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Entre Europa y los 'petrodólares': la nueva era del balonmano mundial

Jabier Izquierdo

24 ene 2017 - 05:00

Estos días se está disputando en Francia el Mundial de balonmano, junto a los Juegos Olímpicos, la competición con más solera de este deporte. Calificada por muchos como la más compleja de ganar, es también la que más ingresos reparte. Al partido inaugural de esta edición acudieron 15.700 espectadores y, al Francia-Islandia del pasado sábado, 28.010. Para que entrasen todos, se acondicionó el Stade Pierre-Mauroy, la casa del equipo de fútbol Lille Métropole, donde el anfitrión y actual campeón disputaron su encuentro de octavos de final. Con el lleno, la ciudad norteña se anotó un nuevo récord mundial en esta disciplina.

 

Sin embargo, estos datos siguen una lógica. El boom del balonmano por encima de los Pirineos. En las apenas dos semanas y media que durará el torneo, se espera que visualicen en directo el campeonato “medio millón de personas”, según la previsión que ha ofrecido esta semana a Le Monde el delegado general de la Federación Francesa de la Industria del Deporte y el Entretenimiento (Fifas, por sus siglas en francés), Virgile Caillet. Pero este auge no se remonta únicamente a las tribunas ni a territorio galo.

 

HANDBALL - MONDIAL FRANCE 2017 - DPPI
El Stade Pierre-Mauroy, de Lille, se llenó para ver el Francia-Islandia. / France Handball 2017

 

Les Experts, como denominan los franceses a su selección, disputaron la final del campeonato de 2015 ante 15.300 espectadores… en Qatar. Una cifra alta y que contó con unos curiosos testigos. Entre el público se encontraban conquenses, vigueses, burgaleses y valencianos. En total, 60 miembros de diferentes peñas españolas que fueron contratados para animar a los locales, que compitieron en aquel partido con un combinado repleto de jugadores nacionalizados.

 

La aventura asiática fue bendecida por la Federación Internacional de Balonmano (IHF, por sus siglas en inglés), seducida por la fuerte inversión que está realizando el emirato en el mundo del deporte. El presupuesto fijado para aquel Mundial fue de 220 millones de euros, 20 veces mayor que el de la edición anterior, cuando España albergó el campeonato con una inversión de 12 millones de euros.

 

En esta ocasión, Francia ha aportado el doble: 24 millones de euros. El comité organizador no ha padecido mucho para encontrar patrocinio, ya que en su mayoría, la IHF trabaja con empresas galas. Pabellones llenos, entradas agotadas con meses de antelación y altas expectativas de las ciudades-sede para promocionarse turísticamente y generar ingresos extra en la economía local… Un negocio redondo para el país, en todos los ámbitos.

 

Los pavimentos Gerflor, la central de compras Intersport, la automovilística Renault, el banco Caisse d’épargne, la firma de ropa Eden Park, la empresa de transporte Transdev y la fabricante de champagne Mumm. Todas ellas son francesas y colaboradoras de este Mundial. Alemania, con el proveedor técnico Adidas y los supermercados Lidl, y las bombas de aguas danesas Grundfos prácticamente completan una cartera de socios made in Europe. Las únicas excepciones, y desde 2015, son las del grupo de comunicación catarí beIN Sports y las del fabricante japonés de balones Molten, ambos como socios oficiales de la IHF.

 

Ninguna empresa española trabaja con el organismo internacional. España, una de las selecciones punteras tanto en categoría masculina como femenina, se encuentra lejos de galos y alemanes en el negocio. La Fifas estima que la disciplina genera 160 millones de euros al año en Francia, gracias también a las 550.000 licencias deportivas que sus federaciones dispensaron en el último año, distinguiéndose de las 92.716 de las españolas en 2015, según datos del CSD.

 

“En diez años, los ingresos por patrocinios privados se han triplicado hasta alcanzar los 9 millones -reconoce al medio anteriormente citado el vicepresidente de la Federación Francesa de Balonmano, Jean-Pierre Feuillan- . Los grandes resultados de la selección en los últimos años y su exposición mediática han elevado las llamadas de empresas que se quieren apoyarnos”.

 

Más de la mitad del dinero que se mueve por la pista en Francia se compone de los presupuestos de los clubs profesionales. Lidl da nombre a su liga y cuenta con un equipo aspirante, año tras año, a la victoria en la máxima competición europea. El PSG, alimentado por el jeque catarí Nasser Al-Khelaïfi, cuenta con la mayor partida de todo el continente, con mucha diferencia.

 

Sus 17,4 millones de euros casi doblan los 9,5 millones que maneja el siguiente equipo más rico, el THW Kiel alemán. El podio de los más poderosos lo completa otro equipo cuyos fondos provienen del fútbol: el FC Barcelona Lassa (8,8 millones de euros). La excepción que confirma la regla.

