Opinión

La suspensión exprés de Luis Rubiales por la Fifa: una explicación económica

Gerardo Siguero Muñoz

1 sep 2023

La situación de Luis Rubiales daría para escribir una auténtica colección de artículos de toda índole. En este caso, voy a centrarme en explicar las razones por las que la FIFA se ha visto obligada a intervenir de forma precipitada y radical. Para entender estas razones, es preciso situarse en el papel que juegan tanto la FIFA como la RFEF en el fútbol profesional.

 

En el mundo existen dos modelos deportivos profesionales, uno de carácter público y otro de naturaleza estrictamente privada. La distinción entre dichos modelos no es única y puede recibir muchos nombres diferentes.

 

En todo caso, lo importante es entender que, en el primer modelo, el deporte se entiende como un valor social que trasciende a la práctica privada de una actividad física; el deporte sería algo así como un bien socio-cultural y, por ello, precisa de una intervención administrativa, de un control público que se materializa cediendo competencias organizativas y regulatorias a una Federación nacional (RFEF), que se inserta jerárquicamente en una Confederación Internacional (FIFA) de la que depende y que, a su vez, se ramifica en múltiples federaciones de ámbito territorial inferior (las Federaciones autonómicas en España) a las que controla por desde una posición de superioridad organizativa.

 

En el segundo modelo, el deporte no es más que un entretenimiento y no precisa ningún tipo de control público. Por tanto, está absolutamente sometido al derecho privado y sus normas e instituciones son totalmente civiles o mercantiles. Es el modelo que siguen las major leagues norteamericanas, en nuestro caso, la MLS (Major League Soccer); y también los e-sports y, por poner un ejemplo más reciente, la Kings League. Aquí, todo se deja a la iniciativa privada. No existen las Federaciones porque no son necesarias conceptualmente. Estamos ante un producto de entretenimiento como cualquier otro. Lo único que hay que regular son los derechos de los consumidores. El resto, son relaciones comerciales entre empresas y trabajadores. Incluso la aplicación del derecho de la Competencia es discutible ante las dudas en relación a los mercados relevantes.

 

En España, el fútbol profesional se desarrolla a través de la LNFP como patronal que rige las relaciones internas entre las empresas del mercado del fútbol (los Clubes de fútbol profesionales) con la peculiaridad de tener que cooperar necesariamente, en virtud de la Ley del Deporte y otras normas de desarrollo, con la RFEF y sometido a cierto control por el Consejo Superior de Deportes. Así, la iniciativa privada y el control público del ejercicio del deporte se mezclan en una bicefalia difícil de entender y, en ocasiones, compleja de justificar. Y de ahí viene la urgencia de la FIFA para suspender a Luis Rubiales.

 

El deporte profesional cada vez se acerca más al modelo del entretenimiento. Cada vez está más cerca de ser un show o producto audiovisual que un deporte en el sentido tradicional. La realidad actual está repleta de iniciativas muy peligrosas para el modelo institucional de la práctica deportiva. Si todo es mero entretenimiento, instituciones como la FIFA o como la RFEF, que subsisten gracias a los ingresos generados por el fútbol profesional, dejan de tener sentido. Su propia existencia está en juego.

 

Precisamente por esto, por mero instinto de supervivencia, la FIFA tienen la necesidad de intervenir de forma radical en el caso de Luis Rubiales. Llama la atención la laxitud con la que la FIFA ha enfrentado los múltiples escándalos que Rubiales ha venido coleccionando a lo largo de estos pocos años de mandato. Asuntos que, siendo justos, son de mucha mayor envergadura jurídica y económica para la propia RFEF (desprecio a los comités internos de ética, posibles espionajes a rivales o adversarios políticos, posible corrupción en los negocios con enormes operaciones comerciales absolutamente conflictuadas, tanto en lo económico como en lo deportivo, entro otros). Algunos de estos escándalos eran, desde el punto de visto de los hechos, no controvertidos. FIFA los conocía porque nadie los negaba; lo que la RFEF contradecía eran las consecuencias de estos negocios o actuaciones, pero no su existencia. Entonces; ¿por qué actuar ahora con esta velocidad? ¿Por qué es tan importante intervenir de inmediato? Normalmente, FIFA y UEFA consideran que “los problemas del fútbol se resuelven por y dentro del fútbol”. Tan importante es cerrar filas y autotutelarse que se han inventado mecanismos para evitar cualquier tipo de injerencias externas. En todo caso, esta autotutela ha venido significando la aplicación de otra serie de códigos éticos o de gorbernanza, donde “los trapos sucios se lavaban en casa” pese a que, visto desde fuera, pudiese parecer que, sencillamente, nunca pasaba nada. Como una especie de traslación a los despachos del lema “lo que pasa en el campo, se queda en el campo” para la gestión de los intereses del fútbol federativo.

