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El CN Sant Andreu: un club social que ‘bucea’ entre el deporte de élite y de formación

La entidad opera una instalación privada y otra municipal en Barcelona con un total de 4.500 abonados y un presupuesto que no supera los 6,5 millones de euros. Más del 90% de la facturación procede de las cuotas que pagan los 8.500 socios del club.

El CN Sant Andreu: un club social que ‘bucea’ entre el deporte de élite y de formación
El CN Sant Andreu: un club social que ‘bucea’ entre el deporte de élite y de formación

P. López

1 ago 2018 - 04:59

El CN Sant Andreu, que tiene un presupuesto de 6,5 millones de euros, ha invertido 1,5 millones desde 2016 para renovar su instalación

 

 

Nacidos para enseñar a nadar. Este podría ser el lema del CN Sant Andreu, un club social de Barcelona especializado en el aprendizaje de los deportes acuáticos, como la natación y el waterpolo. Fundado en 1971 por un grupo de amigos que querían enseñar esta disciplina a los más pequeños del barrio de Sant Andreu, primero se hicieron con una concesión administrativa y, casi medio siglo después, se han convertido en el referente del distrito.

 

En la actualidad la organización ya no sólo gestiona el centro municipal, cuya concesión finaliza en 2020, sino también un club privado de 24.000 metros cuadrados ubicado en la Rambla de Fabra y Puig. También llegó a gestionar dos centros municipales en Sagrera y Trinitat Vella, pero, finalizada la concesión la entidad se ha volcado en poner al día su centro propio y buque insignia, que inauguró en 1984.

 

Cuatro años más tarde compró al FC Barcelona el campo de fútbol que tenía en Fabra, y durante los años previos a Barcelona 1992 equipó la instalación con una piscina olímpica que sirvió como centro de entrenamiento para los equipos de waterpolo de los Juegos. Al calor de la llama olímpica, el CN Sant Andreu vivió sus años de mayor crecimiento y consolidación con un objetivo fijado: formar a los nadadores del futuro. Entre las olímpicas que militan en el club están Jessica Vall, Marta González, África Zamorano y Karen Torre.

 

 

 

Pese a que el deporte de élite es una de las señas de identidad del club, sólo el 10% del presupuesto se destina a este fin. “El límite presupuestario para deporte viene marcado por los estatutos. El mantenimiento y el coste de los suministros son los dos grandes pesos de la explotación del club, junto al personal”, explica Elisenda Pascual, gerente de una entidad que da trabajo a 120 personas.

 

El presupuesto total no supera los 6,5 millones de euros, de los cuales más del 90% procede de las cuotas sociales que abonan los socios a través de la compra de un título, así como las mensualidades. De los 8.500 miembros, 1.500 están abonados al centro de Fabra, por los 3.000 usuarios que tiene el CEM Sant Andreu. Además, cada mes se imparten alrededor de 850 cursillos de natación por las tardes para 1.100 escolares.

 

La batalla del patrocinio es la que el club aún no ha conseguido ganar. “La natación no es un deporte muy seguido por televisión, y nos cuesta atraer a sponsors porque las marcas no tienen visibilidad”, explica. Entre las empresas patrocinadoras están el centro comercial La Maquinista, Isostar y Turbo, cuyas marcas lucen especialmente en el Trofeo Internacional Ciudad de Barcelona, un evento que la próxima temporada cumplirá cuarenta años y que se emite en directo por Esport3, el canal deportivo de TV3. “Vienen algunos de los mejores nadadores del mundo y ofrece un plus de visibilidad, pero es un evento puntual”, comenta, sobre la dificultad de ofrecer visibilidad continua a la marcas.

 

 

 

 

Con todo, la gestión del patrocinio no es el reto más complicado que afronta el CN Sant Andreu. “Es hacer que haya una armonía entre socios, abonados y deportistas de élite. Lo más difícil es hacer que todos tengan su espacio, que compartan las instalaciones”, describe. En otras palabras: un socio que compra un título es propietario del club, pero no por ello un abonado tiene menos derechos. Por este motivo, el año pasado creó un cargo dedicado a la gestión de espacios deportivos.

 

“Los estatutos del club buscan fomentar la práctica deportiva de la natación y el waterpolo. Cualquier persona que quiera ser socio, sabe que el deporte es la razón de ser de esta entidad, y por lo tanto es consciente de ello”, explica. Para mejorar el servicio, el club culminará este año una inversión de 1,3 millones de euros que empezó a ejecutar en 2016. Aquel año se renovó la piscina olímpica exterior y los vestuarios con una inversión de 600.000 euros.

 

En 2018, finalizará una inversión de 730.000 euros que empezó el año pasado con la renovación integral de la zona de fitness, la sala de cycling, la puesta a punto de tres pistas de tenis, y la dotación de tecnología LED en la piscina. Durante este año también se motorizará la cúpula retráctil y del frontón. En los últimos diez años se ha invertido un total de 2,68 millones de euros.

 

 

 

 

La retención y captación de talento también es clave. Para hacerlo, el club busca jugar la baza de la formación. “Tenemos una manera de trabajar que gusta y que hace que mucha gente quiera venir aquí a entrenar. No tenemos tantos recursos como otros clubes, pero conseguimos buenos resultados”, opina. La falta de presupuesto provoca que las nadadoras y jugadoras de élite sean semiprofesionales y no puedan vivir de la competición. “A algunas se les da ayuda económica, pero depende de los objetivos que logren”, asegura.

 

Lo buenos éxitos deportivos de nadadoras como Jessica Vall, y el hecho de que el 70% del equipo de gestión esté formado por mujeres, contribuyó a que en la temporada 2015-2016 recibiera el premio Mujer y Deporte. “No buscamos ser más, sino igualdad, que no sea algo extraño que yo sea una gerente”, afirma.