 

 

 

Alemania, el modelo a seguir

 

Sus ligas son atractivas y las empresas apuestan y el público responde. El presupuesto medio de la competición alemana y francesa ronda los cinco millones de euros; los pabellones cuelgan el cartel de no hay entradas casi cada fin de semana. Este es, quizás, el indicador que explica la influencia de ambos territorios en este deporte. Campeones del mundo (Francia) y de Europa (Alemania), las comparaciones no dejan bien paradas al resto de federaciones y campeonatos nacionales.

 

Alemania fue el primer país en ver el balonmano como un deporte vistoso para atraer al gran público, y su modelo de negocio es ahora copiado por el resto de países de Europa. Sin una selección exitosa de títulos la pasada década, comenzó por potenciar su liga, sus clubs y sus bases. Así ascendió el nivel de la Mannschaft hasta alcanzar el trono europeo.

 

En España, hasta hace pocos años, sucedía algo parecido. Dejando a un lado las obvias diferencias económicas entre un país y otro, la liga española era referente en el continente. Además del Barça, equipos como el Ciudad Real, el Portland San Antonio navarro, el Ademar León, el CD Bidasoa vasco, el BM Valladolid o el BM Granollers, entre otros, contaban con potentes plantillas y peleaban por ser el mejor club del mundo.

 

Diferenciada por épocas, esta rivalidad daba lustre a la liga española y facilitaba la entrada de dinero en las entidades para que confeccionaran escuadras competitivas. Hoy, el Ciudad Real y el Portland no existen; el Valladolid, refundado en 2014 como Club Atlético Valladolid, y el Bidasoa acaba de volver a la máxima división, mientras que el Ademar León y el Granollers han mantenido el tipo en Asobal gracias a la cantera, pero sin aspirar a las grandes cotas por las que luchaba, como el resto, en los noventa y 2000.

 

El Barça es el único que ha esquivado la crisis, y el que más ha aprovechado la decadencia general. No ha perdido en la competición nacional desde mayo de 2013, con partidos que, en su mayoría, resuelve con goleadas. Su mayor reto es la Champions League de la EHF. Allí, en el máximo torneo continental encuentra la rivalidad de la que carecen sus estrellas. En el pabellón de los últimos años de la Final Four, en Colonia (Alemania), ante casi 20.000 personas, mide sus fuerzas la plantilla culé.

 

Selección Española Balonmano 650
Julen Aginagalde, la referencia de la selección española, se dispone a lanzar. / France Handball 2017

 

En el torneo también participa el segundo equipo de España, el Naturhouse La Rioja, el último verdugo nacional de los blaugrana, con un presupuesto siete veces inferior: con aproximadamente 1,2 millones de euros. En Alemania o Francia, el equipo más modesto cuenta con poco menos de dos millones de euros para competir. Y este verano, con la salida ya confirmada de su patrocinador principal, resultará complicado atisbar cuál será el futuro del equipo riojano.

 

En el pelotón de la liga, que cuenta con 16 equipos, la media de presupuestos no supera por mucho los 500.000 euros, con algún caso en el que la cifra se fija por debajo de los 300.000 euros. Este hecho obligó incluso a la patronal de clubs de balonmano a rebajar el canon exigido para poder inscribirse en la categoría.

 

Un panorama complicado que la competición quiere remontar. Desde el pasado curso, Movistar+ posee los derechos de televisión de la liga a razón de 700.000 euros anuales durante las tres temporadas firmadas. Una inyección económica que ayuda a su progreso, ya que hasta entonces la Asobal se había limitado a no tener que asumir los costes de realización de los partidos. Además, actualmente con Loterías y Apuestas del Estado (LAE), y el pasado año con Bauhaus, la patronal ha logrado un title sponsor para la competición, algo que no sucedía desde hacía siete años.

 

Pero si hay un punto donde más se evidencia la brecha con Europa es en las fichas de las plantillas, las que calibran la calidad de las ligas. El jugador mejor pagado del mundo, el galo Nikola Karabatic, del PSG, cobra, según L'Équipe, 90.000 euros brutos mensuales, cuando la media de ingresos de un jugador en Francia es de 7.000 euros al mes. Con ese sueldo, un club español se situaría en el podio de ingresos de la Asobal.

 

Jugadores con nóminas superiores al millón de euros, cataríes que rompen el mercado con el objetivo -aún no cumplido- de ganar la Copa de Europa con el PSG, finales de la Champions con 19.250 personas en el pabellón cada año, y equipos españoles que intentan sacar la cabeza gracias al talento de sus canteras, que son las que nutren a los Hispanos y las Guerreras, el mayor filón que tiene el país en un deporte que vive su mayor boom esta década. Habrá que ver si, en la próxima, los sucesores de Aginagalde, Cañellas o Dujshebaev no se ven necesitados de emigrar para poder jugar acorde a su estatus. Ese también será el objetivo de España tras este Mundial.