 

¿Por qué en este caso FIFA ha sido veloz y radical contra Luis Rubiales? Los escándalos anteriores significan problemas institucionales mucho más importantes para la RFEF que el beso a Jennifer Hermoso, que no deja de ser una cuestión privada entre Rubiales y la jugadora. Sin embargo, este incidente tiene un alcance mayor por dos razones: la primera, porque se trata de una herramienta de lucha política de primer orden en este período concreto de la Historia. La segunda razón, que es la más nos interesa destacar, es porque no actuar rápido pondría en riesgo a la propia FIFA como entidad.

 

El beso y, sobre todo, la sucesión de errores y calamidades cometidas por Luis Rubiales desde que España ganó el Mundial de fútbol femenino atentan contra los valores fundamentales del futbol como deporte. La razón de ser la FIFA es defender (y organizar) la práctica del fútbol como deporte. Nunca como un mero un entretenimiento. El elemento deportivo es lo que permite a FIFA existir y autoreivindicarse. Cuando ese elemento se pone en cuestión, todo el modelo institucional se tambalea. Y la FIFA no puede arriesgarse a que se cambie el modelo institucional.

 

FIFA cambia el paso, actúa con una celeridad casi inaudita para defender, ahora sí, los valores del fútbol como deporte porque sabe que está seriamente amenazada. El otro modelo de organización del deporte profesional se encuentra muchos más alineado con la realidad socio-económica actual. Los e-sports, los fondos de inversión interesados en el proyecto de la Super Liga de fútbol, las tendencias de consumo de los jóvenes y de los mercados indio-asiáticos e, incluso, el auge económico del fútbol subvencionado en Araba Saudí son amenazas muy serias para el modelo FIFA. Porque son realidades conectadas con el otro modelo de organización deportiva. Y están en auge. FIFA no puede permitirse ser, en este momento y para este problema, laxa y negligente. No puede esperar a que los problemas no se solucionen en casa ni se puede permitir dar una imagen indolente. FIFA ha esperado lo justo a Rubiales para que éste hiciese lo que había que hacer, le ha dado la oportunidad de solucionarlo “dentro del fútbol” (probablemente con una salida inteligente que le permitiese conservar un papel importante en el fútbol institucional), pero como no lo ha hecho, ha tenido que intervenir, y lo va a seguir haciendo, con absoluta contundencia.

 

Porque el fútbol, para la FIFA, no es sólo un negocio. Es también un deporte, y Luis Rubiales, que sigue teniendo la confianza de las Federaciones Territoriales (son quienes pueden elegirle en este modelo institucional, no el Gobierno de España y tampoco la FIFA), es, desde el viernes, un enemigo para la FIFA; no tanto porque sea un mal presidente, ni porque pueda ser un dirigente corrupto o indigno, sino porque su comportamiento personal y público obliga a la FIFA a intervenir radicalmente para defender su propia existencia. Hay mucho en juego, mucho más que un incidente entre un presidente y una deportista profesional. Mucha más que un beso robado, una broma o una agresión sexual. Hay todo un mundo en juego.

Gerardo Siguero Muñoz

Gerardo Siguero Muñoz

Abogado especialista en derecho mercantil y de insolvencia en Zurbarán Abogados.