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De los Nets a los Clippers: ¿vuelco a la relevancia en los grandes mercados de la NBA?

Las ciudades de Nueva York y Los Ángeles han sido tradicionalmente territorio Knicks y Lakers, que se han convertido en dos de las marcas más globales de la liga norteamericana del baloncesto. Sin embargo, su influencia empieza a perder terreno con la emergencia de nuevos equipos.

Álvaro Carretero

19 sep 2019 - 04:56

Las ciudades de Nueva York y Los Ángeles han sido tradicionalmente territorio Knicks y Lakers, que se han convertido en dos de las marcas más globales de la liga norteamericana del baloncesto. Sin embargo, su influencia empieza a perder terreno con la emergencia de nuevos equipos.

 

 

En apenas 24 horas desde la apertura del mercado en la NBA se firmaron contratos por valor de 3.125 millones de dólares (2.788 millones de euros). Más de cincuenta transacciones a las que en los días posteriores no frenaron el ritmo, pero que más allá de las cifras ha marcado un punto de inflexión con la emergencia de dos equipos como Nets y Clippers; pese a estar en los dos mayores mercados de Estados Unidos, como son Nueva York y Los Ángeles, siempre habían estado a la sombra de Knicks y Lakers a la hora de atraer a las grandes estrellas. ¿Ha llegado el momento del cambio?

 

El compromiso de Kevin Durant y Kyrie Irving con los Nets, y el de Kawhi Leonard por los Clippers, ha marcado un hito en la liga. Nunca antes tres de las diez principales estrellas habían elegido a ambos equipos estando también en el mercado sus conciudadanos, a priori, con mayor caché. En el caso de los de Brooklyn, se ha conseguido con una reconstrucción meteórica, ya que hace apenas tres años eran el peor equipo de la NBA.

 

Es justo el tiempo que ha tardado en reconstruir el equipo Sean Marks, que fue contratado en 2016 como mánager general, y que no sólo ha logrado armar un proyecto deportivo suficientemente atractivo como para atraer a dos estrellas, sino que ha revalorizado el valor de marca de los Nets hasta 211 millones de dólares (187,8 millones de euros), aunque aún se sitúa lejos de la élite de la liga en este apartado.

 

 

 

 

No obstante, se espera que en los próximos años esta categoría se multiplique, ligada a la presencia de Durant e Irving y a la resolución de la incertidumbre que aún pende sobre el equipo. Su propietario, Mikhail Prokhorov se había comprometido a desprenderse del equipo en 2021, una operación que ha adelantado tras desprenderse de su 51% en 2019. ¿El comprador? Joseph Tsai, cofundador de Alibaba, que tras adquirir el 49% en 2018 por 1.000 millones, se ha hecho con el resto de la franqucia por aproximadamente 2.350 millones de dólares. 

 

Actualmente, Forbes sitúa el precio de salida de los Nets en 2.400 millones de dólares (2.136,6 millones de euros), el sexto equipo con mayor valor de mercado, un 60% más que hace cinco años, en la misma línea que el resto de franquicias de la NBA.

 

Esta cuantía podría seguir aumentando en los próximos años de la mano de los resultados deportivos y por su acercamiento al principal perfil de consumidor de la liga. Desde Brooklyn se ha apostado por vincularse directamente a la cultura popular, para lo que se han apoyado en Jay Z, accionista minoritario de la franquicia y la cara más visible durante los últimos años. El objetivo: reforzar su valor de marca y convertirse en el principal caladero de las nuevas generaciones, que se rigen por diferentes valores a la hora de identificarse con los equipos.

 

Es una estrategia similar a la que adoptaron los Golden State Warriors, que aprovecharon el impulso deportivo de los All-Stars para construir una nueva imagen de marca y multiplicar por tres su valor de mercado, hasta 3.500 millones de dólares (3.116 millones de euros). Además, al igual que los Nets, que se mudaron de Nueva Jersey a Brooklyn en 2012, la franquicia californiana cambiará Oakland por San Francisco la próxima temporada para acercarse al epicentro de uno de los grandes mercados estadounidenses y a un consumidor que valora la el componente local de los equipos.

