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NBA: ¿’opa’ al talento universitario de la Ncaa?

La liga estadounidense de baloncesto ha propuesto al sindicato de jugadores bajar la edad de entrada a la competición de 19 a 18 años. La medida, a simple vista menor, permitiría que los deportistas pudieran saltar directamente desde el instituto sin pasar obligatoriamente por la liga universitaria.

David Moliner

12 mar 2019 - 04:55

Zion Williamson en el momento de su lesión durante un partido de la Ncaa.

 

 

Amir Johnson fue el último alumno de instituto elegido en el Draft de la NBA. Desde entonces han pasado catorce años, el tiempo que hace que se introdujo la obligación de pasar un año por la universidad u otra competición profesional extranjera antes de dar el salto. Siempre ha existido polémica por la no profesionalización de los jugadores de las ligas universitarias, es decir, que no puedan cobrar por jugar. Un revuelo que arreció con la reciente lesión de Zion Williamson y que la NBA quiere aprovechar con una opa sobre el talento universitario.

 

Hasta ahora, la edad mínima para poder ingresar en la NBA era de 19 años, pero el comisionado de la liga, Adam Silver, ha propuesto bajarla a los 18 a partir de 2021, de forma que los jóvenes talentos no tengan que pasar por la competición universitaria. “Mi visión personal es que estamos listos para bajar a los 18 años la edad mínima para entrar en la NBA”, declaraba el máximo mandatario de la liga hace unos meses.

 

Esta medida afectaría directamente los intereses de la Ncaa, que podría sufrir una fuga de talentos de jugadores que no quieren esperar un año para convertirse en profesionales. El fin a un lucrativo negocio que ha sido el pilar económico de universidades y ha llegado a generar audiencias muy similares a las de la NBA.

 

La Ncaa generó unos ingresos de más de 1.000 millones de dólares (891 millones de euros) en 2018, de los cuales, los jugadores no reciben nada. ¿La razón? La regulación que prohíbe recibir pagos de universidades o empresas a los universitarios por su condición de amateurs. Eso pese a que Nike, Adidas o Under Armour pagan elevadas sumas de dinero para ser sus proveedores.

 

 

 

 

Los derechos televisivos de la competición son la mayor fuente de ingresos. La institución universitaria tiene vendidos los derechos del NCAA Tournament a CBS y TBS desde 2016 hasta 2032 por 8.800 millones de dólares. Christian Dawkins, uno de los ejecutivos de Adidas condenados por pagar a jugadores universitarios, hizo hincapié en la “disfuncionalidad del sistema universitario, que no permite a las marcas patrocinarles, pero hacen dinero a su costa”.

 

La NBA, por supuesto también pasa por un momento dulce en cuanto a ingresos. La liga firmó un contrato con las televisiones por 24.000 millones de dólares, por el cual algunas cadenas del país (Espn, ABC o TNT) adquieren los derechos para retransmitir diferentes partidos durante el año. El cambio de Adidas a Nike en todas las equipaciones (salvo la de Charlotte con Jordan) también ha beneficiado económicamente a la organización, que en los últimos años ha potenciado su liga femenina y la de desarrollo.

 

Todo este dinero permite a la liga poder invertir ahora en los nuevos talentos universitarios en lugar de esperar a que pasen por la NCAA, con el riesgo de caer lesionados y perder una futura estrella como Zion Williamson. El ala-pívot de Duke es el principal candidato al número 1 del Draft 2019. Sin embargo, vio peligrar su puesto tras lesionarse en un partido el pasado mes de febrero contra North Carolina. Finalmente, la lesión quedó en un susto y no ha sido tan grave como se esperaba en un primer momento.

 

Nueve de los diez primeros picks del Draft 2018 de la NBA fueron jugadores que tan solo pasaron un año en la universidad y, al cumplir los 19, dieron el salto al mundo profesional. Teniendo en cuenta que el décimo era Luka Doncic, que ya jugaba en una liga profesional, hace de esto algo significativo. Esta práctica se conoce como one and done y es lo que quiere erradicar Adam Silver. El propio jugador esloveno ironizó en Twitter sobre un comentario que escribía Donovan Mitchell, jugador de los Utah Jazz. En primer lugar, Mitchell llamaba a la reflexión de la competición universitaria tras la lesión de Zion Williamson, a lo que Doncic le contestaba que se fueran a jugar a Europa.

 

Chus Bueno, vicepresidente de la NBA en Europa, África y Oriente Medio, asegura que “muchos de los equipos de la NBA piensan que los jugadores que optan por el one and done no están recimiento el entrenamiento necesario que se espera en las elecciones altas del Draft”. Según el directivo, “la importancia de entrar en la NBA con suficiente base de desarrollo de baloncesto así como madurez física y emocional no debería ser subestimada”.

 

 

 

 

En la Ncaa los jugadores no pueden cobrar ni por parte de los equipos ni pueden contar con patrocinadores. Por ejemplo, el último número uno del Draft, Deandre Ayton, sólo pasó un año por la universidad, teniendo que esperar para firmar un contrato de casi siete millones de dólares con los Suns, y un contrato multimillonario con Puma para los próximos cuatro años. Otro caso similar fue el de Karl-Anthony Towns, elegido en la primera posición del Draft de 2015 por los Timberwolves y que pasó sólo un año en la Universidad de Kentucky. El pívot dejó de embolsarse casi cinco millones de dólares y un contrato con Nike por 190 millones de dólares para los próximos cinco años por tener que pasar por el college.

 

Mientras la propuesta de bajar la edad mínima se lleva a cabo, la NBA quiere experimentar con la G-League ofreciendo contratos de hasta 125.000 dólares a jugadores que salgan del instituto y evitar así pasar un año sin cobrar en la liga universitaria. “Condoleezza Rice y su comisión han recomendado a la NBA que los jugadores que están haciendo el llamado one and done entren directamente en la liga, por lo que creo que debemos considerar la reducción de nuestra edad a 18 años”, señaló Adam Silver en la presentación de esta propuesta.

 

Otra opción para esquivar la Ncaa es marcharse a una liga profesional extranjera, tal y como hicieron Brandon Jennings (Italia) y Emmanuel Mudiay (China), aunque es una tendencia minoritaria. Preocupa más que los jugadores se expongan a lesiones como la reciente de Zion Williamson, o que otros como el actual pívot de los Knicks, Mitchell Robinson, decidan pasar un año en blanco para no comprometer su carrera antes de entrar en la NBA. Mientras tanto, entrenadores como Mike Krzyzewski, de la universidad de Duke, cobran casi nueve millones de dólares al año, seguido de John Calipari, preparador de Kentucky, quien se embolsa 7,9 millones. Y ahí es donde está el negocio de las ligas universitarias.