Competiciones

Goles y geopolítica, cuando el deporte blanquea la imagen de un país

No es la primera vez que un Mundial tiene como objetivo cambiar la percepción de un país: la estrategia empezó en 1934 y se ha prolongado hasta hoy, convirtiéndose en política de Rusia, China y los países del Golfo Pérsico.

Goles y geopolítica, cuando el deporte blanquea la imagen de un país
Goles y geopolítica, cuando el deporte blanquea la imagen de un país
Qatar, además del Mundial celebra una prueba de Fórmula 1 y desde 2005 alberga en el circuito de Losail un Gran Premio de Motociclismo. Además, controla a través de un fondo de inversión el Paris Saint Germain de la Ligue-1.

Miquel López-Egea

4 nov 2022 - 05:00

Qatar no es, ni mucho menos, el primer país que se ha apoyado en el deporte para blanquear su imagen. Precisamente este es uno de los principales motivos por el que la organización de la Copa Mundial de la Fifa, que se celebra entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre, está recibiendo críticas y por lo que algunos expertos consideran que es el mayor error que ha cometido el fútbol en su historia. Pero esta no es la primera vez que el fútbol y el deporte toma una decisión polémica de este calibre.

 

Recientemente, la organización Amnistía Internacional ha emitido un informe en el que analiza el fenómeno del llamado sportwashing, es decir, blanqueamiento deportivo, una estrategia que “en los últimos años el fenómeno ha tomado una dimensión desconocida, pero el recurso es casi tan viejo como las propias competiciones”.

 

Un ejemplo recurrente de esta estrategia es la del intento de la Alemania nazi en las Olimpiadas de 1936, cuando se quiso mostrar al mundo como un país poderoso y moderno, o el Mundial de fútbol de 1934, que fue utilizada por el dictador Benito Mussolini como una herramienta propagandística y nacionalista para vender a exterior el fascismo italiano. Otro caso fue el del Mundial de 1978 celebrado en Argentina, cuando la dictadura que gobernaba dio máxima prioridad a la organización del evento, con el fin de utilizarlo para obtener apoyo internacional y encubrir las violaciones masivas de derechos humanos.

 

 

 

 

En los últimos años, al igual que el deporte se ha metido en política y ha sido una herramienta para reivindicar políticamente en muchas ocasiones, como, por ejemplo, el impulso que ha obtenido el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos con el apoyo de numerosos deportistas.

 

Hasta el momento, según la ONG, Qatar, Arabia Saudí, China, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Guinea Ecuatorial, Camerún. Egipto, Brasil y Kazajistán han sido países que han utilizado dicha práctica, siendo los dos primeros los máximos exponentes de “un lavado mundial”.

 

Qatar, además del Mundial celebra una prueba de Fórmula 1 y desde 2005 alberga en el circuito de Losail un Gran Premio de Motociclismo. Además, controla a través de un fondo de inversión el Paris Saint Germain de la Ligue-1.

 

 

 

 

 

Arabia Saudí acoge en Yeda un Gran Premio de Fórmula 1 y ha celebrado tres ediciones del Rally Dakar. Además, es sede de la Supercopa de España e italiana de fútbol y controla a través de un fondo al Newcastle de la Premier League. Por su parte, Emiratos Árabes Unidos es propietario del Team Emirates, uno de los principales equipos del pelotón internacional con Tadej Pogacar como jefe de filas.

 

El país también está presente en el patrocinio. La compañía Fly Emirates es la publicidad de algunos de los equipos de fútbol más importantes de Europa, así como de equipos de rugby o del torneo de tenis US Open. Asimismo, Emirates Fly es el principal patrocinador del barco neozelandés que ha vencido en las dos últimas ediciones de la Copa América.

 

Otro de los países que ha apostado por la celebración de grandes eventos deportivos es Rusia, que, de hecho, después de invadir Ucrania, el gobierno liderado por Vladimir Putin se había mostrado partidario de organizar la Eurocopa de 2028 o 2023. Hasta el momento, en los últimos años, Rusia ha organizado un Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi.

 

 

 

 

Por su parte, China también ha querido mostrar su poderío a través del deporte y ha visto en el deporte una herramienta para mostrar sus éxitos al mundo. En los últimos Juegos de Invierno, celebrado en Pekín en 2022, sus objetivos pasaban por demostrar que era un país verde y libre de Covid-19. Sin embargo, el país llegó a la cita con varias tensiones políticas por su historial de derechos humanos, tras las acusaciones de abudo de musulmanes uigures en la región de Xinjiang y por la supresión de las protestas a favor de la democracia en Hong Kong, que provocó que muchas voces clamaron a favor del boicot del evento. En 2008, China apostó también por celebrar los Juegos Olímpicos de verano. Además, el Masters de Shanghái se ha convertido en una de las principales citas del circuito tenista actual con la celebración desde 2009 de un ATP Masters 1000.

 

Por su parte, Israel, en conflicto con Palestina, está en la lista negra de la ONG por el equipo ciclista Israel Start-up Nation, de capital privado, mientras que la dictadura de Kazajistán es propietario del Astana desde 2008, uno de los principales equipos de ciclismo, y que ha contado con figuras como Lance Armstrong o Alberto Contador. Asimismo, Camerún, Egipto y Guinea Ecuatorial, a escala local, apostaron por mejorar su imagen siendo sede de la Copa África de Naciones.

 

Otro gran país que se vio envuelto de polémicas fue Brasil, con el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, que tenían como objetivo mostrar el desarrollo del país, pero paralelamente se registraron grandes problemas de seguridad, desalojos y hubo protestas reprimidas con violencia.