia del 25%, y un Camp Nou al 50% en mayo. En noviembre, la gestora del Barça llegó a un acuerdo con la plantilla del primer equipo para rebajar la masa salarial en 122 millones; además, pactó con los sindicatos un nuevo Erte por causas productivas.

 

 

 

 

No sólo eso. Pese a no dejar irse a Messi, tal y como solicitó el jugador argentino, el club se vio obligado a atender más a las necesidades financieras que al proyecto deportivo en el mercado de fichajes de verano. La principal prueba, el canje realizado con la Juventus de Turín, a la que traspasó Arthur Melo por 80 millones de euros y fichó a Miralem Pjanic por 70 millones. Antes, la entidad blaugrana ya se había asegurado algo más de 60 millones de euros después de traspasar a Malcom al Zenit (40 millones), Denis Suárez al RC Celta (12,9 millones) y ceder Coutinho al Bayern de Múnich (8,5 millones).

 

Algunas de las pocas alegrías para el club proceden de la cantera, con Ansu Fati y Pedri como dos de los jóvenes con un futuro más prometedor del fútbol en Europa.