 

 

 

 

Este refuerzo de la identidad de Warriors y Nets se refleja, sobre todo, en los ingresos generados a través del pabellón. Los neoyorquinos son el cuarto equipo que mayor ingresos comerciales genera en esta parcela, por encima incluso de los Lakers, con un total de 577 millones de dólares (514,7 millones de euros). Los de la bahía de Oakland, por su parte, están en segundo lugar, con 884 millones de dólares (787 millones de euros). 

 

En otro plano se encuentran los Clippers. Aunque el contexto sea parecido al de la franquicia neoyorquina, la situación es diferente. De entrada, a diferencia de los Nets, que nacieron a finales de los años sesenta, los angelinos han pasado por dos ciudades distintas antes de asentarse en Los Ángeles en 1984, en una era marcada por Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar. El equipo, de hecho, no ha jugado ni una sola final en la conferencia oeste en toda su historia y aún juega en el Staples Center, la casa de los Lakers, y fueron el vigésimo equipo en asistencia al pabellón.

 

Tras apretar el botón del reset hace dos veranos, nombró director de operaciones deportivas a Frank Lawrence y se fijó como meta el verano de 2019, en el que la única prioridad era fichar a Kawhi Leonard. De su mano ha llegado también otra estrella como Paul George, aunque ninguno de ellos tiene el tirón mediático y comercial con el que sí cuentan otros jugadores como LeBron James, Kevin Durant, Kyrie Irving o Joel Embiid.

 

 

 

 

La jugada, de hecho, no está exenta de riesgo, pues sus dos nuevas estrellas volverán a decidir su futuro en 2021, a diferencia de los de los Nets, que se han comprometido los próximos cuatro años. Esta situación de mayor incertidumbre acrecienta la necesidad de construir una identidad en torno a ambas figuras, algo de lo que aún adolecen, con el objetivo de convertirse en uno de los referentes de esta NBA moderna que busca dar relevo a los equipos clásicos.

 

Ahora bien, ¿quiere esto decir que los Lakers y los Knicks han perdido fuelle como marcas? En parte sí, pero la gravedad no reviste la misma importancia que en cualquier otra liga o competición deportiva. La NBA está concebida para que los propios equipos se rehagan de forma cíclica, garantizando una competitividad permanente, tal y como se aprecia en los casos de los propios Nets y Clippers, o incluso en el de los Warriors, que tras cinco años al frente de la liga, en 2019 dio los primeros síntomas de agotamiento e incluso perdió el anillo de campeón.

 

Los Knicks aún son el equipo más valorado de toda la NBA, con un valor de mercado superior a los 4.000 millones de dólares (3.568,5 millones de euros), según Forbes. Le siguen los Lakers, que alcanzan 3.700 millones de dólares (3.300 millones de euros). El objetivo de Nets y Clippers, actualmente en séptima y novena posición, es discutir la hegemonía de ambas franquicias y de otras como Boston Celtics y Chicago Bulls, acercándose a un perfil de aficionado diferente que ya no se identifica con la tradición de estos equipos, sino con otros más disruptivos.

 

 

 

 

De hecho, el ejemplo de los Knicks pone de manifiesto dos tendencias en la NBA moderna. Por un lado, tener una franquicia en un gran mercado garantiza que el valor de la misma no decaiga, pero ya no es una garantía para fichar jugadores. Hasta finales del siglo XX, cuando la cobertura en la televisión nacional norteamericana no era tan amplia y no existían las plataformas online de contenidos, ir a estos destinos garantizaba una ventaja competitiva frente a mercados más pequeños como San Antonio, Denver o Atlanta.

 

Por otro lado, a la ausencia de un proyecto interesante en lo deportivo que seduzca a las estrellas, se suma que los equipos más tradicionales ya no cuentan con el mismo estatus de cara a los aficionados. Las nuevas generaciones prefieren descubrir otros con menos recorrido, en muchos casos con una identidad aún por construir de la mano de jóvenes talentos que enganchan a la audiencia, como puedan ser los Nets o los Clippers. Y es que al final el consumidor únicamente busca un sentimiento de pertenencia e identificación con equipos y jugadores. La incógnita a resolver tras estos movimientos es si este será el inicio de una nueva era marcada por rivalidades modernas.